Los creadores de Puerto Banús
El desarrollo global de un plan parcial que abarcaba doce millones de metros cuadrados de terreno contemplaba la construcción de tres campos de golf, hoteles y plaza de toros en una superficie que cómodamente podría albergar cinco veces Mónaco
El legado de Puerto Banús
Noldi Schreck le propuso al joven arquitecto mexicano Marcos Sáinz trabajar con él en el Caribe o el Sur de España. Siendo aún un estudiante, Sáinz ya colaboraba en el estudio de su maestro, el arquitecto de origen suizo nacido en Siberia, que hizo de México su casa tras quedar prendado de los colores del país. Se instaló en la Zona Rosa del Distrito Federal, a la que imprimió su estilo Acapulco.
-En la Marbella de los años sesenta se hacía una arquitectura de chichinabo. Solo en la calle de hotel Finlandia había unos bloques pequeños de Helen Owens de Mena, el resto eran todas torres, relata Sáinz. Owens, una exiliada cubana asentada en Marbella, se decantó por la calidez de la arquitectura popular, fue la primera arquitecta colegiada de Andalucía y quien aquí diseñó la villa de la princesa Soraya del Sha de Persia.
Sáinz agradeció toda su vida a Scherek la oportunidad que le ofreció de poder participar en la creación de Puerto Banús. Un megaproyecto que no solo planteaba hacer un puerto deportivo. El desarrollo global de un plan parcial que abarcaba doce millones de metros cuadrados de terreno contemplaba la construcción de tres campos de golf, hoteles y plaza de toros en una superficie que cómodamente podría albergar cinco veces Mónaco. El principado era entonces el modelo, la vara de medir y referencia a seguir en cualquier proyecto turístico mundial que se preciara.
-Había también la arquitectura de un barroco recargado, de un pseudo andaluz, libidinoso total. También yo he podido adornar mucho alguna casa, la misión era limpiar, quitar lo superfluo y dejar solo la esencia.
Un ejemplo de la arquitectura que defiende Sáinz es la vernácula que creó un puerto capaz de resistir el paso de los años sin quedarse anticuado y generar cada año más de 1.800 millones de euros en transacciones comerciales. Una arquitectura pobre capaz de encerrar en su interior lujo y riqueza
-La arquitectura es circular, una espiral, no es más que una moda, va y vuelve. Dice quien también ha diseñado viviendas de lujo y contemporáneas para volver a trabajar con la viga y la teja.
Cuando Alfonso Hohenlohe, el padre de la Marbella turística, conoció el proyecto urbanístico que manejaba José Banús temió acerca de las funestas consecuencias que acarrearían para Marbella y su exclusivo hotel de llevarse a cabo. A Hohenlohe, que abogaba porque las edificación nunca superase la copa de los árboles, le espantaba la construcción de seis torres de apartamentos de 16 plantas de altura que se proponía levantar Antonio Lamela, por entonces el arquitecto más prestigioso y con más encargos en toda España. Hohenlohe esgrimió a Banús la amenaza de marcharse él con el grupo de personajes que había conseguido atraer en torno del Marbella Club. El promotor catalán no mostró mayor oposición a cambiar de proyecto, solo le pidió que se encargara de procurarle otro.
Para arreglar el desaguisado, Hohenlohe recurrió entonces a Noldi Schreck. Conocía muy bien la obra del arquitecto que vivió el auge del estilo misional español en las mansiones de Hollywood y los hoteles de Beverly Hills. Había construído las casas de Spencer Tracy, Judy Garland o Tyrone Power y participado en la arquitectura y los jardines del hotel Bel Air de Beverly Hills. Estos, trabajos y los realizados en la Zona Rosa habían llamado la atención de Hohenlohe como para confiarle el diseño de los jardines del Marbella Club.
Schreck aceptó el reto y se decantó por recrear la arquitectura popular en la construcción de Puerto Banús. Apuntando el noroeste le señaló a Banús un pueblo que se divisaba a lo lejos recostado sobre una sierra, era Casares. El primer puerto hecho por un solo arquitecto, le dijo, para convencerle de que estaba dispuesto de bajar a pie de playa la arquitectura de un pueblo serrano. Le prometió también al promotor que no haría ningún otro proyecto en Marbella y lo cumplió cuando su valedor le propuso levantar el hotel Puente Romano junto al Marbella Club.
El alumno de Schreck recuerda entonces a una marquesa, habitual del Marbella Club, que en una visita al hotel homónimo de Acapulco (México) conoció en la playa a un fornido lanchero, encargado de conducir la barca que arrastraba un paracaídas hasta que alzara el vuelo. La colorida diversión, ideada a finales de los años cincuenta por un francés para observar las playas desde las alturas, prendió de tal forma que los del lugar la hicieron propia y le dieron el nombre de parachute. La aristócrata volvió de México del brazo del lanchero acapulqueño, al que paseaba por las fiestas de Marbella. Eso ocurrió hasta que de un día para el otro el hombre desapareció.
-No se puede estar todo el día calzado con zapatos como quería la señora, le confesó a Sáinz el lanchero cuando lo volvió a ver en su puesto en la playa de Acapulco.
Corría 1974 cuando Iraq donó a España 35.000 toneladas de petroleo para superar la crisis energética que sumió al país cuando se cuadriplicó su precio. Sadam Hussein, en calidad de vicepresidente fue recibido por Francisco Franco, que en un gesto de agradecimiento le concedió la gran cruz de Isabel La Católica. Los dirigentes iraquíes tenían un gran aprecio por el régimen franquista, y Hussein se declaraba gran admirador de España.
-En esos años Sadam Hussein nos propuso llevar a cabo la construcción de edificios, hotel y apartamentos en los terrenos al norte de la carretera. Hizo alguna visita privada para pisar el lugar.
El proyecto se ejecutaría en la supermanzana B de Nueva Andalucía. Los técnicos trabajaron en los planos con sus representantes en Madrid, finalmente el proyecto no progresó y en su lugar se levantaron adosados frente donde hoy está el Centro Plaza.
-Había también otro proyecto, el de Clay Regazzoni, un piloto suizo de carreras de los años setenta, para construir un circuito de formula uno. Pero Banús no era un aficionado de los coches, disfrutaba más de los casinos.
El propio Sáinz se encargó de recorrer los casinos de Europa y tomar medidas de las mesas y de las sillas de juego para reproducirlas en la sala de juegos de Marbella. Tras la muerte de Franco se permitió en España la instalación de casinos. Banús fue uno de los primeros en conseguirlo y replicar el gran atractivo de Mónaco, el espejo en que siempre se miró y que gracias a su amistad con la monarquía monegasca, trabajada en los tapetes del casino de Montercarlo, le valió para la promoción del puerto.
El paso del tiempo constata al proyecto como un éxito. Banús se aseguró su inmortalidad dando su nombre al puerto que promovió, mientras que su creador fue olvidado. Solo una estrella de mar en el paseo de la fama, un remedo del Sunset Boulevard de Los Ángeles promovido por los empresarios locales, recuerda su nombre.
Desde hace 53 años Sáinz mantiene abierto su estudio en Puerto Banús, dónde tiene a su hijo Maurice como sucesor, no deja de reivindicar la figura del creador del pueblo marinero.
-El éxito de Puerto Banús, visto desde su madurez, está en que continúa siendo un referente urbanístico y arquitectónico a nivel mundial. Aporta el modelo de un urbanismo suave, de construcciones de baja altura frente al desarrollismo del post franquismo, de una arquitectura llamada moderna. A un urbanismo de bloques en primera línea, que daría lugar a más bloques detrás de las primeras torres, pusimos en marcha una nueva tipología urbanística, la de pueblo mediterráneo.
Para Francisco Moreno, historiador y estudioso de la arquitectura de la Costa del Sol, no hay duda de que Puerto Banús es el principal símbolo de Marbella y es un icono del lujo.
-Fue trascendental, la primera gran promoción internacional de Marbella. Una transformación brutal, aunque también hay que precisar que de manera innegable trastornó el paisaje .
Carlos Herrera Gil, autor de la primera tesis universitaria sobre Puerto Banús, coincide.
-El puerto le dio a Marbella una proyección internacional que no tenía. Con sus fiestas, campeonatos de golf, galas líricas con Montserrat Caballé o la actuación de Liza Minelli y las relaciones que tenía con Mónaco el puerto tomó una dimensión que ni el propio Banús había previsto.
Banús mantuvo una muy buena relación con Franco, pero cuando muere el dictador pierde todo el apoyo que tenía de la banca. A principios de los años ochenta la crisis económica ahoga a Banús, que se ve obligado de ir desprendiéndose de sus propiedades y mutilar su grandioso proyecto. Pierde una parcela en la zona de poniente, destinada a aparcamientos en la que se levantaría la urbanización Benabolá como extensión del pueblo marinero.
Entonces reaparece la figura del arquitecto Lamela, cuyo proyecto había truncado Hohenlohe, que se muestra interesado en desarrollar esta zona.. El proyecto de Schreck y Sáinz ganó el concurso hasta que por una suerte de bilibirloque la sociedad propietaria de la familia real saudí cedió la dirección de las obras al estudio de Lamela. Este decidió retomar el proyecto de Schreck aunque reintrepretándolo.
-Nostros renunciamos entonces a seguir con el proyecto. Ellos ejecutaron el nuestro pero poniéndole molduras que alteraron el proyecto original, convirtiéndolo en un pastiche. En cierta forma esa fue la venganza que se tomó Lamela por haber perdido el proyecto original del puerto.
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