Cañas, devoradora de imágenes, en Isabel Hurley
La Última Mona
Tres son los vértices discursivos de la exposición.
Devoradora de imágenes, María Cañas (Sevilla, 1972) se ha llevado sus vídeo-collages a Isabel Hurley (Paseo de Reding, 39) para conformar Contenga multitudes, la muestra que hasta el 26 de marzo puede verse en esta galería. Tres son los vértices discursivos de la exposición. Para empezar, Risas en la oscuridad (2015), videocreación envolvente que forma un triángulo simbólico-espacial en el que Cañas homenajea con actitud gamberra a la mujer rebelde que, por mor de la apropiación audiovisual, responde a esos tipos cinematográficos femeninos que imaginaron los hombres para que "fuesen mirados", como ya apuntó Laura Mulvey en 1975; quizá la enseñanza conecte con el deseo de que esos sujetos terminen siendo imaginados por las propias mujeres, o por nuevas masculinidades que conecten con un siglo que continúa soñando emancipación. Un segundo vértice lo compondría la instalación Al toro bravo échale vacas (2015), donde la artista extrae parte del lugar en el que transcurre la acción que sucede en una pieza en la que la sátira se ceba en ese himno paradójicamente mudo y problemático (ay, el español).
Es, sin embargo, La mano que trina (2015), la obra en la que la sevillana expresa mejor lo que viene a decir; tirando de ese humor tan jackass, egomaníaco y estúpido que campa en la red, Cañas vomita un reguero de vídeos que, virales o no, invitan a la reflexión en torno a una existencia digital en la que no parece haber cabida para un acto tan sencillo como abrir un libro o existir (sin estar mirando una pantalla todo el tiempo); contrapone, además, la gran consecuencia del megaconsumo tecnológico en nuestras sociedades: esa basura acumulada en países como Ghana que, al igual que la atómica o la espacial, define una época en la que la acumulación se ha convertido en una monstruosa necesidad.
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