Bosco Sodi, el enigma de lo sagrado en el CAC Málaga
CAC Málaga
El centro abre su nueva temporada con la exposición 'Ergo sum', que reúne unas cuarenta obras de reciente creación del artista mexicano
Málaga/Aunque caben alternativas razonables, seguramente no hay sentencia más radical en la historia de la filosofía que la conocida máxima de Descartes: "Cogito ergo sum". Es decir: Pienso, luego existo. El autor de El discurso del método pone bajo la sospecha de la duda toda la información que los sentidos son capaces de registrar y señala a la razón como única verdad fiable. Semejante fórmula ha alumbrado premisas filosóficas del más diverso pelaje, pero desde su mismo origen no han faltado quienes han advertido vínculos poderosos con una intuición natural respecto a lo sagrado. El primero, el mismo Descartes, quien al introducir en su racionalismo absoluto el ideal de perfección como concepto innato, no adquirido, apuntaba directamente a la existencia de Dios. Esta acepción del discurso radical (radical en cuanto a anclado en la raíz, en cuanto a hallazgo de lo esencial una vez retirados los accidentes) como prefiguración de lo sagrado preña de manera significativa la exposición del artista mexicano Bosco Sodi (Ciudad de México, 1970) con la que el CAC Málaga abre su nueva temporada. No en vano, la muestra, que podrá verse hasta el 6 de diciembre, lleva por título Ergo sum a modo de declaración de intenciones. Dado su carácter internacional, el proyecto ha puesto a prueba la capacidad organizativa del equipo del CAC en plena pandemia del coronavirus y llega a buen puerto con el mejor resultado posible: este viernes, la exposición tuvo su presentación con la presencia de la directora del CAC y comisaria, Helena Juncosa; el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre; la concejal de Cultura, Noelia Losada; y el mismo Bosco Sodi, residente en Nueva York si bien desarrolla buena parte de su trabajo en su México natal.
La exposición presenta unas cuarenta obras de Sodi de reciente creación. Más de la mitad son pinturas nunca presentadas anteriormente de calidad monocromática, geometría radical (en el mismo sentido) y texturas abundantes. El protagonismo absoluto de este trabajo recae en el negro, con lo que el visitante se encuentra con un enigma: pero semejante reducción invita de inmediato a la trascendencia, entendida como el camino a seguir cuando se niega cualquier autoridad a la percepción sensitiva. Lo paradójico, claro, es que a poco que la contemplación se prolonga el tiempo necesario en estas pinturas la negación de la percepción se convierte en una percepción distinta, más directa, donde el concepto aflora desprovisto de cualquier prejuicio. Es relativamente sencillo recurrir a la abstracción como categoría, incluso al expresionismo abstracto (de hecho, Sodi realiza estas pinturas sin pincel y sobre el suelo, a lo Jackson Pollock); pero lo cierto es que en Sodi la forma, y sobre todo el color, quedan muy por encima de cualquier disyuntiva entre abstracción y figuración: "El negro no es solo un color de tantos, ni un elemento o un material de tantos. El negro lo baña todo en una ausencia, pone de manifiesto una opacidad, y disuelve todos los matices de sombra y luz", explica el artista al respecto. Es esa ausencia la que queda, al fin, representada. Como si el negro, en lugar de negar la percepción, la abarcara al completo en esa disolución.
Pero Ergo sum es también, a su manera, un juego: Bosco Sodi completa su muestra con un conjunto de esculturas de rocas doradas, realizadas entre 2016 y 2017, que ayudan a escenificar la frontera entre sombra y luz y, de paso, añaden más leña al fuego del enigma. Si la primera impresión es la de una mutua negación, lo cierto es que el conjunto ofrece una representación fidedigna de la presencia de la luz (y su necesaria antagonista, la sombra) en la naturaleza. Sodi juega, ciertamente, al caos, pero encuentra un orden que se presenta de nuevo fiel a la razón como cualidad innata. En la exposición, el visitante recibe la invitación a jugar a un juego que le permite poner en marcha aprendizajes de los que tal vez no era consciente.
Para el proyecto ahora puesto de largo en el CAC, Sodi emplea materiales naturales sin tratar como los pigmentos, el serrín, la madera, la pulpa, las fibras naturales o las resinas con las que crea sus pinturas negras. En los últimos años, con una especial inclinación a la escultura, el artista ha mostrado una especial inclinación por el magma volcánico solidificado del volcán Ceboruco, en México, lo que le ha permitido ahondar en la tradición artística de su país desde una perspectiva antropológica. Esa tradición, no obstante, está bien presente en Ergo sum a través del caos y la ilusión de control, que con tanta precisión ha definido la cultura mexicana desde sus fundamentos folklóricos hasta sus alcances contemporáneos.
Bosco Sodi ha celebrado numerosas exposiciones individuales en ciudades como Nueva York, Londres, Tokio, Turín, Barcelona y Valencia. Su obra forma parte de colecciones privadas en México, EEUU, Reino Unido, Australia y Japón, entre otros países.
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