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Novedades discográficas | Orquesta Filarmónica de Málaga
MIGUEL MARQUÉS: LAS 5 SINFONÍAS
Pedro Miguel Marqués (1843-1918)
Sinfonía nº1 en si bemol mayor [1869]
Sinfonía nº2 en mi bemol mayor [1870]
Sinfonía nº3 en si menor [1876]
Sinfonía nº4 en mi mayor [1878 / 1894]
Sinfonía nº5 en do menor [1880/ 1894]
Orquesta Filarmónica de Málaga
José Luis Temes, director
Cezanne (3 CD)
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Manuel de Falla (1876-1946)
El corregidor y la molinera [1917]
El sombrero de tres picos [1919]
Orquesta Filarmónica de Málaga
José María Moreno Valiente, director
IBS Classical
Entre las cuatro orquestas institucionales andaluzas, la de Málaga ha sido siempre la que más interés ha mostrado por el mundo del disco. Sus álbumes publicados pasan de 60. Aunque los hay de todo tipo (algunos, meramente alimenticios), se cuentan entre ellos series de enorme interés, como los rescates de música española que la orquesta hizo junto al director José Luis Temes hace algo más de una década. Música de Emilio Lehmberg, Fernando Remacha, Arturo Dúo Vital, Evaristo Fernández Blanco o Manuel Manrique de Lara vieron la luz entonces en pulcras producciones del sello Verso. Desaparecida la marca madrileña en 2015, Temes empezó a publicar sus registros (que hacía con otras muchas orquestas españolas, incluida también la de Córdoba) en el sello Cezanne, que había fundado en 2001 Javier Monteverde. Ahí se publica ahora una caja de tres cedés con grabaciones del año 2010 que estaban inéditas y recogen la integral de las sinfonías de Pedro Miguel Marqués (Palma de Mallorca, 1843-1918).
Marqués se formó como violinista y compositor en su ciudad natal y en París, donde al parecer tuvo contactos con Berlioz, quien lo habría adiestrado en técnicas de orquestación. Regresado a España en 1865, pasa por el Conservatorio de Madrid, donde estudia con Jesús Monasterio y Emilio Arrieta. Desarrolla luego la mayor parte de su carrera como violinista y compositor en la capital española, escribiendo una cincuentena de obras teatrales (acaso sea la zarzuela El anillo de hierro, estrenada con gran éxito en 1878, la única partitura que hoy se mantiene, y muy marginalmente, en el repertorio) y música orquestal diversa, que tiene como culmen su ciclo sinfónico, cinco obras que editó Ramón Sobrino para el ICCMUentre 1993 y 2003. En noviembre de 2005, dentro del Festival de Música Española de Cádiz, la Sinfónica de Sevilla, dirigida por José de Eusebio, presentó la 4ª sinfonía en la que es la primera interpretación moderna de una de estas partituras que he podido documentar, pero lo cierto es que las obras no entraron entonces en repertorio. La publicación de este registro les concede una nueva oportunidad, aunque no lo van a tener fácil, ni por sus propias debilidades ni por el muro de prejuicios y habitual falta de riesgo programador de los conjuntos españoles.
Escritas entre 1869 y 1880 (aunque de las dos últimas Marqués hizo nuevas versiones en los años 90, que son la grabadas aquí), las Sinfonías del compositor balear responden al esquema clásico en cuatro movimientos (allegro de sonata, tiempo lento, scherzo y final) y bebe de modelos también clásicos, que arrancan inevitablemente de Beethoven y se apoyan sobre todo en Mendelssohn, aunque incluye abundantes elementos rossinianos (sobre todo en las dos primeras), rastros de música militar y toques de cierto color localista. Todas las obras fueron estrenadas en el madrileño Teatro Príncipe Alfonso con resonantes acogidas que al parecer fue especialmente intensa el día de la presentación de la 3ª (2 de abril de 1876) por la presencia en el teatro del joven Alfonso XII, que acabó convirtiendo el estreno casi en acontecimiento nacional. Esta 3ª (escrita como la 5ª en modo menor; las otras tres están en mayor) es posiblemente la obra más sólida de la serie: contiene un intenso Andante con moto muy mendelssohniano y un original Allegretto gracioso escrito en forma de tema con variaciones y con una parte obligada para el violín. La 4ª incorpora la antigua introducción lenta de las sinfonías clásicas e incluye un Andante apocalíptico de resonancias operísticas.
Coincide la publicación de este registro con la titularidad de un maestro mallorquín al frente de la orquesta malagueña, José María Moreno Valiente, que parece decidido a mantener la tradición fonográfica del conjunto. Si para el 30 aniversario de la orquesta, se permitió el lujo de registrar una 5ª de Mahler, ahora, también como entonces en el sello granadino IBS Classical, ha afrontado un interesante proyecto Falla, en el que se recogen dos versiones de una misma obra.
El corregidor y la molinera nació como farsa mímica en un acto y dos cuadros en 1916 y se estrenó en el Teatro Eslava de Madrid el 6 de abril de 1917. La obra contaba con libreto de María Lejárraga, escrito a partir de El sombrero de tres picos, la novelita de Pedro Antonio de Alarcón, que a su vez se basaba en un antiguo romance popular, El molinero de Arcos. Coincidió la concepción y el estreno de la obra con la presencia en Madrid de Serguéi Diáguilev que se había refugiado con sus Ballets rusos en España huyendo de la guerra europea. El gran productor ruso no consiguió que Falla diera su brazo a torcer para convertir sus Noches en los Jardines de España en un ballet para su compañía, pero al parecer el gaditano le sugirió que sí estaría dispuesto a hacerlo con esta pantomima que en aquel momento estaba escribiendo. Y así fue como El corregidor y la molinera pasó a ser El sombrero de tres picos, el ballet que la compañía de Diáguilev estrenó en el Teatro Alhambra de Londres el 22 de julio de 1919. La presentación de la obra contó con coreografía de Léonid Massine y decorados y vestuario de Picasso. Dirigió la orquesta Ernest Ansermet. En su transformación en ballet, Falla no sólo pasó del formato casi camerístico original (17 músicos) a la gran orquesta, sino que cambió la concepción narrativa, lineal, de la pantomima de partida, articulando la obra en torno a las danzas que representan a cada uno de los protagonistas y desarrollando especialmente su parte final, sobre todo esa gran jota conclusiva que se cuenta entre los mayores logros orquestales de la etapa nacionalista del maestro gaditano. El éxito en Londres fue apoteósico, pero Falla no pudo disfrutar de él in situ. Un día antes había recibido un telegrama que lo alertaba del gravísimo estado de salud de su madre, y volvió enseguida a Madrid para encontrarla ya muerta.
El registro de estas dos obras por la Filarmónica malagueña, hecho con un año de diferencia (febrero de 2022 - enero de 2023), pone en perspectiva la capacidad del genio de Falla para adaptarse a su entorno: lo mismo en un intento de reeditar ampliado el éxito de El amor brujo con una obra camerística para el mercado local que ante la llamada del gran espectáculo internacional, su talento termina imponiéndose desde el rigor, la técnica y la fantasía.
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