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El Imperio nunca dejó de existir: ocho yacimientos romanos en Málaga que visitar

Patrimonio

La vasta historia en la que se asienta el devenir de la provincia de Málaga recorre un gran periodo de tiempo en el que la ocupación romana dejó una huella que llega hasta nuestros días

El yacimiento arqueológico de Acinipo en la Serranía de Ronda es un claro ejemplo del rico patrimonio histórico de la provincia. / Javier Flores
Francisco M. Romero

14 de mayo 2019 - 08:32

Ruinas romanasen Málaga las hay por doquier. La presencia de los invasores -como los denominaría Astérix el galo- aún pervive en gran parte de nuestro territorio provincial, lo que dice mucho, y todo bueno, de los métodos de construcción del Imperio Romano; en comparación, uno se pregunta cuánto de lo que hoy se construye sobreviviría dos mil años aun en forma de restos.

De modo que para conocer nuestro pasado debemos visitar algunos de los restos arquitectónicos romanos que todavía perviven, y que listamos a continuación, para sentir el peso de la historia sobre nuestros hombros y los pilares del pasado a nuestros pies. O, más bien, si alguien lo prefiere, imaginar que uno es Jon Nieve o Daenerys de la Tormenta asentados en Altojardín o en algún otro castillo de fantasía de la exitosa Juego de Tronos -de la que no haremos ningún spoiler- y hacerse un selfie para colgarlo en Instagram. Alea iacta est.

Acinipo en Ronda

Encontramos los restos romanos de Acinipo cerca de Ronda. / Javier Flores

A unos 20 kilómetros de la que hoy en día es la ciudad de Ronda, sobre la conocida como la Mesa de Ronda la Vieja, encontramos la Zona Arqueológica de Acinipo. Situada a casi mil metros de altitud en una impresionante ubicación, Acinipo se transforma en un hito de gran importancia, ya que desde su posición se contemplan amplios paisajes de las provincias de Málaga, Cádiz y Sevilla.

Este yacimiento demuestra que el presente es, casi literalmente, una casa construida sobre las ruinas de una casa anterior ya que alberga los restos de la ciudad romana de Acinipo, asentada sobre una antigua ciudad fortificada ibérica u oppidum, que, a su vez, hunde sus cimientos como lugar de ocupación durante la Prehistoria (de las etapas prerromanas se conservan unas cabañas de la Edad del Hierro).

En Acinipo destaca su teatro romano, uno de los mejores conservados de la Hispania romana, pero también encierra algunos elementos visibles de la antigua ciudad, como una vivienda señorial romana o domus y unas termas, dotadas de una palestra para ejercicios gimnásticos.

En la página de Facebook de Acinipo se publica mensualmente el calendario de apertura del enclave.

Teatro Romano de Málaga

El Teatro Romano de Málaga y uno de sus curiosos visitantes. / Javier Albiñana

Otro importante resto arqueológico romano en la provincia es el resucitado Teatro Romano de Málaga, ejemplo perfecto de cómo se pueden recuperar restos históricos para actualizarlos y volver a dotarlos de vida, ya sea tanto con su propósito original como con uno nuevo, pero recuperando elementos con los que el pasado y el futuro se dan la mano.

El principal vestigio conservado de la presencia romana en la ciudad de Málaga fue construido en los primeros años del siglo I d.C., a comienzos del Imperio. Con anterioridad, en este emplazamiento se localizaban unas termas de las que se conserva parte de un suelo de opus spicatum.

Es una obra construcción mixta porque aprovecha parte de la ladera del cerro para asentar un sector importante de las gradas, mientras que el resto se alza sobre cimentaciones artificiales. De dimensiones medianas, es un teatro que conserva gran parte de dicha cavea o graderío, la orchestra ricamente decorada con grandes losas de mármol, y la scaena, en la que hoy se ha reproducido el pavimento con un entarimado de madera como el que tendría en el pasado. El aparato escénico cerraría al fondo con una fachada ornamental decorada con vanos, columnas y esculturas, de las que se han recuperado varios ejemplares.

Durante siglos el Teatro Romano de Málaga cayó en el olvido y estuvo oculto bajo las calles y viviendas que existían en la ladera de la Alcazaba. No será hasta 1951 cuando, durante las obras de ajardinamiento llevadas a cabo frente a la entrada principal del Palacio de Archivos, Bibliotecas y Museos de Málaga -conocida como la Casa de la Cultura-, que se asentaba sobre él, saldrá a la luz esta construcción monumental. Con la aparición de una serie de gradas escalonadas se comprobó que se trataba de un teatro romano y que la construcción abovedada era un Aditus Maximus. El resto del teatro había quedado bajo los cimientos de la Casa de la Cultura.

Lo acaecido después, como se suele decir, es historia: se inició un periodo de varias décadas en el que se sucedieron periodos de excavación, consolidación y constante debate que concluyeron con el derribo de la Casa de la Cultura, la excavación en extensión y la puesta del yacimiento arqueológico de nuevo bajo el sol que ya lo alumbrara hace dos mil años.

Salazones de pescado en el Rectorado de Málaga

Parte de las pilas de producción de salazón que se encuentran en los cimientos del edificio del rectorado de la UMA.

La máxima romana más famosa para tener contento al pueblo era ofrecerles pan y circo. El circo, con los dos ejemplos anteriores, está cubierto; el pan lo podemos encontrar en los restos de zonas de producción de la famosa salazón conocida como garum presentes en los cimientos del Rectorado de la Universidad de Málaga.

Dichos restos arqueológicos fueron descubiertos y documentados en 1998 -¡apenas hace 20 años!-, cuando se inició la rehabilitación, para convertirla en el actual Rectorado de la UMA, de lo que había sido la Casa de Correos y Telégrafos entre los años 1924 y 1986. Tras la restauración de un tramo de la muralla original de la ciudad fenicia que es el germen de la ciudad malagueña -de hace 2.700 años-, esta se integró con los restos de una factoría romana de salazones de pescado, que desde entonces se pueden visitar.

El garum o liquamen, cuya fabricación convertía en famosas las zonas de donde procedía, era un subproducto de la salazón pues se hacía con las partes blandas del pescado que se eliminaban al limpiarlo: intestinos, huevas, sangre... a las que se añadían peces enteros pequeños. Esta mezcla se introducía en salmuera y se exponía al sol durante largo tiempo, a veces meses. El garum, junto con los perfumes, eran las sustancias más caras de todo el Imperio romano.

Acueducto puente romano de Cártama

El acueducto puente romano de Cártama: una hermosa huella del pasado.

El elemento romano más destacado de Cártama es un acueducto que a su vez es un puente. Esta localidad malagueña es un pueblo que en la época de los fenicios se dio a conocer como Cartha (que significa lugar oculto o escondido) y que más tarde, en la época romana, pasó a llamarse Cartima. Bajo esta denominación, la ciudad creció y reforzó sus muros, construyendo un puerto fluvial, llegando a ser una villa muy importante. De hecho, en pleno centro, junto a la iglesia de San Pedro de Apóstol, se pueden ver algunos restos de la ciudad romana de la antigua Cartima.

De la época de esplendor romano es el puente acueducto. Está formado por un arco escarzano formado de ladrillo. Su base es de sillarejo con una altura algo superior a los dos metros. Por las dimensiones y estructura del acueducto se cree que su misión seria la de trasvasar el agua desde un nacimiento cercano hacia el pueblo donde arcos de canalización de agua la repartirían por todo el pueblo.

También hay que reseñar que de la misma época se conserva el Mosaico de Venus, actualmente en el Museo de Málaga, que se descubrió en una vivienda privada de Cártama en el año 1956 y que representa el nacimiento de esta diosa.

Caviclum de Torrox

Restos de la necrópolis romana de Caviclum.

La ciudad romana de Caviclum de Torrox se situaba en Conventus Gaditanus, una de las circunscripciones en las que se dividía la provincia Bética de Hispania, mientras que hoy en día se ubica en el yacimiento denominado Conjunto del Faro, en la costa de dicha localidad. Aquí se ha documentado una villa muy unida al mar con unas termas y una factoría de salazones que posteriormente fue aprovechada como necrópolis, así como una serie de hornos de alfarería.

Una villa, por tanto, con gran presencia económica en la que la parte residencial convivía con las zonas de producción. De hecho, en la zona residencial hay presencias de un atrio con un impluvium central de mampostería, así como otras estancias y un peristilo rectangular. Tanto el atrio como las distintas habitaciones estuvieron pavimentadas con mosaicos de decoración geométrica.

En cuanto a su explotación económica del mar, su factoría de garum se identifica por una serie de piletas que con el tiempo se reutilizaron como necrópolis. De esta necrópolis romana de Torrox se han documentado diversos enterramientos infantiles realizados en ánforas, así como un mausoleo familiar de planta cuadrada.

Los restos de Caviclum son dignos de ver: el entorno en el que se encuentran, frente al mar, nos permite contemplar el mismo horizonte que vislumbraron nuestros antepasados, las mismas aguas. Quizás, con las mismas incertidumbres ante la vida en la mente.

Las Bóvedas de Marbella

Termas romanas de Las Bóvedas, en Marbella.

Las Bóvedas de Marbella o Termas de Guadalmina a muchos les pueden sorprender. Si tenemos en cuenta la fama de Marbella, encontrar entre urbanización y urbanización vestigios de antiguos edificios romanos que atestiguan el paso por esta tierra de la civilización que hace años colonizó el mundo conocido no deja de ser algo chocante con un aire anacrónico y febril. Pero la realidad es la que es: por increíble que parezca, en Marbella hay restos arqueológicos que han logrado sobrevivir al tiempo y a la mano del hombre como la Villa Romana de Río Verde o las mencionadas Bóvedas.

Dicha Villa Romana fue localizada en 1960 en la margen izquierda del Río Verde bajo una plantación de cereales que casi se adentraba en el mar. La gran cantidad de restos animó a continuar con las catas y un año después se encontraron los restos de una casa romana cuyas paredes decoradas con mármoles de colores, estucos y pavimentos de colores dan fe del ambiente cultural que regía la vida de sus moradores. La parte descubierta consta de un peristilo (galería de columnas) de más de doce metros y de varias habitaciones adyacentes.

Situada al oeste de este yacimiento encontramos Las Bóvedas de Guadalmina. Más conocidas como termas, el conjunto de estos restos gira en torno a un patio octogonal rodeado por siete habitaciones con una bóveda regular de aristas. Excavaciones practicadas hace unas décadas descubrieron restos de tableros de mármol, cerámica popular, ladrillos, una lucerna con una cabeza humana, tubos de barro y una moneda de Constantino.

Los restos del edificio termal de las bóvedas han sido recientemente intervenidos para asegurar su adecuada conservación, aunque sigue pendiente una excavación que complete la información que conocemos del edificio. Y, quién sabe, con esas excavaciones tal vez encontremos pruebas de que Marbella ya en época del Imperio romano era visitada por una jet set de la toga y los aceites aromáticos.

Termas romanas de Santa María, en Antequera

Termas romanas de Santa María, en la localidad antequerana. / Ayuntamiento de Antequera

Encontramos las Termas romanas de Santa María en Antequera situadas en pleno casco histórico de la ciudad. Que a los romanos les gustaba bañarse en público es un hecho incontestable: a lo largo de toda la provincia de Málaga encontramos pruebas de su querencia por esta práctica (otro ejemplo serían las termas romanas de Alameda).

Por su parte, el descubrimiento de las termas de Antequera constituye la primera prueba fehaciente de la ubicación de la ciudad romana de Antikaria bajo el actual casco urbano. Se tratan de unas termas de época romana que estuvieron en funcionamiento desde la segunda mitad del siglo I. d.C. hasta bien entrado el siglo V d.C. En las estructuras pueden apreciarse los distintos ambientes termales característicos del mundo romano: piscinas de agua fría (rigidarium), templada (tepidarium) y caliente (caldorium).

También existe una gran habitación que se ha interpretado como unos vestuarios, en el que nos encontramos con un ambiente pavimentado con mosaicos, uno de ellos hace referencia a un tema marítimo, el delfín con el tridente de Neptuno, y en otro una hermosa crátera caliciforme.

Lacipo en Casares

Restos de la ciudad romana de Lacipo, cercanos a Casares. / Diputación de Málaga

Sobre un promontorio conocido como Cortijo Alechipe y dando su cara oeste hacia los ríos Genal y Guadiaro, se encuentran los orgullosos restos de Lacipo en Casares, a unos cuatro kilómetros de distancia del núcleo poblacional.

Los primeros moradores de Lacipo no escogieron ese lugar para asentarse al azar, sino que su ubicación responde a un importante enclave entre las ricas tierras que riegan el río Genal y el río Guadiaro, convirtiéndose en una cómoda y necesaria vía de comunicación con los pueblos serranos. De ese modo, probablemente fue fundada por las comunidades que habitaban el territorio, extraordinariamente influenciadas por el mundo fenicio.

Más tarde, en la época romana, los historiadores Plinio el Viejo y Pomponio Mela hacen corresponder Lacipo al Conventus Gaditanus, como ciudad tributaria, lo que demuestra su riqueza. De hecho, será precisamente bajo la órbita de Roma cuando Lacipo se convierta en una auténtica ciudad, creando su propia ceca de moneda y consolidándose en el territorio de tal modo que acaba conformando un asentamiento provisto de foro y murallas.

En los años 1975 y 1976 Lacipo en Casares fue objeto de excavaciones arqueológicas que sacaron a la luz materiales, hoy depositados en el Museo Arqueológico Provincial de Málaga (Museo de Málaga), que permitieron conocer más a fondo este asentamiento así como su importante papel en el desarrollo histórico de nuestro territorio.

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