Colectivos piden declarar como conjunto histórico el casco antiguo de Marbella
El objetivo es dotar al espacio histórico de la mayor protección que contempla la legislación actual
Marbella/Varios colectivos de carácter ecologista y cultural han solicitado a la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y a la Delegación Provincial en Málaga la declaración del casco antiguo de Marbella y sus ensanches tradicionales como conjunto histórico, con el fin de lograr el máximo de protección que la legislación otorga.
El documento que se ha confeccionado consta de veintidós folios y se estructura en tres partes más siete anexos, el cual lo defienden las asociaciones Cilniana, Marbella Activa, Ecologistas en Acción Marbella, Ecologistas Malaka y la Plataforma No a las Torres de Alta Tensión-Paraje de Montemayor (Benahavís).
En primer lugar, el texto presenta una descripción del casco antiguo de Marbella y sus ensanches, donde se pone de manifiesto “sus valores históricos y se subraya la importancia de los aspectos sociológicos, etnológicos y antropológicos de este entorno como centro de actividades recreativas, culturales, de convivencia y comerciales”.
Por otro lado, el escrito repasa las actuaciones sobre el casco antiguo que se han producido desde la mitad del siglo XX hasta la aprobación del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 2010 y su posterior anulación en 2015, donde “se incide en la aprobación, en marzo de 2007 de las normas urbanísticas para las zonas calificadas C-1 y la normativa cautelar complementaria del centro histórico de Marbella, cuya singularidad radicaba en adelantar parte de las previsiones del plan especial de protección del casco antiguo y sus ensanches”.
Según los grupos firmantes, la justificación de la propuesta supone el grueso del documento, exponiendo “las evidencias arqueológicas desde la prehistoria hasta el siglo XIX”, donde “se señala la presencia de restos prerromanos en el ámbito del recinto del castillo, la de los restos romanos que salpican el actual casco antiguo, la nítida configuración urbana de la ciudad como musulmana en origen (con calles estrechas, la alcazaba, la muralla, la segura existencia de una mezquita mayor o aljama, las puertas de la ciudad, la zona de tiendas, baños, etcétera) y la más que probable presencia bizantina en este marco geográfico”.
Asimismo, se enumeran los avances desde la etapa castellanizadora con “la conversión de al menos seis mezquitas en iglesias cristianas (Encarnación, San Bernabé, Santa Catalina, Santiago, San Cristóbal y San Sebastián), para en el siglo XVI poner el acento en las principales construcciones como el Barrio Alto, el Barrio Nuevo de la Fortaleza, el Convento de la Trinidad, el Hospital de San Juan de Dios, la Iglesia del Santo Cristo, la Casa del Ayuntamiento (probablemente hacia el final de la centuria) y la Plaza pública; datándose del siglo XVII la Casa del Corregidor y el Hospital Bazán”.
“Avanzando en el tiempo, en el siglo XVIII se van sustituyendo las murallas por viviendas, aparece la Alameda, -que consolida la apertura de la ciudad hacia el sur-, se asiste a la ampliación del ámbito urbano al este de la ciudad, la génesis del barrio Nuevo (el Barrio), la erección del nuevo templo de la Encarnación o a la sustitución del castillo de San Luis por el fuerte del mismo nombre”, señalan los firmantes, al tiempo que apuntan que ni el siglo XIX ni la mitad del XX “supusieron avances significativos desde el punto de vista urbanístico”.
En otro sentido, el documento refleja “la problemática datación de las viviendas al no contarse con un estudio preciso”, destacando que en cualquier caso “se puede establecer como marco cronológico los siglos XVIII y XIX para la mayoría de los inmuebles de intramuros y el barrio Alto, con las excepciones de los casos de los siglos XVI y XVII”.
Además, se incluye una síntesis de la situación actual del centro histórico y la descripción literal de las áreas a proteger, recalcando que la normativa C-1 fue un documento transitorio que significó un gran avance y un punto de inflexión, pero que su aplicación no ha sido sistemática ni suficiente (solo ampara a algunos edificios concretos y no al conjunto del casco).
Como conclusión, se pone de manifiesto que “el casco histórico presenta un buen estado de conservación, pero amenazado por la especulación inmobiliaria, por el cableado aéreo y por las consecuencias estéticas de la terciarización creciente”.
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