El servicio secreto noruego tuvo en su punto de mira al autor de la matanza
La escasa cantidad gastada en productos químicos y la ausencia de antecedentes hicieron que no se le considerara peligroso · El asesino confeso declara al juez que quería "castigar a los socialdemócratas"
El autor confeso del doble atentado de Oslo, Anders Behring Breivik, estuvo bajo vigilancia de los servicios secretos noruegos, el PST, el pasado marzo por la compra de los productos químicos con los que al parecer fabricó la bomba que estalló en el complejo gubernamental de la capital.
La jefa del PST, Janne Kristiansen, confirmó que levantó las sospechas de su departamento tras haber realizado el pago de 120 coronas (unos 15 euros) a una empresa polaca.
La cantidad, sin embargo, no era suficiente como para pasar a una "vigilancia activa" por lo que se abandonó el seguimiento tras comprobar que carecía de antecedentes penales.
Breivik reconoció ayer ser el autor del doble atentado de Noruega, cuya cifra de fallecidos ha rebajado la Policía de 93 a 76, y tildó los ataques de "castigo a la socialdemocracia" por traicionar al país "importando" musulmanes.
En su primera comparecencia ante el juez instructor Kim Heger, Breivik, de 32 años, asumió la autoría pero se declaró "no culpable" y además aseguró que trabajó en cooperación con "dos células". La declaración en el juzgado de distrito de Oslo se realizó a puerta cerrada pese a la petición del acusado de que se permitiese la entrada de los medios para poder difundir su ideología.
"El detenido aseguró que necesitaba perpetrar estos atentados para salvar Noruega y Europa occidental de los musulmanes y del marxismo cultural", relató posteriormente Heger ante la prensa.
El arrestado, que se mostró dispuesto a pasar en la cárcel el resto de su vida, recalcó que no actuó solo y que su organización tiene "otras dos células", un extremo que la Policía no ha podido confirmar pero que no descarta.
Breivik, que será procesado por actos terroristas, agregó que matando a los miembros de las juventudes socialdemócratas en la isla de Utoya, buscaba "limitar" las opciones futuras del Partido Laboral (PA) y mandar una "señal fuerte" que "no pueda ser malinterpretada".
El fiscal Christian Hatlo indicó que el arrestado se mostró "calmado" en todo momento, "totalmente impasible ante lo sucedido" y que preguntó por qué no se había permitido el acceso a los periodistas.
Tras tomarle testimonio, el juez dictó prisión provisional en completo aislamiento -sin recibir cartas, visitas o conceder entrevistas- hasta el 22 de agosto, y al menos otras cuatro semanas de prisión preventiva normal, hasta el 26 de septiembre, aunque ésta podría prorrogarse.
Mientras tanto, siguen arreciando las críticas a la Policía por la gestión de la crisis. El propio director de la Policía, Oystein Maeland, argumentó en una rueda de prensa que "el viernes había confusión en Utoya" y que "quizá" por eso algunos cuerpos fueron contados "más de una vez". No obstante, justificó la difusión de aquel balance con más de 80 fallecidos en la isla, porque los medios estaban publicando unas cifras muy inferiores.
Por último, afirmó que una vez que concluya la investigación policial por el doble atentado, las fuerzas de seguridad iniciarán una investigación interna para estudiar si hubo acciones "que pudieron haberse llevado a cabo mejor".
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