"No es fácil pasar del violín moderno al barroco"

Anna Urpina | Violinista

Anna Urpina debuta como solista en un disco en el que alterna violín barroco y moderno para un repertorio que va del siglo XVII al XXI

Anna Urpina con los dos violines empleados en la grabación
Anna Urpina con los dos violines empleados en la grabación / Michal Novák
Pablo J. Vayón

06 de noviembre 2022 - 06:31

La ficha

BAROQUE / MODERN

1. Heinrich Ignaz Franz von Biber (1644-1704): Sonata para violín y continuo nº1 en re menor La Anunciación de las Sonatas del Rosario

2. Anton Webern (1883-1945): Cuatro piezas para violín y piano Op.7

3. Dario Castello (c.1590-c.1630): Sonata seconda à soprano solo

4. José Luis Turina (1952): Movimiento

5. Arcangelo Corelli (1653-1713): Sonata para violín y continuo Op.5 nº12 La Follia

6. Josep Maria Guix (1967): Esbós sobre una glossa antiga

7. Georg Philipp Telemann (1681-1767): Fantasía para violín solo nº9 en si menor

8. Arvo Pärt (1935): Spiegel im Spiegel

Anna Urpina, violines

Eva del Campo, clave (en 1, 3, 5 y 7)

Alberto Rosado, piano (en 2, 4, 6 y 8)

IBS Classical

Conocida sobre todo en el ámbito barroco, Anna Urpina (Vic, 1988) tuvo una primera formación como violinista convencional, pero luego pasó por Italia, donde estudió con Enrico Onofri y Fabio Biondi, y por la Esmuc, donde lo hizo con Manfredo Kraemer y Emilio Moreno, todos ellos reconocidos maestros del violín barroco. Acaba de publicar su primer disco como solista en el que alterna violines (barroco y moderno), acompañantes y repertorios. "Era una necesidad vital para mí conectar esos dos períodos de la historia de la música. Comencé haciendo este programa en formato concierto junto a Dani Espasa, gracias a Juventudes Musicales de España, que patrocinaron unos recitales por auditorios de Cataluña con un repertorio muy similar. Tuvo una gran acogida del público, que se acercaba al final a preguntarnos cosas. Noté la inquietud de la gente, incluso me sorprendió, y por eso me pareció buena idea dejarlo registrado".

–¿La música antigua conecta con la música actual saltando por encima del repertorio clásico-romántico?

–Totalmente. Vivaldi es un poco rock. En cualquier modo creo que hay una continuidad y todo está conectado.

–En el CD toca con dos acompañantes diferentes. Eso es más raro en concierto...

–Es más cómodo tener un intérprete que pueda tocar clave y piano, pero en España hay pocos que puedan hacerlo. Por cuestiones de fechas no pudimos cuadrarlo con Dani. Lo hice con Eva y Alberto en un concierto del Palau de la Música de Barcelona hace justo un año, un poco como el preestreno de este cedé. Funcionó muy bien.

–¿Lo hicieron alternando instrumentos como en el disco?

–No. Lo hicimos por bloques. Primero, las cuatro piezas barrocas. Pausa. Cambio de instrumentos y música contemporánea. Por logística era locura ir cambiando de instrumento, pero sería genial poder hacerlo. Lo discutimos también para el disco. Le dimos muchas vueltas al orden de las piezas, porque por ejemplo la obra de Guix está inspirada en la folía y estaba claro que iba al lado de Corelli, pero el orden en general fue difícil de decidir. Finalmente decidimos ir alternando, creo que es más interesante comparar los instrumentos, los cambios de afinación, de carácter, de ornamentación, de estilo. Para los próximos conciertos voy a pensar a ver si se puede hacer algo así.

Baroque Modern - Anna Urpina
Baroque Modern - Anna Urpina

–¿Guix escribió su obra para usted?

–Sí, es estreno mundial. Yo conocía su música. Me encanta cómo trabaja las resonancias, los timbres, las texturas. Me puse en contacto con él. Fue muy amable. Ha escrito una auténtica perla.

–Enlaza muy bien con la obra de Arvo Pärt.

–Exacto. Lo de Pärt es una meditación que se va repitiendo, minimalista, con las ocho notas de la escala que tiene el violín. No está lejos del estilo de Guix. Su obra se titula Esbozo, porque insinúa muchas cosas, pero luego no las termina.

–Eso también es muy de Webern.

–Sí. Sus cuatro piezas de la Op.7 son tan cortas, pero pasan tantas cosas en ellas... Son muy difíciles de interpretar, que se pueda escuchar y entender todo es increíble.

–El Movimiento de Turina es acaso la más diferente del repertorio contemporáneo.

–Es la primera obra de su catálogo, escrita cuando era estudiante y estaba en el curso de Santiago de Compostela. Él ha sido una figura importante en mi carrera. Le tengo mucho cariño desde mis tiempos de la Jonde, para la que José Luis hizo un trabajo extraordinario. Miré su catálogo, y no tiene tantas piezas para violín. Está por supuesto el concierto y una pieza basada en un tema de Mozart, pero se había grabado ya. Sin embargo, Movimiento no estaba grabada. Se basa en notas largas que de golpe cogen movimiento. Se nota que es su primera obra. Luego ha evolucionado mucho. Él me hacía la broma de que era sencillita, pero de eso nada, tiene sus cositas.

El pianista Alberto Rosado
El pianista Alberto Rosado / D.S.

–En el repertorio antiguo hace un repaso por todo el barroco...

–Sí, quería seguir la evolución, desde el barroco más antiguo con esa Sonata de Castello que he tocado mucho y que para el público es muy agradable. La quería comparar con Biber, hombre clave en la evolución del estilo. Sus sonatas son muy virtuosísticas. Corelli es una figura crucial también en la escritura para el violín, y escogí la más conocida de sus sonatas, la de la Follia, lo cual es un riesgo, porque hay tantas versiones... Me planteé grabar las piezas barrocas con un continuo amplio, pero luego pensé que era mejor hacer la comparación estricta, dos instrumentos antiguos y dos actuales. Es una Follia única, por grabarla sólo con violín y clave, que no sé si se habrá hecho mucho en disco. Y luego Telemann me sirve para hacer algo de violín solo. Sus Fantasías se tocan poco, pero son realmente muy difíciles también, se pueden equiparar a Bach. Cuando las escuchas parecen muy fáciles, pero eso sólo es porque están muy bien escritas, son muy idiomáticas para el instrumento.

–¿Hay mucha diferencia en la técnica de interpretación entre un violín barroco y uno moderno?

–Son técnicas muy diferentes. Ya desde la cogida. En el barroco estás sin barbilla y sin almohadilla. Ya no puedes coger el violín igual. Lo tienes que coger más centrado. El arco barroco es más ligero y corto. Las cuerdas de tripa son más blandas, por lo que puedes entrar más en la cuerda, y el peso y la velocidad de arco que usas son diferentes. El arco barroco no se coge tanto por el extremo sino algo más arriba. Eso te da más ligereza y facilidad para los pasajes más virtuosísticos, puedes ir más rápido. Cuando tocas con arco moderno te basas en conectar todas las notas, que todas tengan el mismo peso, consistencia, sonido; buscas sobre todo homogeneidad. En el barroco buscas cómo aligerar, arco abajo mucho peso, pero arriba tiene que ser ligero, no pueden ser los dos igual, porque pierdes el carácter, la esencia del Barroco. Hay que cambiar el chip. Cuando tocas el moderno buscas ese sonido que no se corta nunca. No es fácil pasar al barroco, en el que apenas usas vibrato, pero por tu instinto como violinista moderno es algo que te sale casi sin pensarlo. Al principio es muy difícil, pero con la práctica tienes la agilidad mental y física necesarias para poder cambiar.

La clavecinista Eva del Campo.
La clavecinista Eva del Campo. / Pablo Roces

–Está inmersa en una gira con Les Musiciens du Prince-Monaco, el conjunto de Cecilia Bartoli.

–Sí. Cecilia nunca para. Ahora tenemos gira española: Barcelona, Madrid, Valencia, luego Toulouse. Y más adelante, París, Hamburgo, Zúrich, Praga… Así hasta 2023.

–¿Se ve en el futuro así, como violinista de orquesta?

–Me gusta mucho tocar en orquesta pero también con mi grupo, un ensemble que acabo de formar y que se llama Polifem Consort. Después de tocar tantos años con esta orquesta o con el Ensemble Artaserse de Jaroussky, de aprender tanto del maestro Onofri, vas absorbiendo y pensé llegado el momento para hacerlo. Tenía muchas ganas de crear mi grupo. Lo hago junto al contratenor Jordi Domènech, que ha dejado de cantar para centrarse en el clave y en el conjunto. Nos estrenamos en enero en Vic con la soprano Aurora Peña y un programa que se titula La sombra de Farinelli e incluye arias de Haendel, Vivaldi, Hasse, Porpora. Estaremos también con tres conciertos en el Festival de Música Antigua de los Pirineos. Y además seguiré con mis recitales y la promo del CD. Me gusta combinar las tres facetas, solista, cámara y orquesta, así nunca me aburro.

–¿Qué previsiones tiene para la promoción del disco?

–Sale el 7 de noviembre en plataformas. El 10 de noviembre lo hacemos en el auditorio La Atlántida de Vic, que es donde se grabó. El 14 lo haremos en el Palau de la Música Catalana. Está previsto luego presentarlo en febrero en Madrid y seguramente Granada. Más adelante, Bélgica, Suiza e Italia, pero eso se tiene que ir concretando.

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