La desescalada arranca tímida en Marbella

Pocos comercios del centro o el Casco Antiguo se han animado a abrir sus puertas en el primer día de desescalada

Unas mujeres consumen en una terraza del paseo marítimo junto a un maniquí.
Unas mujeres consumen en una terraza del paseo marítimo junto a un maniquí. / M. J. S.
Mª Jesús Serrano

18 de mayo 2020 - 22:07

Marbella/La desescalada ha arrancado tímida en Marbella, al menos en las zonas más turísticas, donde muchos negocios del centro y el Casco Antiguo se resisten a desconfinarse a pesar de que el tráfico rodado y los viandantes empiezan asomarse por la avenida Ricardo Soriano.

Pasadas las 10:30 horas Isabel López barre la fachada de Cayetana Baby, una tienda de moda infantil de Marbella que ha abierto sus puertas este lunes para realizar labores de limpieza y desinfección en un día “raro”. Es un lunes distinto en pleno arranque de la temporada alta, en el que los comercios están desempolvando las colecciones y a la espera de clientes.

Estamos preparando todo, las mascarillas, los guantes, gel para los clientes, fundas para los zapatos y desinfectando”, indica la vendedora, que se ha mostrado contenta por la reapertura, pero “el movimiento que hay es del de una mañana normal de la gente de por aquí, clientes todavía no hay”, comenta al tiempo que recoge los enseres de limpieza.

Los carretilleros vuelven a cobrar protagonismo en las calles del Casco Antiguo junto a los corrillos de comerciantes, que especulan sobre el futuro inmediato a golpe de bayeta. “Muy positiva” se ha mostrado Carmen Fernández, propietaria de la tienda de moda Palma, que ha comenzado la desescalada “limpiando” mientras “la gente me ha estado preguntando”.

Es el segundo establecimiento que regenta en el centro histórico, donde asegura que “aquí se vive en un 90% del turismo”. Tras la breve inauguración que celebró en febrero, reabre ahora el comercio que clausuró el estado de alarma en marzo por la pandemia de Covid-19. La incertidumbre sobre el comportamiento que tendrá el público inunda estas primeras horas del desconfinamiento de los negocios. “No sé ahora, al no tener el centro comercial abierto, la gente se va a animar más a ir a Casco Antiguo”, indica con los hombros algo encogidos. “La gente no sabe cuándo tiene que salir a comprar o a pasear”. “Estamos un 30% o menos porque están todos cerrados, yo creo que la gente está limpiando y está preparando todo porque no sabemos los horarios, no sabemos cómo manejarnos. Lo único que sí tenemos claro son las medidas de higiene”, ha recalcado.

Pocos son los comercios que se han animado a abrir en el centro histórico marbellí, aunque ya empiezan a decorar sus calles algunas coloridas túnicas, como es el caso de la calle Nueva. Allí los vestidos hippies vuelven a colgar de las puertas de hierro de Pilchas. “Ahora lo que estamos haciendo es sacar lo de invierno y poner lo nuevo”, comenta claudia, la propietaria, que porta varias perchas en las manos. La limpieza se mezcla con el sondeo inicial, “acomodando y adaptando todo a la situación”.

La música romántica de una boutique se propaga por la Plaza de la Victoria y acompaña los desayunos de la Churrería Marbella. “Con menos de la mitad de las mesas”, el establecimiento ha abierto sus puertas el primer día de la desescalada en la provincia con unos resultados mejores de los previsto. “Nosotros esperábamos menos, pero la gente tiene ganas de churros”, destaca David Clavijo, propietario del lugar, quien comenta que la apertura “era ya urgente” después de dos meses cerrado el local y afrontando gastos como el alquiler. “A primera hora se ha llenado y ahora con el cafelito viene la gente chorreada”, resalta. Menos suerte han corrido los restaurantes de la Plaza de los Naranjos, que yace vacía y desolada como cualquier mañana de abril, salvo por la vibración y la sonoridad que emite la Casa consistorial desde su interior.

De camino a la playa, los establecimientos de hostelería de la avenida Miguel Cano permanecen cerrados a media mañana y algunas terrazas han ocupado de nuevo el soleado paseo marítimo, donde los clientes toman sonrientes su café, su vino blanco o su cerveza con la intimidad que durante muchos años ha faltado en estos espacios apelotonados por mesas y sillas.

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