Todo sigue siendo de color
Música
Alba Molina publica junto al pianista Pepe Rivero ‘Nuevo Día’, un disco que lleva al jazz latino el legado de Lole y Manuel.
El dúo actúa el 20 en el Teatro Cervantes de Málaga
"Ayer, cuando amaneció, una mariposa blanca de un lirio se enamoró". La luz que atravesaba las canciones de Lole y Manuel vuelve a sonar en la voz de su hija, Alba Molina, que acerca ahora a los terrenos del jazz latino el legendario repertorio de sus padres en un disco, Nuevo Día, que publica junto al pianista cubano Pepe Rivero. Un álbum grabado en vivo durante tres conciertos ofrecidos en el club AC Jazz Recoletos la primavera del pasado año –y mezclado posteriormente en los estudios El Pelícano– que sus intérpretes presentarán el 20 de este mes en el Teatro Cervantes de Málaga, en una velada que promete emociones intensas y que contará también con la presencia de la gran Lole Montoya.
"En realidad, nunca he dejado ese legado. Siempre he estado haciendo homenajes a Lole y Manuel, en diferentes formatos", señala Alba Molina (Sevilla, 1978) sobre este lanzamiento. Junto a la guitarra de Joselito Acedo ya alumbró una trilogía, Canta a Lole y Manuel (2016), Caminando con Manuel (2017) y Para Lole y Manuel (2019), "y ahora tocaba darle un giro. Pensé en Pepe Rivero, que no era exactamente flamenco, que era más jazzero, latin... Por ahí hemos salido", explica la cantante sobre un pianista (Manzanillo, Cuba, 1972) que es un invitado habitual de los festivales de jazz más importantes y que a lo largo de una intensa trayectoria ha colaborado con figuras como Paquito D’Rivera, Celia Cruz, Gerardo Núñez, Perico Sambeat y José Luis Perales.
Alba Molina expresa su orgullo por la revolución sonora que plantearon sus padres, precursores de aquello que se llamaría Nuevo Flamenco y que acabarían conformando la banda sonora de una generación. "Fueron pioneros en lo suyo, y su influencia todavía dura. A partir de ahí, a partir de lo que ellos hicieron, vino todo lo demás", valora Molina. "Antes no había canciones por bulerías, antes había bulerías clásicas, ortodoxas, letrillas cortas, pero canciones como tal, en ese registro, no. Hasta que llegaron Lole y Manuel".
Alba Molina apunta también otra novedad que supuso la irrupción de la pareja: que en su imaginario, y en la palabra del poeta Juan Manuel Flores, todo era de color, una claridad inesperada invadía el mundo. "En el flamenco siempre se hablaba de penurias y de miseria hasta que aparecieron Lole y Manuel. De repente llegó Juan Manuel Flores con esas letras estupendas cantándole al pajarillo, al sol, a la mariposa... Eso tampoco existía antes", afirma la sevillana, que revive en esta selección himnos como Dime, Tu mirá y Almutamid. "Es una barbaridad, yo no sé qué canción es mejor, ¡todas son tan grandes! Ahora soy más consciente del nivel que alcanzaron mis padres. Tengo una familia muy sensible, genuina, particular, de una belleza abrumadora. Yo me siento bendecida".
Alba Molina advierte: un patrimonio tan portentoso no encuentra facilmente aspirantes a la altura. "Estas composiciones son piezas en las que todo funciona: la letra, la música, el concepto, el color... Entiendo, por eso, el afán de querer interpretar estas canciones, porque son muy apetecibles. Pero si las abordas, oye, cuídalas, respétalas, no te vayas de la esencia", analiza la artista. "A mí me molesta que la gente cante por Lole, porque Lole nada más que hay una. Yo soy su hija y me doy permiso, porque lo que interpreto es mi casa, es mi herencia... Estaba en la barriga de mi madre cuando tocaban estos temas. Pero yo no soy Lole, ni lo seré nunca, y nadie tendrá la grandeza de Manuel, no tiene ningún sentido intentar parecerse", reivindica.
Sobre la gestación de Nuevo Día, que lleva el mismo título del debut discográfico de Lole y Manuel, Molina cuenta que "conozco a Pepe Rivero desde hace muchos años, él había trabajado con mi madre en alguna ocasión, y había tocado en algún disco mío. Por la admiración que le tengo, se me ocurrió que podía aportar algo nuevo al repertorio, y se lo pregunté y dijo que sí, por suerte", expone. "Empecé a coger canciones... y se las fui pasando a Pepe para que se las mirara, para montar el puzle y ver qué piezas encajaban mejor. No fue algo muy premeditado, nos dejamos llevar por la intuición. Lo grabamos sin la idea de editarlo. Más que una apuesta comercial, fue como un trozo de vida, como amigos que se juntan para tocar. No es un disco perfecto, no lo teníamos todo atado, yo no sabía por dónde iba a tirar, pero eso es parte de la magia. No hubo rigidez, estábamos cómodos, sueltos. Quizás seamos unos inconscientes y unos locos, pero si en el arte no eres libre estás perdido".
Molina también está de celebración con Las Niñas, el grupo que formó con Vicky Luna y Aurora Power y de cuyos comienzos se cumplen ahora 20 años. "Estoy enamorada de ese proyecto, de la personalidad que tenemos cada una. En general estoy contenta con todo lo que he hecho: hace poco veía los discos que había publicado, y pensé en todos los años que llevo de carrera, en todo lo que he aprendido en este tiempo. Miraba las portadas de esos discos y se me saltaron las lágrimas. No pude evitarlo, me emocioné".
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