El criado y el señorito

Pietro y Paolo | Crítica

Marcello Fois, considerado el padre de la 'nueva literatura sarda', compone aquí una bella novela sobre la amistad, la bondad y la brecha de clase durante la Gran Guerra

El escritor italiano Marcello Fois (Nuoro, Cerdeña, 1960). / D. S.
Javier González-Cotta

10 de enero 2021 - 06:00

La ficha

'Pietro y Paolo'. Marcello Fois. Trad. Francisco Álvarez. Hoja de Lata. Gijón, 2020. 181 páginas. 18 euros

La literatura sarda –y en especial la escrita por autores del centro de Cerdeña– nos ha mostrado las interioridades de la isla cuya peculiar silueta recuerda a la de una enorme huella sobre el mar (los romanos la llamaron sandalion, de sandalia, y los griegos ichnusa o pisada, que da nombre hoy a la famosa cerveza sarda). Recordemos entre otros escritores isleños a Salvatore Satta, autor de la soberbia El día del juicio final, la olvidadísima Grazia Deledda (Premio Nobel en 1926) o la obra intelectual y política de Emilio Lussu.

La voz actual de Marcello Fois (Nuoro, 1960) ha alcanzado fama internacional. Viene a ser el heredero renovador de una tradición literaria que, más allá de costumbres y misterios locales, nos ha enseñado que Cerdeña no tiene playa, pese a ser una isla bañada por aguas de pórfido verde.

Quiere decirse que sin Marcello Fois no entenderíamos la esencia de lo que muchos entienden por la Cerdeña más auténtica, un tópico ramplón que enerva al propio autor. El centro montuoso, agreste y en apariencia inhospitalario de la isla gravita en torno a la localidad de Nuoro, situada junto a las montañas del Gennargentu y otras poblaciones agarradas al terruño, como Orgósolo o Oliena. Los romanos también llamaron como la Barbagia a esta zona impenetrable de la isla.

Portada del libro. / D. S.

La orografía y el paseo turístico no resultan gratuitos en estas líneas protocolarias. Paisaje y paisanaje marcan la literatura de Fois. La tierra altera la sangre del lugareño, renueva los atavismos y, a veces, señala el destino como una ingénita maldición. Sucedía con la trilogía de Fois sobre la familia Chironi (Estirpe, El tiempo de en medio y Luz perfecta). Y sucedía también en Memoria del vacío, novela inspirada en el bandido Samuele Stocchino, conocido por el Tigre de Ogliastra, y por quien Mussolini ofrecerá un potosí por su captura.

Ahora, en Pietro y Paolo, los resabios de la Gran Guerra, la injusticia social y el bandidaje a las sardas maneras vuelven en forma de reencuentro con la anterior Memoria del vacío. Pietro y Paolo, Paolo y Pietro, dan vida a una historia orillada por la amistad y la pleitesía, la casta y la servidumbre, la promesa fiel y el malentendido. Ambos son inseparables amigos de la infancia, pese al desencuentro social que media entre sus familias. Paolo es un señorito, hijo de un hacendado de Nuoro. Por su parte, Pietro procede de la estirpe natural de los desposeídos.

Al estallar la Gran Guerra, tras el desastre italiano en Caporetto en 1917, el ejército llama desesperadamente a filas a nuevos quintos. El padre de Paolo intenta proteger a su hijo del obligado viaje a las trincheras. Pero se hace imposible y sella un pacto de honor con Pietro para que éste cuide de él en el frente. Tras la catástrofe de Caporetto (el ejército italiano perderá más de medio millón de hombres entre capturados, huidos y muertos por los austrohúngaros, hecho que inspirará a Hemingway en Adiós a las armas), los nuevos reclutas son llamados a combatir en el Carso y a mantener la línea en el río Piave hasta junio de 1918.

Tampoco resulta ocioso el pormenor de los hechos bélicos. Durante la Gran Guerra destacó la bravía Brigata Sassari compuesta únicamente por soldados sardos (Emilio Lussu escribirá su antibelicista Un año en el altiplano). Durante su instrucción, mientras los tallaban y les hacían entrega de uniformes con olor a "alcanfor y a fenol", muchos no comprendían el italiano peninsular (recuerda Fois que su abuelo tuvo que hacer de traductor a los parvos soldados que salían de Cerdeña por primera vez en sus vidas).

Mural en Orgósolo, en cuya zona se ambienta la novela. / D. S.

Las vicisitudes en el frente harán que Pietro y Paolo tengan que separarse forzosamente, aunque para Paolo todo le resultará amargo e incomprensible. Un halo de religiosidad, a ratos mágica y otras veces ponzoñosa, cruza la novela cuando se citan las apariciones de la blanca Virgen en Fátima, que tienen lugar justamente en 1917, cuando el desangre de la guerra parece no tener fin. En la profunda Cerdeña también la religiosidad adquiere una cualidad como de sumisión perversa. En cierta forma, Pietro encarna el peso del destino que aguarda al menesteroso pastor y campesino, lo que lo llevará a la malandanza y, en suma, al delito.

Al fin y al cabo Pietro es un hijo de aquella Barbagia romana, atrapado por los tópicos del irredentismo. En tiempos Cicerón veía llegar en cadenas hasta Roma a los desconfiados y coléricos sardos. Finalmente, el malentendido que había separado en el frente las vidas de Paolo y de Pietro hallará su vuelta de tuerca. Años atrás cada uno había formulado un deseo particular a Santa Lucía en su aldeana capilla. Con el tiempo el uno lo desvelará al otro.

Marcello Fois ha escrito, pues, otra novela donde brilla lo que alguna vez en literatura se ha dado en llamar como "provincialismo iluminado".

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