La UE avala una versión rebajada del plan euromediterráneo de Sarkozy
La Comisión Europea será la encargada de dar contenido a la propuesta, que aspira a establecer una relación "de igual a igual" con la orilla sur del Mediterráneo
La UE se puso ayer de acuerdo, tras dos días de discusiones políticas, en llamar Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo a la iniciativa euromediterránea promovida por Nicolas Sarkozy, que ha sido rebajada respecto a sus ambiciones iniciales.
Franceses, alemanes, españoles e italianos han defendido su protagonismo en un proyecto que aspira a establecer una relación "de igual a igual" de la UE con Argelia, la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Egipto, Israel, Jordania, Líbano, Marruecos, Siria, Túnez y Turquía.
La Comisión Europea, que controla los fondos de la política de vecindad, será la encargada de dar contenido a esta propuesta, para lo cual trabajará con las aportaciones anunciadas por Francia, Alemania, España y Grecia, y sus propias ideas.
El presidente francés y la canciller alemana, Angela Merkel, insistieron en mostrar el proyecto como un ejemplo de "cooperación franco-alemana", mientras que España ha subrayado que no es más que una "revitalización" del Proceso de Barcelona impulsado en 1995 bajo su Presidencia.
Uno de los protagonistas de aquel acuerdo, el hoy Alto Representante de la UE para la Política Exterior y de Seguridad, Javier Solana, cree que el pacto alcanzado representa "una evolución, no una revolución" del proceso lanzado cuando él era ministro español de Asuntos Exteriores.
Sarkozy, que consideraba el Proceso de Barcelona "fracasado", presentó en la campaña electoral un ambicioso proyecto de Unión Mediterránea con la intención, según sus críticos, tanto de dificultar la entrada de Turquía en la UE como de hacerse con un papel preponderante en la región. Pero según el Llamamiento de Roma, que firmaron en diciembre Sarkozy, Zapatero y Prodi, la iniciativa no podrá interferir en los procesos de negociación de la UE con los países candidatos a la integración, Croacia y Turquía. Además, Merkel frenó su intención de dar un estatuto más relevante a los países del sur de Europa frente al resto de los socios europeos.
A pesar de ello, el presidente francés se declaró el jueves "muy emocionado" por la acogida "unánime" y "entusiasta" de "su" proyecto, y negó haberlo modificado desde que comenzara a idearlo.
El Consejo de la UE destacó que el proyecto es de todos los países de la Unión y la costa mediterránea.
El Proceso de Barcelona ha tenido entre sus principales escollos el problema de unir en una causa común a Israel y a los países árabes. Esta dificultad podría reproducirse, advierte España, con la idea franco-alemana de una "copresidencia" de un país ribereño de la UE y otro de fuera, ya que Tel-Aviv estaría representando los intereses de regiones como los territorios palestinos y viceversa.
Una vez que todos los países europeos de la ribera norte (España, Francia, Italia, Chipre, Malta y Grecia) hubieran ocupado una copresidencia de turno "se tomaría una nueva decisión" al respecto. Dicha copresidencia estaría asistida por una secretaría compuesta por una veintena de personas procedentes de todos los estados miembros de la UPM (no sólo los mediterráneos), el Consejo y la Comisión Europea.
Las discusiones estos dos días han girado hasta tal punto en torno al nombre, como una muestra de la propiedad de la idea, que según ha relatado el ministro de Asuntos Exteriores francés, Bernard Kouchner, "hemos incluso suprimido a propuesta de España el y una y lo hemos dejado en Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo, sin artículos". "Queda muy claro que es una continuación, dos puntos entre los dos. Exactamente lo que España quería", recalcó Kouchner.
Ha llegado a estar en cuestión si se colocaban dos puntos o una barra entre "Proceso de Barcelona" y "Unión por el Mediterráneo".
Resuelto este debate, ahora se debe elegir una sede y dotar de un contenido a este proyecto para "definir sus modalidades" de cara a la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno que se celebrará en París el 13 de julio.
A pesar de que no se ha aludido a ningún proyecto concreto, los líderes han coincidido en considerar "un éxito" su aportación de los últimos dos días a las relaciones euromediterráneas.
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