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Antonio Zafra | Actor
A la escena teatral malagueña hace ya un buen tirón que le pone corazón, alma y oficio el actor Antonio Zafra, cuya trayectoria en el cine y la televisión no es menos abundante. Viejo conocido del gremio y de los aficionados, Zafra ha obtenido gran éxito lo mismo interpretando a varios personajes en un montaje de Hamlet que con sus monólogos a lo stand up comedy. La dirección escénica tampoco es ajena a un creador que, fundamentalmente, se ha atrevido con todo. Y a las dificultades propias de su quehacer se ha unido una sordera con la que no vino al mundo pero que, desde que hiciera acto de presencia, ha influido irremediablemente en su forma de trabajar y de relacionarse con los demás. Era cuestión de tiempo que Zafra abordara la cuestión de la sordera en un montaje teatral por muchas razones, no solo artísticas; pero, ante tan delicado reto, el cómo llegó a tenerle en vilo durante meses antes de tomar la mejor decisión posible: “Lo más fácil era contar mi propia historia, pero esto habría resultado demasiado doloroso para mí. Decidí entonces consultar a varias personas con sordera, de mi contexto más cercano y también a través de gente vinculada a la Sociedad Federada de Personas Sordas de Málaga. Simplemente, me planté ante ellos y les pregunté: ‘¿Qué creéis que debería hacer?’ Y casi todos me respondieron: ‘La gente no tiene ni idea de cómo vive una persona sorda, de los obstáculos a los que se enfrenta cada día, de cómo crea vínculos con los otros. Así que deberías contarlo’. De alguna forma, dado que yo no nací con sordera, sino que me sobrevino después, me veían un poco como alguien entre los dos mundos, y por tanto alguien ideal para servir de puente entre uno y otro. Comprendí además que, de esta manera, tenía la posibilidad de introducir un humor blanco para conectar bien con el público y a partir de ahí llevarlo a donde quiero llevarlo, al descubrimiento de una realidad que muchos viven a diario pero que la mayoría desconoce”. El resultado de todo esto es Oye-Escucha, un monólogo escrito e interpretado por Antonio Zafra y dirigido por Víctor Alfonso, que se estrena este viernes 17 a las 21:00 en el Centro Cultural Provincial MVA (C/ Ollerías) dentro del ciclo Proximity. Las entradas para esta función, que contará con una intérprete de lenguaje de signos, ya están agotadas; pero, precisamente, la intención de Zafra es llevarlo “allí donde nos lo reclamen, durante el mayor tiempo posible”.
Como ejemplo de lo que contiene Oye-Escucha, y de esas situaciones que la mayoría de las personas que no tienen sordera ni siquiera sospechan, Antonio Zafra invita a los lectores de Málaga Hoy a imaginar cómo se las apaña una persona con sordera para contratar un cambio en su tarifa telefónica. Por teléfono, claro: “Hay que hacerlo con un mediador, pongamos, un cuñado, que va respondiendo por ti a las preguntas que plantea la operadora. Este proceso ya es complicado, pero llega un momento en que el titular de la línea tiene que ponerse al teléfono para dar su consentimiento. ¿Cómo hacerlo correctamente? ¿Y cómo quedarse con la certeza de que la operación ha terminado bien? Es tremenda la cantidad de operaciones comerciales que se realizan cada día por teléfono. Y ése es un mundo en el que las personas con sordera están directamente vetadas”, explica Zafra, quien añade: “¿Qué hace una persona sorda en esta locura? Pues sobrevivir, como todos los demás. El problema es que las garantías y los puntos de partida son muy distintos. Los últimos datos de ocupación laboral revelan que la tasa de paro alcanza el 54,2% entre las personas sordas. Y esto es algo que no se sabe. Demasiadas empresas e instituciones optan todavía por hacer entrevistas telefónicas a quienes aspiran a trabajar en ellas. Eso deja fuera, de entrada, a todos los aspirantes con sordera. Hay muy poca sensibilidad. Se supone que una empresa que contrata a estas personas puede obtener beneficios fiscales, pero la mayoría prefiere no hacerlo. De modo que si miras en la comunidad de personas sordas, encuentras a gente que en su mayoría tiene poca cualificación, que por tanto gana poco y que, por último, tiene muy difícil una integración real en la sociedad. Es cierto que este problema tiene ahora una mayor visibilidad, pero también lo es que esa visibilidad no ha mejorado por ahora la calidad de vida de estas personas”.
Como actor de raza, Antonio Zafra confía en el poder del teatro para transformar el mundo hacia un modelo mejor: “Creo que esto hay contarlo, cada uno con lo que pueda. Si tuviera dinero para producir un documental, lo haría. Pero sí soy actor. Así que puedo hacer un monólogo y llevarlo a donde haga falta con tal de que la vida de las personas sordas sea más conocida y que la sociedad muestre más sensibilidad”. Con respecto a su experiencia como actor sordo, su relato es una invitación a la superación y al optimismo: “Yo parto de la premisa de que para las artes en general, y para las artes escénicas en particular, nadie está incapacitado. Es más, si por lo que sea tienes una sensibilidad distinta, lo tienes más fácil para llegar al espectador. Digamos que lo normal no llama la atención. Si eres una persona sorda, hay muchos caminos para llegar a ser un buen actor. Siempre hay una capacidad por potenciar. Hay gente que se siente incapaz porque no puede hacer una cosa, pero seguro que sabe hacer otra y además muy bien. La clave de esto es: olvídate de lo que no sabes hacer. Por eso creo que un término como discapacidad no encaja bien en el teatro. Todo el mundo tiene unas capacidades y carece de otras”. Precisamente, Zafra ahondará en todas estas cuestiones en el taller Hacia un teatro inclusivo, que tras el estreno de Oye-Escucha, del 20 al 23 de enero, tendrá lugar en el mismo Centro Cultural Provincial MVA y en el que los participantes adquirirán las herramientas necesarias para desarrollar, compartir y promover un teatro en el que todos tengan su espacio y su función.
Apunta Zafra que lo más complicado a la hora de crear Oye-Escucha fue escribir la dramaturgia: “Es una tarea que no había hecho nunca y que me ha costado más de lo que pensaba, seguramente por lo delicado del tema y por mi implicación personal”. El montaje cuenta con testimonios y aportaciones de personas sordas que se proyectarán en un vídeo en plena interacción con el actor. Otro teatro es, aquí también, posible.
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