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Baayork Lee | Bailarina, actriz, cantante y directora
Málaga/Cuando el director y coreógrafo Michael Bennett decidió crear A Chorus Line en el Broadway de 1974, mantuvo una serie de entrevistas con varios artistas del teatro que aspiraban al éxito en un Nueva York implacable a la hora de frustrar expectativas. Bennett se reunió con todos ellos con ánimo psicoanalítico e ideó los personajes de su musical, en el que quería recrear el árido mundo de las audiciones, a partir de las experiencias, ilusiones y fracasos que los jóvenes artistas le relataban. Una de aquellas cantantes, actrices y bailarines era Baayork Lee (Nueva York, 1946), una joven de Chinatown de padre chino y madre india que tuvo un debut precoz, a los cinco años, en El rey y yo junto a Yul Brinner. Bennett se inspiró en ella para el personaje de Connie Wong, que desde entonces han interpretado actrices de todo el mundo. Tras el éxito de A Chorus Line, y con algunos trabajos en otros musicales y en el cine (participó en el Jesucristo Superstar de Norman Jewison), Lee fue reclutada por el propio Bennett para dirigir otras producciones del mismo título en todo el mundo, tarea en la que continúa implicada actualmente. En 2017 recibió un Premio Tony de carácter honorífico por su dedicación humanitaria (concentrada en la dirección en Nueva York de un teatro especialmente dirigido a jóvenes de origen asiático en riesgo de exclusión social que pueden así labrarse un futuro en las artes escénicas) y en 2018 coreografió la producción de A Chorus Line que protagonizó la gala anual del New York City Centre. Entre el público de aquella gala se encontraba Antonio Banderas, quien aprovechó la coyuntura para fichar a Baayork Lee como directora artística del montaje de A Chorus Line que habría de inaugurar su Teatro del Soho en Málaga. Dicho y hecho: la artista participó en las audiciones celebradas en Madrid, Barcelona y Málaga, ha trabajado este verano de manera estrecha con Banderas y esta semana ha participado en los ensayos del musical que desde el pasado lunes se celebran en la Escuela de Superior de Artes Escénicas de Málaga (ESAEM), donde tuvo lugar esta entrevista.
-¿Qué se le pasó por la cabeza cuando Banderas le propuso hacer A Chorus Line en Málaga?
-Cuando Antonio vio nuestra producción del City Center ya tenía en mente hacer A Chorus Line. Vino a ver aquel montaje que yo había producido, se reunió con nosotros en el escenario y dijo “tengo que hacer este espectáculo”. Yo le dije “oh, eso sería maravilloso”. Y al día siguiente, a las diez de la mañana, estaba en su casa escuchando sus razones de por qué quería montar A Chorus Line. Yo le respondí que me parecía muy bien, pero le pregunté de inmediato si estaba convencido de que algo así podía pasar. En ese sentido soy muy pragmática: siempre es excitante hablar de nuevos proyectos, pero a menudo a la gente se le queda la fuerza en las palabras y se queda sin hacer nada. Por eso le pregunté a Antonio, directamente, si realmente era posible hacer A Chorus Line tal y como él quería. Lo que pasa con Antonio es que es muy pasional, tiene un entusiasmo muy contagioso. Me confesó que su idea era interpretar a Zach pero que no sabía si iba a ser capaz, y me pidió que fuera sincera con él respecto a sus posibilidades. Este verano estuve con él unos días mientras se preparaba, primero en Málaga y luego en Londres; y en cuanto le vi hacer dos gestos sabía que tenía a Zach delante de mí. No necesitaba nada más. Tenía todas las virtudes de un bailarín, lo que es muy difícil de encontrar en los actores, dado que por lo general están más habituados al trabajo textual y menos al corporal. Pero Antonio ha seguido un entrenamiento propio de un bailarín, a diario, ha conocido el dolor que se siente y la exigencia que acarrea una coreografía. Así supe no sólo que sí era posible hacer A Chorus Line; también que la única manera de hacerlo posible era con Antonio Banderas.
-¿Respondieron las audiciones a sus expectativas?
-En las audiciones fuimos muy, muy estrictos, sencillamente porque queríamos a los mejores. Vino gente de muchos sitios, de México, de Chile, de Berlín, de toda España. Y sí, seleccionamos a los mejores. Las pruebas eran complicadas porque algunos artistas tenían que interpretar cuatro y hasta cinco personajes, y encontramos a las personas adecuadas para hacerlo. Te puedo asegurar que esto es más bien extraordinario. He dirigido a compañías de muchos lugares del mundo en producciones de A Chorus Line y la mayor parte de los actores que encuentras pueden hacer dos personajes, tres como mucho. Pero aquí interpretan a cuatro, incluso cinco. Y muy bien además. Es increíble el talento teatral que hay en España.
-¿Podemos decir que estamos ante una de las mejores compañías que han representado A Chorus Line en el mundo?
-Sí, una de las mejores, sin duda. Y te confieso que no esperaba que fuera así. Vine dispuesta a hacer el mejor montaje posible, a escoger a los mejores artistas en las audiciones, pero cuando terminamos de seleccionar el elenco comprendí que teníamos algo muy diferente de lo que era capaz de prever. Contamos con un equipo magnífico, aprenden muy rápido y son muy disciplinados. Cuando creamos A Chorus Line lo concebimos para actores, cantantes y bailarines que de alguna forma debían interpretarse a sí mismos, expresar sus propias emociones cantando y bailando. Por eso hace falta una pasión como la de Antonio Banderas para hacer este espectáculo. Y por eso no resulta extraño en absoluto que él optara por A Chorus Line para abrir su teatro en Málaga. Todos los que trabajamos en esto estamos haciendo historia, no sólo para Málaga, también para A Chorus Line. Es maravilloso ver cómo este musical inaugura un teatro, es una oportunidad única. Además, ¿no es genial que venga gente de todas partes a Málaga a ver un musical? Piensa que la noticia de lo que estamos haciendo aquí se conoce ya en todo el mundo. Actualmente hay compañías representando A Chorus Line en muchos sitios, en Australia, en Noruega, en Chile. Y todos nos mantenemos conectados, sabemos bien lo que hacen unas y otras. La expectación que ha despertado este proyecto de Antonio es tremenda. Todo el mundo quiere venir a verla. Sólo puedo expresar mi agradecimiento por estar aquí.
-¿Cómo se recibió en Broadway la noticia de que Banderas iba a poner en marcha su propio teatro en Málaga con este musical?
-Cuando se anunció allí este proyecto emplearon una foto de Antonio Banderas y otra mía. Somos gente de Broadway, nos conocemos bien, nos seguimos todos mutuamente. De inmediato surgió mucha curiosidad por lo que podíamos hacer los dos juntos, pero la curiosidad se disparó cuando se supo que íbamos a hacer A Chorus Line en español. Otras compañías lo han hecho en México y en Argentina, por ejemplo, pero nadie lo había hecho íntegramente en español. Y es que, con todos los respetos, ninguna de esas compañías contaba con Antonio Banderas. Para mí, es un orgullo formar parte de la primera compañía que se atreve a hacerlo así.
-Un profesor de la Escuela de Arte Dramático de Málaga decía que sólo quienes vieron al joven Antonio Banderas hacer de Marco Antonio en el Julio César de Shakespeare en el Teatro Romano de Málaga, a comienzos de los 80, puede hacerse una idea de lo gran actor que es. ¿Tendremos ocasión de comprobarlo ahora en su papel de Zach?
-Estoy convencida de que será así, aunque en realidad es difícil responder a esa pregunta para mí porque no he visto sus películas.
-No me diga.
-Sí. Sé bien quién es Antonio Banderas, claro. Conozco su talla como actor, su renombre. Pero nunca he visto sus películas. Paso demasiado tiempo en el teatro, ya ves. Aunque si te digo la verdad, lo que hubiera hecho antes en el cine me resultaba indiferente cuando empezamos con esto. Lo que me sirvió para convencerme del todo fue su capacidad para convertirse en Zach, comprobar que realmente él era Zach, no las películas que hubiera protagonizado antes. Recuerdo que en uno de nuestros primeros encuentros alguien me llamó la atención sobre el hecho de que Banderas había sido el Gato con Botas, y yo pregunté “¿qué es eso del Gato con Botas?” El propio Antonio me aclaró un tanto sorprendido que era una de sus películas y, claro, pasé cierta vergüenza. Pero creo que este desconocimiento por mi parte ha sido positivo para nuestro proyecto. He llegado a esta aventura sin ideas preconcebidas sobre Antonio Banderas y eso me ha ayudado mucho a congeniar con él, a acordar las líneas de la dirección. Lo cierto es que nos entendemos muy bien.
-¿Es muy diferente dirigir y producir musicales de hoy respecto a la época dorada de Broadway, en los años 60 y70?
-Es lo mismo y a la vez es distinto. Las generaciones van pasando y cada una es diferente. Pero hay algo que no cambia: todo el mundo que desea dedicarse al teatro tiene que pasar por una audición, y A Chorus Line retrata esa experiencia. Cualquiera que desee trabajar en McDonald’s, o en cualquier otro sitio, tiene que pasar por una entrevista. Pues bien, nuestras entrevistas son las audiciones. Ahí todo el mundo se sitúa en la misma línea, al mismo nivel, y todos son juzgados en igualdad de condiciones. Nosotros podemos ser juzgados como bailarines, pero en una entrevista para acceder a un puesto de trabajo cualquier es juzgado respecto a sus facultades. En este sentido, A Chorus Line lanza un mensaje muy universal. Y supongo que por eso le gusta mucho a la gente, porque nosotros, los artistas del teatro, amamos lo que hacemos y eso no deja de ser una aspiración de todo el mundo. El espectáculo puede entenderse como una invitación a amar lo que haces: los bailarines bailamos, siempre, aunque nos rompamos una pierna, aunque caigamos enfermos, pero lo hacemos porque nos gusta. Cuando hice A Chorus Line con Michael Bennett, hace 45 años, lo que queríamos contar era justo esto. Y tener la oportunidad de volver a hacerlo ahora, con una nueva generación que puede ser distinta pero que comparte exactamente los mismos sentimientos, es muy emocionante para mí.
-A Chorus Line cuenta en parte su propia historia. ¿Se sigue reconociendo en esta obra tanto tiempo después?
-Después de que estrenáramos A Chorus Line en Broadway, Michael Bennett me envió a Australia a dirigir allí otra producción de la misma obra. Pasé con él varios meses en los que me enseñó bien y al detalle todo el proceso. Cuando llegué a Australia y empezamos los ensayos dirigí toda mi atención a Connie, el personaje que yo había interpretado: estaba obsesionada con que saliera como yo quería, con mis directrices, hasta que caí en la cuenta de que también tenía que dirigir a los demás personajes. Hoy veo a Connie y me encanta, la disfruto, pero ya es mi pasado. Ella es una chica sin empleo que en muchas cosas ya no tiene que ver conmigo. De manera que me resulta más fácil salir del espectáculo, verlo desde fuera cuando lo dirijo.
-Broadway es un mundo lleno de luces y de ilusión, pero ¿qué hay debajo de la alfombra?
-Muchas cosas. Antes, en Broadway teníamos como productores a gente con mucho talento, capaz de reunir a los mejores guionistas y los mejores directores, que lo conocían todo sobre el teatro, que sabían tomar las mejores decisiones y delegar en los grandes. Aquellos fueron los productores que impulsaron musicales como Hello Dolly o West Side Story, todos imprescindibles. Hoy es muy distinto: hace falta muchísimo dinero para poner en marcha un espectáculo. Necesitas a cuarenta inversores que aporten su dinero, que quieren ver su nombre en los créditos de la compañía pero que no se implican a nivel artístico. Simplemente invierten y esperan sus beneficios. Actualmente, algunos empujamos para que haya una mayor diversidad en las producciones musicales. Ya nos hacemos mayores y en Broadway hará falta un recambio, necesitamos talento joven, y eso se conseguirá abriendo las puertas a más diversidad. Es una buena causa por la que luchar.
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