Ultras, un día de furia en Málaga

La Policía examina los vídeos de la trifulca y los actos vandálicos antes de un Marbella-Atlético que no se declaró de alto riesgo y cuyo dispositivo se reveló a posteriori insuficiente

La Plaza de la Merced, vandalizada

El Marbella-Atlético de Madrid, en fotos
Ultras del Atlético de Madrid en La Rosaleda. / Carlos Guerrero

La trifulca y los destrozos en el Mesón Segalerva, a pocos metros de La Rosaleda, y la estatua de Picasso en la Plaza de la Merced con una litrona de cerveza al lado y vandalizado con pegatinas de los ultras del Atlético de Madrid fueron las imágenes de un día de furia de aficionados ultras del fútbol en la ciudad de Málaga. Un fenómeno que en los años 80 y 90 del siglo pasado tuvo su pico, que se atenuó sin dejar de estar latente y que ahora vuelve a cobrar auge al calor de los radicalismos. Y son más visibles que entonces cuando cualquier altercado puede ser grabado por móvil por particulares que en estén en esa zona. También por los propios protagonistas.

El partido de Copa del Rey entre el Marbella y el Atlético de Madrid, que debía ser una fiesta con 30.000 personas en La Rosaleda, quedó algo deslucido. Incluso dentro del mismo partido con insultos que partieron desde los ultras colchoneros y fueron repelidos por la afición local. Había un cuarto aproximadamente de hinchada atlética, de hecho el gol de Griezmann que decidiría la eliminatoria se cantó bastante. Vinieron muchas peñas de Andalucía para ver al equipo de la capital.

 "Un partido de fútbol es declarado de alto riesgo cuando se considera que existe una amenaza significativa de incidentes que podrían comprometer la seguridad de aficionados y deportistas", se argumenta desde la Comisión Permanente cuando se le otorga a un partido esta categoría previa de prevención. Se tienen en cuenta incidentes previos entre aficionados en enfrentamientos entre los dos equipos. Cuando un partido es declarado de alto riesgo, se activa un dispositivo de seguridad reforzado, de acuerdo con la Ley 19/2007 y el Real Decreto 203/2010, que implica una mayor presencia policial en el estadio y sus alrededores, controles de seguridad más exhaustivos para los aficionados, separación más estricta de las aficiones rivales y coordinación reforzada entre las autoridades y los clubes implicados. No ocurrió así este sábado. No se decidió otorgarle esa etiqueta y, a posteriori, se reveló como un error.

El Atlético de Madrid solicitó al Marbella más de 1.000 entradas. Una parte de ellas fueron para el Frente Atlético, grupo ultra con larga tradición de enfrentamientos y violencia, con la muerte de dos aficionados (Aitor Zabaleta, de la Real Sociedad, y Jimmy, del Deportivo). Desde hace años se habla de su disolución, pararon el último derbi madrileño en el Metropolitano y siguen activos. Desde su llegada al mediodía a Vialia fueron custodiados por el dispositivo. Se les dirigió primero hacia la zona de La Rosaleda. "'Traemos un grupo de radicales del Atlético de Madrid controlado. ¿Les puedes ponerte una cervecita?' 'Sí, yo les pongo una cervecita'", relataba uno de los propietarios del Mesón Segalerva a este periódico sobre cómo llegaron el algo menos de un centenar de hinchas violentos atléticos allí. La Unidad de Intervención policial (UIP), una decena de efectivos en ese momento, encapsuló la zona, pero fue insuficiente ante el ataque de ultras malagueños. Según lo que maneja la Policía, del sector más radical del Frente Bokerón, que últimamente ha protagonizado también actos violentos como en la visita a La Coruña del pasado mes de octubre, y también del propio Marbella. Durante un par de minutos se descontroló la situación y hubo lanzamiento de bengalas, sillas, mesas, platos... Se acabó con varios desperfectos en el bar, sin lamentar daños personales ajenos en una zona habitual en la previas de partido para aficionados malaguistas. Aunque todos son de ideología de ultraderecha, las relaciones (dentro de los ultras atléticos hay también una división importante entre facciones) no son buenas, como se pudo comprobar. Y las precacuciones tampoco se extremaron. Más de un centenar de ultras malagueños propiciaron el ataque. Los cuerpos de seguridad recopilan ahora los imágenes por redes y de cámaras de seguridad para encontrar culpables. Por ahora no ha habido ninguna detención. Por los incidentes de La Coruña hay propuestas de sanción de Antiviolencia, de manera conjunta, de varios cientos miles de euros para más de un centenar de aficionados. Muchos de ellos tienen prohibido el acceso a los estadios de fútbol, no pueden acudir a La Rosaleda.

Después, el dispositivo llevó a los radicales del Atlético de Madrid a la Plaza de la Merced y allí en los bares echaron la tarde mientras vandalizaron también la zona, en este caso sin enfrentamientos. Pero dejaron su huella con un megabotellón y con pegatinas en la estatua de Picasso. La sensación de impunidad les hizo grabarse, incluso, mientras hacían la gamberrada. Muchas preguntas sobre el despliegue, los costes y quién paga la fiesta de los incidentes. Y también sobre cómo gestionar el fenómeno ultra, en el que Málaga también tiene un problema. El próximo sábado, partido ante el Deportivo de la Coruña en La Rosaleda con el precedente de los incidentes de la primera vuelta antes del partido en Riazor.

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