Williams, maestro clásico

Escuchar el cine

Anne-Sophie Mutter y Yo-Yo Ma ponen su violín y su cello virtuosos al servicio de sendos conciertos de John Williams editados por DG y Sony. Las bandas sonoras jazz del cine italiano de los 60 en un nuevo recopilatorio de la CAM Sugar.

John Williams dirige a Anne-Sophie Mutter en una imagen promocional del nuevo disco.
John Williams dirige a Anne-Sophie Mutter en una imagen promocional del nuevo disco.
Manuel J. Lombardo

09 de junio 2022 - 07:00

A los 90, ya lo comentábamos aquí aquíhace unos meses, John Williams no sólo no da señales de cansancio o retirada, sino que parece multiplicarse en sus facetas de compositor y en sus apariciones como director de su propio repertorio junto a orquestas de todo el mundo, de Tanglewood a Viena. Súmenle a su imparable actividad nuevas grabaciones discográficas, también las de esa obra de concierto autónoma que el genio de Nueva York siempre reivindica en sus programas junto a los populares acordes y melodías de Tiburón, La guerra de las Galaxias, E.T., Indiana Jones o Harry Potter.

Justo estos días coinciden en el mercado dos nuevos lanzamientos clásicos: su Concierto para Violín y Orquesta no. 2, grabado para el legendario sello Deutsche Grammophon con la Boston Symphony Orchestra y escrito para quien se ha convertido en su más reciente y fiel pareja de hecho concertística y discográfica, la prestigiosa Anne-Sophie Mutter; y la revisión de su Concierto para violonchelo de 2001 registrado para Sony Classical con la New York Philharmonic, donde Yo-Yo Ma, también viejo conocido y colaborador del maestro en varias bandas sonoras (Siete años en el Tíbet, Memorias de una geisha) y grabaciones, ejerce una vez más de virtuoso solista junto al guitarrista clásico español Pablo Sáinz-Villegas y la arpista Jessica Zhou.

Escrito por encargo de la propia Mutter, el Concierto para violín coquetea con el lenguaje y la improvisación jazzística, con las figuras circulares en su segundo movimiento, triangulares en el tercero y también con armonías que remiten, en palabras de Williams, a dos Claude, Debussy y Thornhill, padrino de la mítica colaboración entre Gil Evans y Miles Davis. Pero sobre todas estas referencias, lo que escuchamos es a Williams en estado puro, al genial y original orquestador capaz aquí de apartar momentáneamente su facilidad para la melodía y ponerse al servicio de los ataques, el color y el ritmo como materia esencial de su escritura. El disco se completa con tres piezas de origen cinematográfico arregladas para la ocasión: los temas de Han Solo y la Princesa Leia de El Imperio contraataca, el de Marion para Indiana Jones y el Arca Perdida, y una suite extraída de El sueño eterno, estupenda y poco conocida banda sonora de 1974 con un arrebatador tema principal para el neonoir de Robert Altman.

Una misma fórmula mixta rige el disco (que lleva por título A Gathering of Friends) con el Concierto para violonchelo, “una canción gloriosa, que gira y gira, que gira hasta el final”, donde la sonoridad lírico-elegíaca de Yo-Yo Ma se prolonga y funde con las suites y temas de La lista de Schindler, Munich (Prayer for peace) y Lincoln y la primera grabación mundial de Highwood’s Ghost, un poema sinfónico que celebra la larga relación entre el compositor y el violonchelista escrito en 2018 para celebrar el centenario de Leonard Bernstein en el Festival de Tanglewood, y que evoca la leyenda de un fantasma que rondaba la Highwood Manor House de la zona, una pieza de concierto donde emerge el Williams más inquietante, sombrío y de lenguaje más contemporáneo en el diálogo y el relevo entre el arpa de Zhou, el cello de Ma y la orquesta dirigida por el propio Williams.

Jazz para el cine italiano de los 60

Las décadas de los 50 y 60 del pasado siglo vieron cómo el jazz desembarcada en la música de cine en una doble dimensión decorativa al hilo de los tiempos y las modas, pero también de manera significativa e integrada en sus funciones dramáticas. Si Barry y Dankworth abrían las puertas en el cine británico y Legrand o el mismísimo Miles Davis lo hacían en los contornos de la nouvelle vague, el cine italiano se iba a sumar también a la inercia a través de una importantísima nómina de compositores que se incorporaron pronto a la industria tanto para acompañar a los nuevos autores modernos como para ambientar el emergente y rentable cine de género: Piero Umiliani, Francesco De Masi, Armando Trovajoli, Luis E. Bacalov, Piero Piccioni, Nino Oliviero, Bruno Nicolai, Riz Ortolani, Marcello Giombini, Gianni Ferrio, Carlo Rustichelli, Aldo Piga, Carlo Savina y, como no podía ser de otra manera, Ennio Morricone.

Extraídos de los archivos de CAM Sugar, los 33 generosos cortes de Boom! Italian jazz scores at their finest (1959-1969) proceden de otras tantas bandas sonoras italianas de aquella década donde resuenan el jazz ligero, el be-bop californiano, el jazz criminal a lo Mancini o los ritmos de la bossa nova brasileña, pero también aires mediterráneos de lujo, seducción y peligro. Y entre los músicos y solistas, nombres como Gianni Basso, Enrico Rava, Franco D'Andrea, Gegé Munari, Chet Baker y Gato Barbieri.

La matiné de Goldsmtih y Dante

La colaboración entre Jerry Goldsmith y Joe Dante conviene ser reivindicada en su gusto por el cine de género popular para todas las edades, de los Gremlins a la estupenda Looney tunes, back in action. Matinée (1993), que tiene ahora nueva reedición ampliada en el sello Intrada, es una de las mejores, una cinta nostálgica del cine de serie B y las salas de reestreno de los 50 donde Goldsmith da con una hermosa melodía principal y un tono justo de comedia paródica.

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