Brinkmann entre claroscuros
El pintor malagueño presentó ayer en la galería Gacma su obra más reciente, una treintena de piezas con las mallas metálicas como constante · En las últimas piezas innova y oscurece las transparencias · Gacma: Exposición hasta el 18 de junio. Calle Fidias, 48-50. Parque empresarial Santa Bárbara.
En los juegos de sombras siempre hay espacio para el factor sorpresa. Y cuando el soporte es un lienzo, Enrique Brinkmann se recrea. El artista malagueño presentó ayer en la sala Gacma una treintena de piezas (entre lienzos y dibujos) inéditas, pertenecientes a su producción más reciente, y donde experimenta con los claroscuros de sus características mallas metálicas. Si el pasado año el Museo Municipal del Patrimonio le dedicaba su primera retrospectiva con el lema Hacia la luz, en esta ocasión el artista se asoma a su reverso.
De hecho en los dos últimos cuadros de la citada muestra antológica ya se atisbaba la intención del pintor de experimentar nuevas posibilidades con las mallas. Así, probó con introducir poco a poco color desde la parte de atrás, de forma que las transparencias quedaban opacas. "Y un día me dije, ¿por qué no aplicarle color a todos los cuadros?", comentó ayer el artista. El resultado son composiciones geométricas abstractas, tridimensionales y, sobre todo, "muy gratas", matizó su autor, satisfecho con el producto final de su experimento.
Un total de 11 piezas sobre papel (en pequeño y gran formato) y 20 pinturas sobre mallas conforman esta muestra que se podrá contemplar hasta el próximo 18 de julio. Once de estas últimas piezas pertenecen al trabajo de 2008, y el resto a la producción artística de entre 2006 y 2007. Tres años de coherente evolución hacia un expresionismo donde prima "la plástica" sobre cualquier otro mensaje, como recalcó su artífice. De las transparencias a la opacidad, de la luz a las sombras, Brinkmann marca el itinerario a seguir por las dos plantas de la sala con un kilómetro cero. Un inmenso políptico (conformado por cuatro lienzos) sobre mallas de acero preside la exposición bajo el lema ¿Quién mató a Cornelius Cardew?
En boca del artista el título adquiere mayor significado. "Cornelius era un músico amigo mío maoísta radical perteneciente al movimiento artístico Fluxus que murió atropellado", resumió Brinkmann para referirse a un lienzo "siniestro, con un poco de cine negro", añadió entreveras. Brinkmann llegó a ilustrar partituras del compositor.
Merecedor en 1994 del Premio Nacional de Grabado, Brinkmann atesora una carrera de más de cincuenta años entregado a la creación y con un trono en la escena contemporánea que traspasa las fronteras de su Málaga natal. El punto de partida de sus pinceles lo marcó en 1957 con una suerte de realismo fantástico afín a la obra de contemporáneos como Francisco Peinado o José Hernández. Su primera exposición individual fue en la sala de la Sociedad Económica de Amigos del País.
Desde entonces el creador no ha dejado de indagar en nuevas formas plásticas. Sus primeras creaciones reposan sobre aguafuertes, tinta china y carbón sobre papel, continuó con el metacrilato como soporte para detenerse posteriormente en el relieve que le otorgaban las mallas, su actual hábitat.
A caballo entre Madrid y Churriana, Brinkmann mueve sus pinceles "siempre buscando una coherencia interior", sostuvo ayer. Fernando Castro Flórez acompaña con sus textos el catálogo de esta exposición y define de esta forma el progreso sosegado del artista. "Sus líneas señalizadas, temblorosas y puestas en relación con el número, los esbozos de escritura o los horizontes brumosos nos llevan más allá de la retórica nihilista", describe. La predilección por las mallas, añade "encaminan a la imaginación hacia una sugerencia paisajística".
Asiduo a las páginas de Edgar Allan Poe y Frank Kafka, el malagueño reconoce sentirse influenciado además por la música contemporánea, ya sea por el ritmo que imprime en algunas de sus obras, como por el sonido ambiente que acompaña su rutina de trabajo.
En los años 60, los primeros pasos de un artista escéptico con el éxito de su propuesta calaron hondo en la intelectualidad malagueña de la época, y más aún entre los artífices de revistas como Caracola y Litoral. Contaron con su talento para ilustrar algunas de sus publicaciones, y junto a sus dibujos figuraba la dedicatoria de Jorge Guillén o Francisco Ayala.
De cara al futuro, el creador se plantea la posibilidad de trabajar sobre un soporte luminoso, "pero no con pintura, sino con serigrafía u otra obra gráfica", apuntó ayer. Enemigo de la monotonía, Brinkmann se confiesa adicto a la diferencia. "Me gusta experimentar porque me llevo siempre sorpresas", recordó.
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