Explotando un continente devastado

Carlos Colón

09 de junio 2010 - 05:00

La última canción. EEUU, 2010, Drama, 107. Dirección: Julie Anne Robinson. Guión: Nicholas Sparks, Jeff Van Wie, sobre la novela de N. S. Intérpretes: Miley Cyrus, Greg Kinnear, Kelly Preston, Liam Hemsworth, Stephanie Leigh Schlund. Música: Aaron Zigman. Fotografía: John Lindley.

Las industrias culturales descubrieron a los adolescentes como público potencial en ascenso en los años 50 y sirvieron de cauce para la explosión del talento de intérpretes cinematográficos y musicales juveniles -o directamente los inventaron- como los James Dean, Sandra Dee, Marlon Brando, Paul Newman, Sal Mineo, Natalie Wood, Bobby Darin, Troy Donahue y tantos otros, por referirnos sólo al cine. En los años 60 y 70 la explotación del mercado juvenil fue intensiva, lográndose aunar en muchos casos altos estándares de calidad y de beneficios. En los años 80 la errática deriva de la producción y la conversión de los adolescentes en público mayoritario iniciaron una era negra para el cine comercial. En 2010 el continente adolescente o juvenil está devastado por la sobreexplotación a través del cine, internet, los videojuegos y todos los sofisticados medios de transmisión y venta de lo que sea (mensajes me parece una palabra demasiado fuerte); pero sigue produciendo gigantescos beneficios. Eso sí, a costa de la deforestación mental de un par de generaciones.

A este contexto de sobreexplotación de lo devastado pertenece esta película que une los reclamos del novelista Nicholas Parks (El diario de Noa, Mensaje en una botella: una especie de Martin Vigil a lo bestia en cifras de ventas y excesos melodramático-educativos) y de la cantante (?) y actriz (?) Miley Cyrus, que se convirtió con su personaje de Hannah Montana en un ídolo mundial para las adolescentes. Dirige esta cosa de traumas originados por el divorcio, padre e hija unidos por la música y descubrimiento del amor, Julie Anne Robinson, una directora teatral y realizadora televisiva británica consagrada por el musical juvenil-televisivo Blackpool. Para salir corriendo. Nunca el cine ha sido tan viejo como cuando los adolescentes mandan en la taquilla.

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