Pilar Cernuda
¿Llegará Sánchez al final de la legislatura?
Desconfiar de las imágenes. Harun Farocki. Prólogo de Georges Didi-Huberman. Caja Negra. 320 págs. 25 euros.
Para Harun Farocki (1944, Neutitschein) la praxis cinematográfica va necesariamente unida al pensamiento y la escritura, no en vano, el cineasta desarrolló una importante labor crítica y editorial en la revista Filmkritik que acompañó el nacimiento del Nuevo Cine Alemán al que pertenece por generación, que no tanto por principios, y del que se acabaría distanciando irremediablemente.
La editorial argentina Caja Negra, que nos ha traído ya por aquí escritos fundamentales de Godard, Mekas o Kluge, edita ahora veinticuatro de sus textos publicados entre 1980 y 2010 en revistas, diarios, libros y catálogos, textos que acompañan y complementan su infatigable labor práctica en un ejercicio conjunto de pensamiento fílmico y pedagogía (desconfiada) de las imágenes que se inscribe en el corazón de una trayectoria de más de cuatro décadas y cerca de un centenar de títulos de diverso formato (del documental a la videoinstalación) y duración que circulan hoy por espacios alternativos (museos, bienales artísticas) bien distintos a las salas de cine o la televisión que, durante muchos años, le facilitó los fondos y la difusión para sus proyectos.
Farocki ha hecho de su cine ensayístico todo un gran proyecto de investigación transversal y pedagógica sobre el poder de las imágenes y su inscripción en el mundo contemporáneo. El carácter bastardo y autorreflexivo de su cine interroga las imágenes (técnicas) de las que se sirve, "quién las produce y a quién pertenecen", ya procedan de los archivos del ejército, de experimentos científicos o procesos industriales, de ilustraciones o fotografías extraídas de libros y revistas, de películas de ficción o archivos documentales, de la televisión, la publicidad o los videojuegos, de los dispositivos de vigilancia de prisiones o centros comerciales o de las cámaras amateurs de cualquier ciudadano.
Como a Godard, Marker, Kluge o los Straub, Farocki se sitúa en el frente radical de los cineastas políticos, aquéllos cuyo compromiso busca poner en evidencia las prácticas deshumanizadoras del capitalismo desde una base marxista que pasa por la elocuencia de una forma cinematográfica pensante de naturaleza dialéctica que se sirve del montaje, la palabra precisa, la reapropiación y la confrontación de materiales para reflexionar con una objetividad técnica, fría y analítica sobre los mecanismos que construyen la ideología del poder a través del control del imaginario audiovisual.
Como señala Georges Didi-Huberman en el prólogo de este libro, Farocki "pone las manos en el fuego (lo hizo, literalmente, en la fundacional Fuego inextinguible), para elevar el propio pensamiento hasta el enojo, elevar el propio enojo hasta el nivel de una obra. Tejer esa obra que consiste en cuestionar la tecnología, la historia y la ley. Para que nos permita abrir los ojos a la violencia del mundo que aparece inscrita en las imágenes".
Con Brecht, Adorno, Benjamin, Deleuze, Warburg, Agamben, Flusser, Virilio o Foucault integrados y reciclados en su pensamiento fílmico, Farocki se aventura a la exploración de la "política de la representación" en la era de la sospecha, a releer literalmente las imágenes en un proyecto audiovisual que ha sabido incorporar en su discurso los avances tecnológicos y los nuevos regímenes visuales como herramientas para reforzar su voluntad de hacer pensar al espectador al tiempo que lo hacen sus películas.
Este libro revela ahora, en cuatro grandes bloques, ese pensamiento teórico, previo, simultáneo o a posteriori, que late en su extensa obra. El primero de ellos, Los comienzos, recoge los textos relacionados con sus años de formación en Filmkritik (1974-1984) con el Nuevo Cine Alemán y autores como Fassbinder como referentes para el combate de ideas. El segundo, Acerca de la producción de imágenes y la producción de sentido, ofrece ya una amplia selección de artículos donde aborda cuestiones como el estudio de edición, la figura esencial del plano-contraplano, el estilo en Bresson, el montaje (blando), la imagen televisiva, las relaciones música-imagen en el videoclip, el problema ético de mostrar a las víctimas o los dispositivos de imágenes de la guerra. Un tercer bloque está formado por artículos, textos o introducciones para sus películas o instalaciones, donde encontramos reflexiones sobre los dispositivos de vigilancia, motivos visuales como la salida de trabajadores de la fábrica o los modos de exposición del material audiovisual.
El cuarto y último gran bloque del libro lo completan una suerte de autobiografía intelectual en trailers, una entrevista con Inge Stache con motivo de una retrospectiva en Buenos Aires en 2012 y un esencial glosario A-Z de términos, temas y preocupaciones farockianas elaborado por sus colaboradores Antje Ehmann y Kodwo Eshun.
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