Veinte heridos durante la celebración del referéndum "ilegal" de Santa Cruz
Ciudadanos oficialistas intentan boicotear la votación en la provincia boliviana bajo el lema "la derecha no pasará" · El presidente recorrerá poblaciones de campesinos para recabar su apoyo
La próspera región de Santa Cruz inició ayer un crucial referendo sobre estatutos autonómicos, considerado ilegal por el Gobierno de Evo Morales, en medio de incidentes en mesas de sufragio, cortes de ruta de campesinos contrarios a la consulta y advertencias de las Fuerzas Armadas sobre la unidad nacional.
Unas 20 personas sufrieron heridas cortopunzantes durante enfrentamientos entre partidarios y opositores al Gobierno en varias zonas de la región de Santa Cruz, especialmente en el distrito pobre de Plan Tres Mil.
"Fueron miembros de la (derechista) Unión Juvenil Cruceñista", acusó un hombre que sangraba en su boca, que se identificó como Laureano Rosa Fernández y partidario del Movimiento Al Socialismo del presidente Morales.
El presidente Morales anunció que visitará varias poblaciones del occidente del país para recibir el apoyo de campesinos y mineros mirando con aparente apatía la consulta, aunque fuentes cercanas al palacio presidencial revelaron que el mandatario estará permanentemente informado de lo que ocurra en Santa Cruz.
La votación arrancó poco después de una misa en la catedral de Santa Cruz, donde el cardenal, Julio Terrazas, llamó a la paz e instó a que el plebiscito se realice en un ambiente de tranquilidad.
Morales, primer presidente indígena en Sudamérica, considera "ilegal" y "separatista" el referendo, y sus partidarios cumplen con las amenazas hechas en días pasados de perturbar la consulta.
Aunque en general el ambiente era de tranquilidad en la capital de la región, de un millón de habitantes, los desórdenes en las mesas de sufragio comenzaron a aflorar apenas abiertos los recintos electorales.
En Montero, a 30 kilómetros al norte de Santa Cruz, vecinos de barrios populares impidieron la apertura del proceso, alegando que no permitirían que "los logieros (miembros de la élite) nos utilicen para defender sus intereses", según declaró un vecino.
Otros incidentes se registraron en el Plan Tres Mil, un inmenso barrio pobre donde impidieron la apertura de recintos de votación bajo la consigna de "La derecha no pasará".
En los poblados de San Julián y Yapacaní se destruyeron urnas de voto tras de haber cortado horas antes dos rutas interdepartamentales. En San Julián las autoridades electorales fueron recibidas a puñetazos.
El líder nacional indígena, Fidel Surco, advirtió que Santa Cruz tendría la "responsabilidad de un baño de sangre" en caso de que hubiera confrontaciones.
Rubén Costas, gobernador de Santa Cruz, principal impulsor de la autonomía y quien el sábado se refirió a la jornada como "la refundación de una nueva Bolivia", pidió "no ceder a la provocación".
"Trataremos de proteger las urnas sin responder a las provocaciones, puesto que la policía (nacional) no hace su trabajo", dijo a Hugo César Rosado, uno de los agentes municipales encargados de proteger esta jornada.
Se refería a que la Policía nacional no fue movilizada para custodiar esta jornada de votación, que el Gobierno boliviano considera ilegal y que tampoco cuenta con el apoyo de la Corte Nacional Electoral.
Las divisiones que se manifiestan en torno a este referendo atizan la fractura entre la comunidad indígena andina y la población de las planicies agrícolas del oriente, donde está Santa Cruz, en su mayoría blanca y mestiza.
La jornada es crucial adicionalmente porque otros tres departamentos -Beni, Pando y Tarija- en la huella de Santa Cruz realizarán referendos autonómicos de aquí a junio, ampliando el desafío al Gobierno izquierdista.
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