Wicked | Crítica
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"Ya no soy pequeña, tampoco soy mayor...", anuncia Amaia sentada al piano. Esta es presentación, su declaración de intenciones, su forma de dar la bienvenida a un público que antes de verla llegar al escenario ya aclamaba su nombre con impaciencia.
En la cola, horas antes, sonaban sus canciones, reproducidas en cualquier plataforma de música. Una hora y diez minutos resultan poco para tantas horas de espera, pero no hay segundo del concierto en Málaga en el que sus fans no hayan saltado, gritado y, por supuesto, que se hayan emocionado.
"Tampoco soy mayor", canta la pamplonesa. Pero no se equivoquen ni mucho menos, sus 23 años están llenos de madurez. Sus letras, definidas en ocasiones como simples, ante todo, desprenden sinceridad. Solo ella conoce la forma de contar lo que ronda su mente juvenil y hacer que miles de personas más se identifiquen con ella, sean de la edad que sean, porque su franqueza es lo que los atrae.
Bienvenidos al show de Amaia. De la misma forma que lleva al público malagueño al pico más alto de emoción cantando el tema introductorio de su último disco, consigue amansarlo nada más sentarse al piano y anunciar que cantará tres canciones frente a él.
La afinidad de Amaia con este instrumento ya lo vimos en la academia de Operación Triunfo, donde demostró que las emociones eran su punto fuerte. Un rotundo silencio se hace cuando empieza a tocar las teclas del piano y los primeros versos de Pesimista irrumpen en la sala de conciertos.
Es difícil quitarle la mirada, un único foco la ilumina. A su alrededor no hay nadie, su banda se ha marchado para dejarla a solas en este momento íntimo con su público.
Como decía, es difícil mirar a otra persona, pero si te esfuerzas, puedes contemplar a decenas de rostros embelesados con la compositora, absortos cuando canta "cada vez hay más veces que me encantaría poder cambiarme de, cambiarme de vida".
Sin embargo, tan rápido como desea -porque ella tiene el poder en todo momento-, es capaz de romper su hechizo cuando, en mitad de la siguiente canción - esa que no quiere cantarte-, asalta con el Ave María de Bisbal, haciendo enloquecer a sus fans.
El concierto continúa y Amaia sigue demostrando su versatilidad vocal e instrumental. E incluso enseña que puede atraverse y moverse con soltura llevando adelante una coreografía. Sabe sonreír y cautivar al público, el cual estará pensando en esos dientes "durante ochenta años"; pero también sabe meterse en el papel y mostrar una seriedad aterradora al versionar 'Santos que yo te pinte', del grupo Los Planetas.
Aunque es uno de los temas que revelan que el final está cerca, por fin llega del que se ha convertido en uno de los nuevos himnos del siglo XXI. Así bailaba, colaboración de Rigoberta Bandini es la interporlación de la antigua canción 'Así planchaba' de Los Payasos de la Tele. "Lunes antes de almorzar, una niña fue a lavar, pero no pudo lavar, porque tenía que bailar", cantaba Amaia desde el escenario con la frenética respuesta del público, que "así lo bailaba" junto a ella.
"Volveré pronto", asegura llegado el momento de la despedida. La última vez que la oímos decir eso, el julio pasado, presentó semanas después la fecha del que ha sido este concierto. Tendremos que confiar una vez más en su palabra, y esperar a que esta veinteañera regrese para explicarnos que a veces, lo bello aparece "cuando ya no sé quién soy".
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