Jaime Parladé, el principal interiorista de Marbella

El decorador de los poderosos, de la mano de su mujer, convirtió la casa familiar de Alcuzcuz en su refugio hasta el día de su muerte

La mujer que puso nombres a la sierra de Marbella

Janetta Woolley y Jaime Parladé.

Jaime Parladé, el decorador de los poderosos, de la mano de su mujer, Janetta Woolley, la chica perdida del grupo de Bloomsbury, convirtió la casa familiar de Alcuzcuz en su refugio hasta el día de su muerte. Realizaron los trabajos de reformas juntos y formaron pareja durante 44 años. Woolley le sobrevivió tres años. Bajo la dirección de Ricardo Soriano, el primer promotor de la Marbella turística, su padre, Jaime Parladé Gross, reconstruyó en 1954 la vivienda familiar, una mezcla de cortijo andaluz y casa de campo inglesa, destruida por un incendio.

Su abuelo, Jaime Parladé Heredia, impulsó en 1907 ante el Gobierno la construcción de un tranvía eléctrico que uniera Málaga con Marbella y que discurriría por la carretera. La solicitud se publicó en la Gaceta de Madrid y el Boletín Oficial de la Provincia de Málaga, a la espera de que surgieran otras propuestas que pudieran optar y mejorar la idea. Ahí murió la ocurrencia.

Su padre quería que Jaime fuese diplomático, lo mandó a estudiar Derecho a Granada, donde conoció artistas y anticuarios. En sus años de adolescente había pasado algunas temporadas en la casa de su abuela en Málaga donde vio desfilar por la calles a anticuarios y chamarileros.Y fue testigo de la compra de objetos a los vendedores ambulantes por parte de su familia para engordar la colección de sus antigüedades en tiempos de guerra.

Finca Alcuzcuz de Manuel Agustín Heredia, bisabuelo de Jaime Parladé.

Su dominio de idiomas, su padre anglófilo le hablaba en inglés y su madre en francés, torció su carrera. En la presentación de una amante de Rafael Leonidas Trujillo lo ficharon como acompañante de la mujer y los hijos del dictador de la República Dominicana en sus viajes por Europa, según cuenta el periodista Paul Levy.

Jaime siempre agradeció la suerte. Cuando comenzaba a dar los primeros pasos en su oficio de decorador tuvo la fortuna de dar con un litoral virgen, que sucumbía al despertar turístico. Había pasado su infancia y crecido en la Tánger internacional, de artistas y celebridades, donde su padre ejercía de director de Telefónica. Este lugar marcó su vida y sus gustos que dejó plasmados en sus trabajos. No tenía más formación ni títulos académicos que su propia intuición. Comenzó su carrera con el amueblamiento del hotel Guadalmina Golf en 1958, cuando colaboraba con el decorador Duarte Pinto Coelho.

Jaime Perladé.

Empezó como anticuario y abrió su primera tienda, La Tartana, en un sótano cercano a la iglesia de La Encarnación de Marbella, donde empezó a vender muebles sin pretensiones, platos y jarras de loza, tejidos y alfombras marroquíes, y piezas de artesanía local. Reivindicó el esparto y la anea en su defensa de lo natural y auténtico. Tenía una gran habilidad para la mezcla de estilos. Experto en cerámica andaluza que combinó con grabados ingleses. Trabajó con los mejores artesanos de Andalucía y le sumó los colores y texturas de la cultura norteafricana, con el fin de que su obra resultara atractiva.

–“Yo lo que tengo es buen ojo, porque la expresión buen gusto es algo tan relativo y tan difícil de definir”, sostenía.

La Tartana se convirtió en el centro social de Marbella y desde ahí salían la mayoría de los trabajos de decoración de interiores. Encargos de las familias y personas importantes que conformaban la vida social, nobles e intelectuales de Marbella. Contó con la relaciones públicas de Marbella, Menchu Escobar, para su primera tienda, en la que también trabajaba Tomasito Flores.

Decoró la vivienda de la duquesa de Alba, una casa tradicional andaluza, a la que dotó de un estilo morisco. Eliminó la teja árabe y adaptó el forjado para construir unas terrazas morunas. Trabajó en la casa Santa Margarita del Marbella Club, que pertenció a los Hohenlohe, que luego pasó a manos de los Rothschild y después a Ana Gamazo. Decoró para el barón Guy y Marie-Hélène de Rothschild. Los primeros años de Marbella fueron los gloriosos para Parladé, donde realizó los mejores trabajos. Repartió su talento en grandes casas de aristócratas y estrellas del pop. Intervino en la casa de campo de Diana Ross en Connecticut, en la mansión de Julio Iglesias en Miami. También ha trabajado en las casas de los March y Abelló en Gstaad, o en Corfú en un molino de aceitunas de Jacob Rothschild. Desde su tienda se han vendido muebles y objetos al resto del mundo y sus proyectos además de ser portadas de revistas de decoración fueron recogidos en su libro que se publicó en 2014, poco antes de su muerte. Un retazo de su tienda ilustró la portada de su libro.

Janetta Woolley y Jaime Perladé.

Para diseñar y amueblar su hotel, La Fonda que levantó en el casco antiguo de Marbella, volvió a unirse al decorador Coelho. Cuando los Rolling Stones se alojaron en el establecimiento, Parladé recordaba que el hotel apestaba a droga.

Jaime y Janetta reconstruyeron la casa de Alcuzcuz. Ella volvió a la pintura como acuarelista. El decorador reformó la Capilla de San José anexa al edificio, rediseñó el jardín con su mujer y construyó la arcada del patio. Las acuarelas de Janetta y algún cuadro de Francis Bacon, colgaban de las paredes de la vivienda.

Janetta formaba parte de un grupo de cuatro mujeres elegantes, glamurosas y bohemias, secretarías de Horizon, la revista literaria y artística inglesa, fundada y editada por Cyril Connolly durante la II Guerra Mundial. Mujeres brillantes, hermosas, de espíritu independiente, con una educación dura a sus espaldas, decididas a sacar el máximo partido a sus vidas en un entorno sumamente incierto. “Tan propensas a ser encontradas viviendo en un dúplex infectado de ratas como cenando en el Ritz”, dice DJ Taylor, autor de Las chicas perdidas: amor, guerra y literatura: 1939-51, que retrata la vida artística de los años cuarenta, asociados a la célebre revista literaria.

Gerarld Brenan era amigo de Frances Partridge, testigo del grupo de Bloomsbury, el círculo literario del que destacó Virginia Woolf. Partridge, se dedicó a recopilar el día a día del reconocido grupo .

“Se trataba de la amistad y de buscar la verdad. Esa fue la gente con la que pasé mi vida, me gustaba ese ambiente y también las cosas de las que se hablaban”, escribió Frances acerca del círculo de artistas, criticado de elitista. Tuvo su apogeo a comienzos del siglo XX, sus miembros, del que formaron parte E.M. Forster, Somerset Maugham o Gerald Brenan, exhibían conductas sexuales que rompían con los convencionalismos de la época victoriana. A través de Janetta, Jaime conoció a Frances Partridge del grupo Bloomsbury, y su nombre fue incluido en sus diarios.

Georgie-kee, hija de Janetta Wool.

–Estuvieron casados más de 40 años, se han querido mucho. Jaime siempre la ha animado a que pintara, hacía acuarelas. Reformaron Alcuzcuz, la casa era preciosa, dice Georgie Kee, la hija de Janetta, que vive en Marbella.

–Por favor, quieres trabajar conmigo, me preguntó cuando ya estaba mal, muy deprimida. De ahí he trabajado gracias a él, era muy gracioso y caprichoso.Para mí Jaime fue más padre que mi padre. Una persona muy generosa, al que yo quería muchísimo. Tras la muerte de Jaime en enero de 2015, Georgie se ha hecho cargo de la tienda de antigüedades, que mantiene el nombre de La Tartana.

Su madre vino a España de vacaciones, cuando tenía unos 14 años, Janetta abondonó la escuela por decisión de su madre y viajaron a Torremolinos, en la década de 1930. Su madre conocía a Gerlad Brenan y Gamel Woolsey. El hispanista maltés de origen británico en abril de 1936 les presentó a sus amigos Ralph y Frances Partridge, quienes se convirtieron en una especie de padres para Janetta. Meses después de produjo el estallido de la Guerra Civil Española, Janetta, que por entonces tenía 17 años, regresó con su madre a Inglaterra.

En 1957 Janetta viajó con los Partridge para pasar el invierno en España, Ese año conoció a Jaime Parladé. Si la vocación por la decoración de Jaime se despertó al ver La Cónsula, la casa que el matrimonio americano Anne y Bill Davies tenía en Churriana. Justamente en esa casa, a la que frecuentaba Ernest Hemingway, Jaime Parladé conoció a su esposa, Janetta Woolley. La vivienda que hoy acoge y da nombre a la escuela de hostelería de la Junta de Andalucía.

–En 1964 deciden vivir juntos en España, mi madre compró una esquina de la Torre de Tramores muy linda. Mi madre y Jaime construyeron la casa, exactamente igual como está ahora. Yo tendría 16 ó 17 años, relata Georgie.

Torre de Tramores es una casa levantada sobre un poblado nazarí en ruinas en un valle de Benahavís con jardines, árboles frutales y plantas exóticas. La casa principal de estilo cortijo andalua fue decorada por Jaime y Janetta, se encuentra junto a una edificación de origen árabe, de la que toma su nombre. La vivienda fue vendida y la pareja se mudó a Alcuzcuz, donde vivió el resto de sus vidas.

La Torre de Tramores fue adquirda por el banquero y político británico Jimmy Goldsmith, cuya fortuna proviene de su padre, un empresario alimentario, farmacéutico, turístico y de medios, y de su madre, hija del millonario boliviano Antenor Patiño, heredero del rey del estaño. El ex primer ministro británico Boris Johnson se hospedó en Torre de Tramores como antes lo habían hecho Tony Blair, David Cameron o Hugh Grant, el lugar donde se rodó la serie The Crown para revivir la estancia de Diana de Gales.

“Janetta me llamó y me dijo, Jaime y yo vamos a casarnos mañana”, relata Frances en su diario el 19 de marzo de 1971. Era la cuarta vez que se casaba Janetta, esta sería la definitiva. Frances escribió siete volúmenes de sus diarios.

La Tartana, tienda de Jaime Perladé en 1959.

–En Inglaterra vivíamos en una casa de campo, mi madre era muy joven y muy libre, y los hombres muy duros. Era un ambiente muy liberal. Llegué a Ham Spray con dos años a la casa de Frances y Ralph Partridge, para mí eran como mis abuelos. Los del grupo de Bloomsbury tenían una forma de hablar muy directa, y a los niños querían que se quitaran de en medio. Es difícil de explicar cómo eran, como actuaban, eso no me ayudó. Mi madre era muy amiga de los Brenan, con ellos he estado muchas veces en su casa de Churriana. Tampoco le gustaban los niños.

Una de las bodas de Janetta fue con Robert Kee, considerado un héroe de guerra, que se convirtió en presentador, periodista y escritor. Se casaron en 1948 y tuvieron una hija, Georgiana.

–Mi padre era especialmente inteligente pero nunca he vivido con él. En la casa de Ham Spray, de Dora Carrington, me decía que tenía que mirar bien los cuadros y aprender sus nombres. 

Su madre conoció al pintor Francis Bacon de muy joven, cuando no era conocido. En su casa en Londres recuerda Georgie haberlo visto muchas veces en la cocina

–Y pensar que ahora sus cuadros valen una fortuna, dice Georgie, del pintor amigo de la pareja, que pasó con ellos una temporada en Torre de Tramores.

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