Anarquista, extranjero y, por último, genio: las etiquetas que le puso Francia a Picasso
Llegó a París en 1900, pero no fue hasta los años cincuenta cuando emergió en el país como un héroe e icono del arte, momento en el que el malagueño negó pasar por la alfombra roja que Francia le puso bajo los pies
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Nueva York/El pintor Pablo Picasso pisó por primera vez París en 1900, cuando en Francia se le veía como un anarquista y extranjero que no sabía el idioma, unos años más tarde se asentó en el país galo y se le puso otras etiquetas, como vanguardista y comunista, lo que le impidió hacerse con la nacionalidad francesa.
No fue hasta los años cincuenta cuando el pintor malagueño emergió en el país como un héroe e icono del arte, momento en el que el artista negó pasar por la alfombra roja que Francia le puso bajo los pies.
Esta historia llena de contrastes es la base de la exposición Un extranjero llamado Picasso que se inaugura este viernes en la galería Gagosian, en el barrio neoyorquino de Chelsea, y que reúne más de 90 obras del artista, así como fotos de documentos policiales y cartas de Picasso repartidas en orden cronológico hasta su muerte, en 1973.
Anarquista
La primera antítesis de la muestra se ve a la entrada: de un lado, hay tres coloridas piezas de distintos paisajes españoles que el malagueño pintó antes de su llegada a Francia y, del otro lado, una pared recubierta por una fotografía en blanco y negro de Bateau-Lavoir -residencia de artistas donde Picasso vivió 7 años y pintó su famoso cuadro "Les Demoiselles d'Avignon"-.
"Es la entrada del edificio al que llegó Picasso en 1904, donde vivió, y, pese a que ahora es un monumento histórico, en ese momento era un edificio en una colina de Montmartre (París) en el que hacía mucho calor en verano, mucho frío en invierno y había un grifo para 35 talleres", explica a EFE la comisaria de la exposición Annie Cohen-Solal.
Cohen-Solal, que escribió el libro de más de 1.700 páginas en el que se basa la exposición, cuenta que la llegada de Picasso a París fue difícil, que la hizo en varios viajes y que con la ayuda de varios amigos catalanes, entre su marchante, el pintor anarquista Pere Mañach, consiguió montar su primera exposición y asentarse.
No obstante, estas conexiones hicieron que la policía le creara su primer dosier, un expediente de extranjería con el número 74.664, en el que se le etiquetó de anarquista por sus conexiones.
Cohen-Solal explica que ser acusado de anarquista por aquel entonces era muy grave, ya que había sido un anarquista italiano el que había asesinado a un presidente de la república en 1894.
La comisaria de la muestra dice que también miraba con desprecio a Picasso la academia del arte francés debido a sus obras vanguardistas, pero que el propio Picasso tenía una estima muy alta de su persona, ya que sabía que era un genio.
No le dan la nacionalidad francesa
En 1940, Picasso, que había apoyado al bando republicano antes y durante la guerra civil española, solicitó la nacionalidad francesa, ya que temía correr el mismo destino que el poeta y dramaturgo español Federico García Lorca, quien fue fusilado en España en 1936 por el bando contrario.
"En Alemania se le consideraba un artista degenerado. Mientras que en Francia avanzaban las milicias nazis", añade la experta. Cohen-Solal indica que Picasso, que ya era un artista internacionalmente conocido, estaba seguro de que le iban a dar la nacionalidad y que por eso estampó "la firma más bonita que hay en toda la exposición" en el documento.
"Fue rechazado porque el policía encargado estaba celoso de él. Era un policía nazi que dijo que Picasso era muy conocido, muy rico, pero no prestó ningún servicio a Francia durante la guerra, ganó dinero gracias a Francia, pero envió su dinero a los españoles y a los rusos. Cosas completamente falsas", recalca la especialista, quien dice sentirse muy identificada con la historia de Picasso porque ella emigró de Argelia a Francia con 14 años.
La revancha de Picasso
Tras la Segunda Guerra Mundial, Picasso recibió el apoyo del partido comunista y socialista francés y su relación con el país galo pasó de inferioridad a admiración.
Picasso regaló varias de sus obras a distintos alcaldes franceses y dejó la ciudad de la luz para mudarse al sur de Francia, cerca del Mediterráneo, donde se compró un castillo.
En 1958, cuando el artista tiene 77 años, es Francia quien busca a Picasso para darle la nacionalidad, pero al artista ya no le interesa este trámite.
Tampoco acudió a grandes exposiciones en su honor, como la que se celebró en el Grand Palais en 1966 con 800 de sus obras o la que se desarrolló en el museo del Louvre en 1971; y negó el máximo premio de Francia, la Legión de Honor.
"Legión de Honor para los escritores sin editor, a los pintores sin compradores", respondió Picasso, tal vez acordándose de las penurias que pasó en Bateau-Lavoir.
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