La estirpe de los Buchinger

El médico precursor del ayuno terapéutico que hizo del hambre una importante empresa dedicada a la salud 

El turismo en Marbella y los nazis

Tres generaciones de la familia Buchinger.
Tres generaciones de la familia Buchinger. / M. H.

29 de septiembre 2024 - 07:00

Parecía un despropósito la idea de montar un negocio que cobrara a sus clientes por no comer, en la España de 1973 en pleno estallido de la crisis mundial del petróleo que presagiaba años de dura recesión. Mucho más si ese proyecto se fijaba en una tierra donde imperaban entonces las juergas de Alfonso de Hohenlohe, que tenían a Gunila y a vividores como Los Chorys o Jaime de Mora en su papel de animadores. Ahí llegaba una mujer dispuesta a implantar el hambre terapéutico, el yoga y la meditación. 

La propuesta venía de la mano de María Buchinger secundada por su marido Helmut Wilhelmi hace medio siglo. Para María no era ningún disparate. Una mujer fuerte y madura, ya había vivido 57 años. Desde muy joven debió aprender a sortear las dificultades que sufrió su familia. Pionera en el desarrollo del ayuno terapéutico, padeció la estigmatización durante el nazismo. Su madre, Elizabeth, colgaba el apellido Sander de su padre judío y una estrella amarilla pegada a su ropa, con el temor de ser deportada en cualquier momento, hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. 

María Buchinger
María Buchinger / M. H.

¬El conde Rudi les enseñó estos terrenos donde se construyó la clínica, dice Jutta, la hija de María.

 El noble factótum de Marbella rememoraba: desde el momento en que la conocí vi que le fascinó Marbella. Fue una pionera en ver las potencialidades y la influencia positiva que este clima podía tener para la salud. 

¬Mi madre conocía esta zona porque venía de vacaciones a Estepona, cerca de Marbella. Le gustaba mucho el sol y la familia le decía no se puede estar siempre de vacaciones.

Jutta y Claus Rohrer.
Jutta y Claus Rohrer. / M. H.

María conectó muy bien con el lugar. Tocaba el piano, le gustaba el flamenco y nunca dejaba de sonreír. A la atención médica, le sumó meditación, yoga y lecturas de poesía como parte integral del ayuno.

¬Los primeros tiempos fueron muy duros para la clínica. No tenía más que seis clientes. Un día cerró la clínica y los llevó a todos a ver una corrida de toros en el coso de Puerto Banús. Los que venían eran amigos, pacientes de la clínica de Überlingen que enviaban a otros alemanes y algunos ingleses.

En 1953, veinte años antes de llegar a Marbella, a María y su marido Helmut Wilhelmi les había tocado reflotar la maltrecha clínica de Otto Buchinger, tras la Segunda Guerra Mundial y la posterior crisis. Quedó en sus manos levantar en Überlingen, en una tranquila ladera frente al lago de Constanza y con vistas a las cumbres alpina, la clínica de ayuno más conocida de Alemania. De la que Otto fue médico jefe durante algunos años.

Sean Connery alguna vez fue paciente de la clínica de Marbella. Durante el proceso de ingreso, cuando le tomaron una muestra de sangre, el agente 007 no soportó la impresión y sufrió un desvanecimiento. El escritor suizo Max Frisch, el actor Curd Jürgens, que participó en con Brigitte Bardot en la película Y dios creó la mujer, o Cristina Onassis, a quien tuvieron que resguardar de los fotógrafos apostados en los tejados vecinos, han sido algunos de sus visitantes al igual que Alfonso de Hohenlohe. 

Maria Buchinger, Otto Buchinger y Helmut Wilhelmi.
Maria Buchinger, Otto Buchinger y Helmut Wilhelmi. / M. H.

¬No conozco un lugar donde se cambien recetas más interesantes, donde se den consejos de gastronomía más útiles. Creo que la clínica nos enseña lo bueno que es comer y lo importante que es convertir el comer en una obra creativa, en una verdadera obra de arte, contó otro asiduo, el novel Mario Vargas Llosa. Hasta algún crítico gastronómico se interesó en probar el menú que se sirve a los ayunantes.

La labor realizada por María Buchinger merecería ser analizada como un caso de éxito en las escuelas de negocios y considerada de característica premium, dice Pedro Torres, profesor de San Telmo Business School. La gran dama del ayuno fue distinguida en 1995 con la Cruz al Mérito de la República Federal de Alemania, como antes lo había sido su padre. 

A Otto Buchinger (1878¬1966), el creador del ayuno terapéutico, le importunaba que las clases de derecho comenzaran demasiado temprano tras las largas noches de juergas. No dudó entonces pasarse a la carrera de medicina, que se cursaba por la tarde. Su trabajo como médico de la sanidad pública, con escaso tiempo para dedicar a tantos pacientes le echó para atrás y decidió embarcarse en la armada naval de la Alemania imperial. Las comilonas y borracheras en las cenas en el comedor de oficiales tampoco le convencieron y mucho menos cuando en uno de sus viajes coincidió en Calcuta con un sacerdote hindú que le habló del profundo significado del ayuno.

El conde Rudi y Jutta.
El conde Rudi y Jutta. / M. H.

¬Gordo y perezoso, cuando lo importante se desvanece. Tengo que ayunar, apuntó apresuradamente en su diario. Pero siguió asistiendo a las suculentas cenas que se servían en el comedor de los oficiales, donde corría el alcohol como el agua. Otto se reconocía como un sibarita de tendencia epicúrea, indolente y estetizante.

En 1917, durante la Primera Guerra Mundial, una amigdalitis mal curada le provocó una septicemia, seguida de un reumatismo inflamatorio que le paralizó medio cuerpo cuando ejercía de comandante en un hospital militar. La enfermedad que lo incapacitó y lo apartó de sus funciones de médico en la marina alemana, le llevaría a comprobar los beneficios del ayuno terapéutico. Recurrió a varios médicos antes de dar en 1919 con el doctor Gustav Riedlin quien le habló del ayuno. Después de una cura espartana recuperó su salud, que supuso su conversión. 

 ¬El hambre es el mejor cocinero y el ayuno el mejor médico, le confió Riedlin, el médico de Friburgo que le devolvió la vida, tras pasar tres semanas sin comer.

Para Jutta su abuelo era un ser muy espiritual, un médium. 

¬Sabía muy bien donde iba a ir cuando muriera. Fue muy creyente al final, primero solo buscaba. Tenía mucho humor y ha sido un gran caminante toda su vida. Tocaba la marcha militar. Su dieta era una fuente de ensalada picada muy pequeña, patatas con salsa de requesón, muy sencillo. Y chocolate con almendras, que guardaba en el cajón del escritorio.

Tras su cura Otto consagró su vida a desarrollar su propio método de ayunoterapia con fundamento médico. A sus primeros pacientes los recibía en su domicilio. La consulta del médico del ayuno de Witzenhausen pronto se quedó pequeña. Se mudó a un hospital del pueblo, donde descubrió que una trabajadora piadosa que por las noches proveía de bocadillos de salchichas a los pacientes para que no pasaran hambre. Cuando el hospital también se quedó pequeño, el turismo fue su gran aliado. Para no perder los visitantes que la actividad de Otto aportaba al pueblo, el alcalde le compró un castillo y lograr así mantener el floreciente turismo.

Con la llegada de Hitler al poder, en 1933, la vida de María en el instituto se torció. La consideraban mestiza de segundo grado porque su abuelo materno era judío. La discriminación le provocó una crisis nerviosa, hasta sufrir el último año de bachillerato una sensación de inferioridad difícil de superar.

Otto Buchinger.
Otto Buchinger. / M. H.

¬Mi madre vivió una etapa muy difícil le echaron de un colegio por considerar que su madre era medio judía y tuvo que viajar al Mar del Norte, donde conoció a su marido. Todo ha sido una experiencia muy fuerte, relata Jutta. 

En la Segunda Guerra Mundial, a Helmut le ofrecieron convertirse en oficial si renunciaba a su novia. No lo hizo, se casó con María en 1943, fue destinado a Bélgica donde cayó prisionero de los británicos.

Otto también fue perseguido. En 1936 inauguró en Bad Pyrmont, Baja Sajonia, su nueva clínica cuando de nuevo la anterior le quedó pequeña. En este lugar se encontraba el centro europeo del cuaquerismo, una comunidad cristiana abstemia. Norma que Buchinger compartía al haber comprobado en su tiempos de médico naval los estragos que provocaba el exceso del alcohol.

Su vinculación con los cuáqueros fue suficiente para que con la llegada de Hitler lo considerasen miembro de una secta, donde la creencia incondicional a Dios contradecía a la lealtad al Fürer. Tuvo que responder ante la Gestapo, el régimen desconfiaba del médico del ayuno, de orientación cristiana y yerno de un judío. El periódico de propaganda nazi Der Stümer (El atacante), tachó a su clínica como la vergüenza de Pyrmont. Y fue castigado con una multa por conducta contraria a su profesión.

¬Poco antes de la Segunda Guerra Mundial había tratado a muchos pacientes judíos y le hicieron un juicio para quitarle la matrícula de médico. Él tenía mucho valor, recuerda su nieta.

Otto tuvo que comparecer ante el Tribunal de la asociación médica del Reich en Munich que le amenazó con quitarle la licencia para ejercer medicina al considerarlo un “esclavo de los judíos”. A pesar de que le confiscaron algunos inmuebles, preservó su labor en las curas con el ayuno. Continuó en Bad Pyrmont, la pequeña ciudad balnearia. 

¬Desde la primera vez, yo recordé un texto del fundador del surrealismo, el gran poeta André Bretón, que decía: El estado ideal para producir la mejor poesía es aquel en que uno, durmiendo, no duerme; en que, estando despierto, está dormido. Y todo eso que parecía un simple juego de palabras ocurre en las noches cuando uno ayuna. Entra en un estado que los religiosos podrían llamar de trance tal vez, de trance místico, y los laicos pueden llamar de extrema lucidez y creatividad mental, sostiene Vargas Llosa, para defender que ayunar es un placer.

Mientras que para la iglesia que representa el papa Francisco; el ayuno debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer. Por una parte, nos permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre; por otra, expresa la condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y sediento de la vida de Dios. El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo.  

En 1935 Otto Buchinger publicó su legado principal, “El ayuno terapéutico”, que aún hoy sigue siendo consultado como un libro de referencia. Desde 2019 las dos clínicas realizan estudios para demostrar que el ayuno terapéutico es seguro y eficaz y que mejora el estado de ánimo.

Jutta con su marido, Claus Rohrer, tomaron el relevo a su madre en la dirección de la clínica que ahora ha pasado a manos de su hija Katharina y de su sobrino Víctor. Mientras otros establecimientos señeros de la Marbella de los años del incipiente turismo echaron el cierre o cambiaron de propietarios, la saga de los Buchinger continua y alcanza la cuarta generación. 

María Buchinger, la mujer visionaria, a veces recordaba con algo de sorna a muchos agoreros que en los primeros tiempos dudaban acerca de la viabilidad de su empresa en este pueblo:

¬La gente me decía, pagar para no comer, no, definitivamente no.

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