Una inmobiliaria sueca de Marbella especializada en villas de lujo protagoniza una serie de Netflix
La ciudad aparece en la pantalla sin sangre ni violencia, convertida en un cultivo del ladrillo
El turismo en Marbella y los nazis
Marbella aparece sin sangre ni violencia, convertida en un generoso campo de cultivo de empresas del ladrillo bajo el sol ardiente. Las imágenes aéreas de la sierra, a veces extremadamente verde, con autopistas, como extraídas de videojuegos, surcadas por Ferraris, Porsches, descapotables o todoterrenos retratan un territorio que rezuna lujo. Los emprendedores llegan del norte de Europa dispuestos a hacerse, en un lugar privilegiado por la naturaleza, con un fabuloso negocio inmobiliario de villas de lujo, que descubrieron como una secuela de la COVID-19.
Sus protagonistas son un grupo de hombres y mujeres, en su mayoría suecos, que alternan cual modelos por los mejores clubes y urbanizaciones de la zona. Inmaculadamente aseados, perfectamente uniformados con colores claros, celebran que las ventas hayan aumentado como nunca. Comprueban que una propiedad de dos millones de euros pronto vale tres millones. Los compradores, todos extranjeros, perciben a Marbella como una buen lugar para la inversión por su marchamo de calidad de vida.
Eric Ebbing pone rostro a la inmobiliaria que en apenas cuatro años de existencia ha logrado vender más de un centenar de villas de lujo en las zonas más exclusivas de Marbella por más de 400 millones de euros. El organizador de festivales de música Big Slap en su ciudad de Malmo (Suecia) llegó a Marbella en 2017 para montar un restaurante de comida libanesa y en 2020, ya en plena pandemia, decidió saltar al sector inmobiliario. El emprendedor sueco detectó que el perfil del residente extranjero empezaba a cambiar. Ya no era solo el jubilado que se retiraba para jugar al golf, sino también jóvenes, empresarios, profesionales, que podían trabajar en remoto, sin necesidad de vivir en su ciudad ni siquiera en su país.Venían con su trabajo y sus familias a cuestas para quedarse a vivir aquí todo el año, como también inversores en busca de viviendas exclusivas en zonas privilegiadas.
Lanzó un departamento de alquileres que gracias a los nómadas digitales que trabajan lejos de la oficina en sus países fríos ha sido un éxito. Entre los jóvenes, que están en la treintena y manejan dinero, hay estrellas del deporte, creadores de vídeo juegos o inversores en criptomonedas.
Junto a su mujer, Jennifer Rocamora, socia y directora de marketing, Ebbing apuntó a las propiedades de lujo. En el primer año ya habían cerrado 39 operaciones de propiedades por poco más de 100 millones de euros. La población de Marbella crecía tras la epidemia, eso se podía considerar bueno para la economía y mucho más para el mercado de la viviendas.
Aunque la profesionalidad es lo más importante en nuestro trabajo, en el mercado en el que nos movemos las apariencias también juegan un papel relevante. No solo vendemos a clientes con alto nivel adquisitivo, sino que vendemos a nuestro entorno más cercano, a nuestras amistades. No vendemos simplemente casas de lujo, somos una casa de lujo en sí misma: transpiramos y respiramos el estilo de vida que vivimos, dice Rocamora, nacida en Marbella.
Para crear la marca se rodearon de empresas conocidas con las que organizaron eventos para dar visibilidad a su proyecto. Desde fines de semana en el circuito de carreras Ascari de Ronda, torneos en el club de pádel Nueva Alcántara, acuerdos con el concesionario de automóviles de lujo Salamanca a cenas en los restaurantes nocturnos de moda de Marbella. Sitios escogidos para tentar a sus clientes.
Las alianzas, nos han permitido posicionar y reforzar nuestra marca en un mercado más selecto y ofrecer a nuestros clientes no solo una vivienda, sino un estilo de vida. Nos conecta con un público afín y crea sinergias que elevan nuestra oferta.
Un buen posicionamiento de marca y la fidelidad de sus clientes han impulsado su crecimiento. Han visto aumentar las ventas al mismo ritmo en que crece el mercado premium. Este año confían en alcanzar ventas por los 150 millones de euros.
Además de abrir una oficina en Mallorca, hemos inaugurado nuestra nueva oficina en la Milla de Oro, un verdadero emblema para la empresa. Y el lanzamiento de nuestra propia serie, esto sí que es un logro, dice Rocamora. A la visión de la inmobiliaria se le alió la fortuna para hacer de su trabajo un reality.
Salió a través de una conocida cuando nos dijo que nuestro equipo sería algo increíble para una serie en Netflix. Ella habló con una amiga que tiene una productora, se preparó un piloto para ofrecerlo a varias plataformas y se lo vendió a Netflix. Estuvimos seis semanas con un equipo de 50 personas que nos seguían a todos lados, explica.
La serie del mercado inmobiliario de lujo como género tiene antecedentes en Million dollar listing, de la cadena de reality Bravo, que narra la vida de agentes inmobiliarios de Beverly Hills, Hollywood y Malibú, o Selling Sunset, de Netflix, que lo replica con vendedores de Los Ángeles y San Diego, todos en California (Estados Unidos).
La inmobiliaria suecomarbellí festeja la gran ventana que le abrió la plataforma, con más de 277 millones de suscriptores en todo el mundo, para darse a conocer y al mismo tiempo ofrecer una imagen más amable del municipio. En seis meses Marbella se convirtió en escenario de cinco thrillers con la serie Los Farad, que retrata la vida del traficante de armas Monzer Al Kassar; la película El Correo, donde muestra como fluye el dinero negro en la Costa del Sol; Marbella, un abogado de éxito que está dispuesto saltarse cualquier código ético o moral para lograr sus objetivos; Eva y Nicole,una serie con sexo y drogas que recrea la vida de las empresarias de las dicotecas Regine y Olivia Valere, o Clanes, que conecta el tráfico de droga gallego con Marbella.
El reto de la serie Making it in Marbella, en la que solo se habla sueco o inglés, es vender una propiedad, que lleva medio año en el mercado, en diez millones de euros y que supone cobrar una comisión de medio millón. Trata sobre vendedores de la inmobiliaria Homerun Brokers, que venden villas de lujo a personas extremadamente ricas.
“Sus protagonistas están demasiado ocupados tratando de vender el sueño de una vida de jet set, con lujo y estilo, como para decir algo que pueda ser interesante. Está completamente desprovista de personalidad y de cualquier sensación de realidad con las personas de carne y hueso, que de vez en cuando se encuentran hablando de otra cosa que no sea dinero entre el blanqueamiento dental. Es lo más vacío que he visto en mucho tiempo”, dice la crítica de series de televisión del periódico sueco Afftenblad, Karolina Fjellborg.
Al equipo, donde los agentes comerciales compiten por las altas comisiones que les supone ganar cientos de miles de euros en una operación inmobiliaria, se sumó Kiro Zett. Un joven sueco, profundamente espiritual, que representa todo lo opuesto al equipo de vendedores. Había sido agente inmobiliario en Florida, Estados Unidos, en una empresa más corriente.
Llegué a un sitio en el que había mucha competencia y mucho ego. Soy un espíritu libre, y claro que quiero ganar dinero, lo necesito para viajar, para alimentar a mi perros y a mis gatos. Todo era muy superficial, la gente optaba por exhibir, mostrar dinero. En Suecia es una cultura más igualitaria, aquí es un poco diferente, se busca sobresalir más. Me sentí mal, vi a la gente más dispuesta a aparentar. Vi una Marbella bastante superficial.Tenía que fingir sentirme bien y cuando no lo estoy, como cuando estaba en la oficina, me da sed y sueño. Para mí la serie era una oportunidad de abrir el corazón, sembrar la semilla espiritual entre alguna parte de la audiencia, cuenta Kiro Zett su experiencia en la serie.
En la que también aparece una mujer de apariencia frágil, que busca vendedor para su villa. Se trata de Stephani Zambrano, ingeniera civil y máster en gestión de proyectos de construcción, nacida en Venezuela y que estudió en Huston. Trabajó a diez grados bajo cero en obras canadienses, puentes y construcciones comerciales hasta que optó por Marbella para construir casas de lujo. Decidió revolucionar el mercado con viviendas de más de cinco millones de euros en Nueva Andalucía, en la zona de Puerto Banús. Durante sus vacaciones en Marbella, descubrió el potencial de la zona y puso en marcha el proyecto de una villa que diseñó y construyó en la urbanización La Zagaleta (Benahavís) para ponerla a la venta por 30 millones de euros. Una mansión de diseño curvo, que ofrece una perspectiva de 180 grados, con vistas al mar, las montañas y el bosque.
Ha construido villas espectaculares en Canadá, California y otras partes del mundo, pero asegura que esta es la mejor que construyó hasta ahora. Es una casa equipada con una planta solar que produce la energía eléctrica suficiente para alimentar a la mansión que llama El Unico, con 2.800 metros cuadrado de espacio habitable en cuatro plantas con un tobogán de agua de 130 metros de longitud que serpentea junto al ascensor de cristal.
Sostiene que para algunas mujeres el dinero es poder, mientras que para ella es libertad y no tener miedo. Recuerda que solo el uno por ciento las mujeres desempeñan puestos de responsabilidad en esta actividad dominada por los hombres, mientras luce tacones de 13 centímetros.
Jennifer Rocamora celebró su boda con Eric Ebbing en una villa en Tarifa (Cádiz), donde un chamán llegado de la selva mexicana ofició la unión en matrimonio. Antes perfumó el lugar con palo santo, para convertir las energías negativas en positivas y cruzar el lujo con las tradiciones ancestrales.
Viví tres años en Ciudad de México trabajando para Vogue y en un viaje allí con Eric, él me pidió matrimonio, lo que añade una conexión personal muy especial. La boda con un chamán representa una conexión con algo más profundo, una búsqueda de equilibrio y balance entre lo material y lo espiritual. Los que nos dedicamos al mundo inmobiliario de lujo parece que todo gira en torno al dinero y el lujo, en muchas ocasiones es la búsqueda de experiencias que trascienden lo material. Habiendo crecido en Marbella rodeada de lujos, para mí es fundamental encontrar ese balance, aterrizar y conectar con nuestro lado más humano. Muchos de nuestros clientes, que están acostumbrados a rodearse de lujo en su día a día, fueron invitados a nuestra boda y la describieron como la mejor en la que habían estado, o al menos, la más auténtica.
Su padre, Gabi Rocamora, comenzó con una discoteca en Benidorm. La llamó 007, porque todos los turistas eran ingleses y las películas de James Bond eran muy populares.Vino a una fiesta al Marbella Club donde conoció a Sean Connery. Compró una tienda en Puerto Banús y lució su marca hasta que la firma inglesa 007 le reclamó el pago de los derechos por utilizar su nombre.
Él siempre creyó en el potencial de Marbella, tenía una visión clara y decidió invertir en propiedades en Puerto Banús y Ricardo Soriano. Su casa –que la construyó Ángel Taborda con Victoria Gauna– era tan extravagante y moderna que fue un sello distintivo de su personalidad. Asistió a fiestas con Sean Conerry y se hizo buen amigo de Gunilla, Luis Ortíz y Jaime de Mora, le recuerda su hija Jennifer Rocamora.
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