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Así llegaron los Goya a Málaga
Los Premios Goya en Málaga
La posición de Málaga como opción preferente para acoger la entrega de los premios se consolidó en un tiempo récord con el Festival de Cine Español como artífice esencial del éxito
Málaga/Esta historia comienza en una fecha bien concreta: el 10 de julio de 2018, cuando la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España anunció de manera oficial que Sevilla acogería la 33 edición de los Premios Goya en febrero de 2019. Con esta opción, la Academia abría un melón bien jugoso y a la vez arriesgado, dado que desde 1987 la gala se había celebrado fuera de Madrid en una sola ocasión, en Barcelona en 2000, y la experiencia no resultó precisamente gratificante para la institución, que tuvo que hacer frente a un abultado caos organizativo. Algunos meses después, en la asamblea general celebrada en diciembre, el presidente de la Academia, Mariano Barroso, confirmó que las ciudades que se habían postulado para acoger los Goya en 2019 eran Mallorca, Pamplona y Granada además de Sevilla, localidades que durante años habían desarrollado una labor soterrada de convencimiento a los académicos sobre las bondades que entrañaría sacar la gala de Madrid, muy a pesar del fiasco barcelonés. En aquella asamblea general, Barroso apuntó que Málaga, sin precisar persona ni institución, “llamó para interesarse al día siguiente de hacerse pública la elección de Sevilla”. Hasta entonces, Málaga no había movido ficha, ni una sola vez, para acoger los Goya. Pero el éxito de Sevilla parecía obligar a Málaga a correr en la misma dirección. Con aquella llamada comenzó un proceso resuelto en un tiempo récord, que pasó por encima de otras ciudades que llevaban años labrando su proyecto de cara a los Goya y que ha tenido su mejor agente, a modo de diferencia providencial, en el Festival de Cine en Español.
Ya en aquella primera llamada, la Academia recordó a Málaga las tres condiciones que debía atesorar cualquier ciudad que aspirara a acoger la gala de los Goya: conexión directa con Madrid, un auditorio con una capacidad similar a la de los empleados en la capital (el recinto del Hotel Auditorium cuenta con un aforo de unas 2.800 butacas) y que la misma ciudad se comprometiera a garantizar los traslados y estancias de todos los académicos de España que quisieran asistir al evento. Málaga tenía garantizado lo primero y lo tercero se solucionaba con el presupuesto correspondiente, pero el mayor inconveniente tenía que ver con el recinto a emplear: mientras que Sevilla destinaba a los Goya su Palacio de Congresos con un aforo de 3.500 butacas, Málaga carecía de un auditorio de estas características. De inmediato se contemplaron las dos únicas opciones posibles: el Palacio de Ferias y Congresos, donde resultaba complicado acotar un recinto con capacidad para más de 2.500 personas; y el Palacio de los Deportes Martín Carpena, con sus 12.000 butacas. Aunque la Academia ha rechazado tradicionalmente las instalaciones deportivas para las galas, en el mismo diciembre de 2018, la comisión municipal de Cultura que presidía la entonces concejal Gemma del Corral señaló al Martín Carpena como solución para la candidatura malagueña.
La aspiración de la ciudad se concretó así en un pulso definitivo y empezó una labor de discreta estrategia con mucha mano izquierda. Palma de Mallorca y Valencia se postularon también para acoger la gala en 2020 y Sevilla no descartó volver a hacerlo (de hecho, la misma Academia tuvo que desmentir el rumor de que se había suscrito un compromiso con la plaza hispalense por dos años). En esta coyuntura, y ante la perspectiva de que alguna de estas plazas sea designada, se desató en el seno de la Academia un serio debate sobre la idoneidad de mantener los Goya por más tiempo fuera de Madrid. La institución se dividió entre quienes abogaban por la continuidad de las galas en la capital, con algunas salidas excepcionales, y quienes apostaban directamente por una itinerancia. En un principio, la primera opción parecía ser la preferente en la Academia, hasta el punto de que, ya antes de la celebración de los Goya en Sevilla, se daba por hecho que la edición de 2020 tendrá lugar en Madrid; sin embargo, el Festival de Cine Español, con su director, Juan Antonio Vigar, a la cabeza, insistió en hacer ver a la institución que la cita contaría en Málaga con las mismas facilidades y que la ocasión podría beneficiar de hecho a la misma gala con una mayor proyección. Las buenas expectativas que ofrecía Sevilla, a donde finalmente se desplazaron un millar de académicos (mientras que en Madrid no suelen acudir más de trescientos), jugaron a favor de la posible itinerancia y, así, de las aspiraciones de Málaga.
Finalmente, la gala de los Goya se resolvió en Sevilla con gran éxito, la bendición de la audiencia, la complicidad de la ciudad y la satisfacción de los académicos; así que la opción de volver a Madrid en 2020, que parecía segura, empezó a perder fuelle. El 19 de febrero, con el regusto triunfal aún en los labios, la junta directiva de la Academia del Cine Español celebró una reunión para estudiar las candidaturas que aspiraban a acoger los Goya en 2020, una baraja en la que se incluían Valencia, Palma de Mallorca, Sevilla y Málaga. Pocos días antes, el alcalde, Francisco de la Torre, había concretado por primera vez la cifra de lo que costaría organizar los Goya en Málaga: 1,5 millones de euros. Acto seguido solicitó el compromiso de la Junta de Andalucía para, en caso de resultar elegida la capital de la Costa del Sol, contribuir económicamente a la causa; y el recién elegido presidente del Gobierno andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, no tardó en confirmar su disposición al respecto. Aunque el presidente hizo también expreso el apoyo a Sevilla, este punto constituyó una novedad decisiva, ya que el Ayuntamiento hispalense había invertido en solitario el millón de euros previsto en el contrato suscrito con la Academia, al que se añadieron otros 750.000 procedentes de patrocinios privados. La celebración de los Goya fuera de Madrid obligaba así a las ciudades aspirantes a afrontar un desembolso no precisamente pequeño para garantizar tanto el éxito de la gala como la mayor comodidad de los académicos, los nominados y sus familias; en Madrid, la participación institucional se venía turnando tradicionalmente entre el Ayuntamiento y la Comunidad, sobre todo en la cesión de espacios y en la organización de la fiesta previa para nominados, pero sin que ninguna institución pública adelantara nunca presupuesto alguno: era la Academia (cuyas relaciones con la Comunidad de Madrid especialmente, aunque también con el Ayuntamiento, habían dejado de ser buenas) la que hacía frente en un principio con sus cuotas, aunque luego los patrocinios permitían el equilibrio de las cuentas. En todo caso, el apoyo explícito de la Junta fue clave para que el camino quedara despejado.
Poco a poco, el resto de ciudades candidatas se fueron desvinculado de la carrera. El mismo febrero, Valencia, una de las ciudades españolas donde la institución cuenta con más miembros, anunció que desistía del empeño para acoger la gala en 2020 con el objetivo de dirigir todos sus esfuerzos hacia 2021, en coincidencia con el centenario de Luis García Berlanga; una solución que gustó tanto a la Academia que pronto se dio por hecha la elección para el año siguiente. El trabajo diplomático, con Vigar al frente, siguió dando frutos y finalmente todo se resolvió de forma precipitada el mes de julio. El día 13, el productor Juan Carlos Caro, que había sostenido la candidatura de Palma de Mallorca durante dos años, anunció que finalmente la ciudad quedaba descartada, principalmente por su condición insular y las dificultades para el traslado de académicos y nominados. El día 18 era Francisco de la Torre quien hacía un viaje a Madrid para reunirse con los responsables de la Academia, del que regresó con muy buenas expectativas, y al día siguiente Antonio Banderas expresaba su apoyo incondicional. El día 23, Ana Núñez, la responsable de los Premios Goya en la Academia, realizó una visita en correspondencia al Martín Carpena para comprobar la calidad de las instalaciones junto a Vigar y la concejal de Cultura, Noelia Losada. Finalmente, la Academia de Cine hizo oficial el pasado lunes, día 29, el anuncio de que Málaga acogerá la 34 gala de los Goya el 25 de enero de 2020.
Al día siguiente, el vicepresidente de la institución, Rafael Portela; el alcalde, Francisco de la Torre, y la consejera andaluza de Cultura, Patricia del Pozo, dieron cuenta de algunos pormenores de la operación. El presupuesto para la gala se eleva a dos millones de euros, que compartirán a partes iguales el Ayuntamiento, la Junta de Andalucía, la Diputación Provincial de Málaga y Unicaja. Además, el Ayuntamiento asume por su cuenta la intervención necesaria en el Martín Carpena para la celebración de la gala, con un coste estimado de unos 700.000 euros. Aunque no se ofrecieron detalles sobre la gala, Portela apuntó a la posibilidad de organizar un evento “diferente y con sorpresas” dada la amplitud del aforo, lo que ha generado otro debate sobre la idoneidad de acometer esta amplitud en mayor o menor grado.
Entre los muchos ingredientes que sazonan este menú destaca, con mucho, la posibilidad soñada de que Antonio Banderas, cuya nominación al Goya al mejor actor por su trabajo en Dolor y gloria de Pedro Almodóvar está más que cantada, termine llevándose el premio en su ciudad. Cuesta imaginar un desenlace más oportuno para esta historia.
Algunas posibles novedades en la gala malagueña
La Academia del Cine Español irá desvelando a partir de septiembre, cuando está previsto que empiecen los trabajos de acondicionamiento del Martín Carpena, los detalles relativos a la gala malagueña, si bien ya pueden apuntarse algunas cuestiones. Aunque existe una reivindicación abultada para que Paquita Salas (el personaje de Netflix interpretado por Brays Efe, que ya tuvo una aparición estelar el año pasado) presente la gala, todo indica que Andreu Buenafuente y Silvia Abril repetirán tras las buenas sensaciones recabadas el año pasado en Sevilla. Además, fuentes municipales señalan que el Ayuntamiento desea abrir la gala a representantes de la vida cultural malagueña, así como reproducir en el entorno del Martín Carpena el ambiente popular habitual del Festival de Cine, alfombra roja incluida; aunque la Academia, claro, tendrá la última palabra.
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