Márkaris, el infeliz

Tusquets publica un libro de relatos en los que el escritor griego aparca la crisis y diversifica su temática para hacer una exploración de sus orígenes.

Fernando Pérez Ávila

28 de febrero 2016 - 05:00

LA MUERTE DE ULISES. Petros Márkaris. Trad. Ersi Marina Samará. Tusquets. Barcelona, 2016. 184 páginas. 17,50 euros.

Petros Márkaris (Estambul, 1937) acabó harto de escribir de la crisis griega después de publicar su tetralogía sobre la misma. Con el agua al cuello, Liquidación final, Pan, educación, libertad y Hasta aquí hemos llegado retrataron un país sumido en el abismo. A través de novelas policíacas, con tramas no siempre demasiado sólidas, Márkaris se convirtió en el mejor cronista de Atenas para describir la ruina, el hambre y la desesperanza de la población griega y la corrupción de sus dirigentes.

Para estas cuatro novelas, más sociales que negras, Márkaris recurrió a su principal personaje, el comisario Kostas Jaritos, que creó hace más de veinte años y que había protagonizado, hasta el inicio de la crisis, cinco novelas (Noticias de la noche, Defensa cerrada, Suicidio perfecto, El accionista mayoritario y Muerte en Estambul). En ellas, Jaritos investigaba una serie de crímenes y casi siempre recurría al sentido del humor y a la ironía tanto en sus investigaciones como en sus reflexiones sobre ante la vida. El propio escritor reveló en una visita a la Feria del Libro de Sevilla que utilizaba mucho el humor en sus obras porque él, que pertenecía a una familia que había pasado por malos momentos pero que, a pesar de todo, siempre estaba riendo. Márkaris es hijo de un armenio y de una griega, nació en Turquía y se pasó años siendo un apátrida.

La crisis de Grecia, sin embargo, arrasó con el humor de Jaritos y acabó hartando a Márkaris. Tanto que le puso al último libro de su serie negra el título de Hasta aquí hemos llegado. En esa obra todo era tristeza. Poco o nada quedaba de aquellos libros tan simpáticos, tan frescos y divertidos que llevaron a este venerable griego que roza la ochentena y tiene cierto parecido con Juan Tamarit a salir airoso de cualquier comparación con los más grandes del género en Europa. Es decir, Camilleri y Vázquez Montalbán.

Quizás por ese agotamiento, Márkaris ha optado por no escribir una nueva novela, sino por sacar un libro de relatos en los que, por fin, abre su campo temático y trata de esquivar, a duras penas, su relación con la ruina económica y social griega. El libro se llama La muerte de Ulises y lo acaba de publicar en España la editorial Tusquets, el sello que ha editado toda la serie completa de Jaritos y un libro de ensayos -sobre la crisis griega, ¿de qué iba a ir si no?- titulado La espada de Damocles. Consta de ocho relatos, aunque uno de ellos casi que puede ser considerado una novela corta.

Dos de estas narraciones breves tienen como protagonista al comisario Jaritos. Son la que abre el libro, El asesinato de un inmortal, y la que lo cierra, Poemas y crímenes, como si así Márkaris quisiera abrir un paréntesis y decirle a sus lectores que necesitaba tomarse un tiempo sin escribir esa novela policiaca tan social que tanta amargura le había generado en los últimos años. De hecho, ambos relatos sólo contienen referencias a la crisis pero se centran en dos crímenes ocurridos en el ámbito de la cultura, concretamente en la literatura y el cine. Ninguno está relacionado con la depresión económica que atraviesa el país, aunque el autor no puede renunciar a poner en boca de sus personajes frases tan desesperanzadas como ésta: "En este país, los que intentan triunfar sin enchufes ni contactos son asesinos en potencia".

La novelita corta, Tres días, es una exploración de Márkaris acerca de sus orígenes. Recrea los disturbios que, a mediados de los años 50 del siglo XX, sufrieron los griegos de Estambul, muchos de los cuales optaron por abandonar el país. Márkaris era un griego de Estambul y aquí utiliza a un comerciante de telas para exponer la situación de una minoría étnica en un país que se convierte en enemigo a medida que la tensión en Chipre se acrecienta. Da igual que griegos y turcos se criaran juntos, que ahora los segundos ven a los primeros como traidores.

Quizás el relato más brillante es el que se titula En terrenos conocidos, sobre una investigación de un policía turco en la Alemania en la que vive su padre. El cadáver y el pozo es un texto que contiene un giro narrativo que hace recordar al mejor Márkaris, al más divertido al menos. En Un atentado que llegó tarde se sumerge en la época nazi y narra la conspiración para matar a Hitler -la de Valkiria, sí- vista desde una familia berlinesa. En La destrucción de Pompeya hace una crítica feroz de la extrema derecha griega.

El relato que da título al libro, La muerte de Ulises, también va en esa línea, aunque los ultraderechistas sean esta vez turcos. El anciano Ulises se marcha de Atenas para ir a morirse a un asilo de Estambul, convertido en una extraña Ítaca. Ni siquiera allí puede encontrar la tranquilidad: "Los griegos de Estambul no somos felices en ningún sitio".

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