La otra casa del arte español
Centro Pompidou Málaga
El Centro Pompidou Málaga presenta su nueva colección semipermanente, 'De Miró a Barceló. Un siglo de arte español', que reúne 90 obras de 41 artistas y que podrá verse hasta el 1 de noviembre de 2021
Con esta propuesta, el museo celebra su quinto aniversario mientras el Ayuntamiento negocia ya su continuidad a partir de 2025
Fue en 1920 cuando un joven Joan Miró llegó a París, donde fue acogido por Pablo Picasso y de donde puede decirse que nunca terminó de regresar. Si la presencia de artistas españoles en la capital francesa había dejado de ser extraña desde mediados del siglo XIX, a partir de entonces la aportación de estos mismos artistas a las vanguardias, los ismos y el propio discurso artístico resuelto en París como eje central y foco inspirador para todo el mundo no sólo no fue menor sino que resultó determinante. Esta idea articula la nueva colección semipermanente del Centro Pompidou Málaga, De Miró a Barceló. Un siglo de arte español, que desde este mismo jueves y hasta el 1 de noviembre de 2021 reunirá 90 obras de 41 artistas, en su mayoría españoles, para dar buena cuenta del alcance y la influencia de esta aportación. De entrada, la propuesta encierra una singular consideración de ida y vuelta, en la medida en que Málaga recibe y expone una amplia y cuidada selección de los fondos de arte español que custodia el Centre Pompidou de París. Y el mismo director del museo, José María Luna, se adelantaba a la posibilidad de que alguien preguntara si semejante maniobra tiene sentido con su particular respuesta: "Por supuesto. Lo que ofrecemos aquí es la posibilidad de descubrir el arte español del último siglo desde otro punto de vista". Este punto de vista encierra el verdadero quid de la cuestión, ya que, tal y como y recordó la comisaria de la exposición, Brigitte Leal, es la primera vez que el Centre Pompidou de París presenta reúne parte de sus fondos de arte español para una exposición sobre la materia (la institución organizó en 1998 la exposición Picasso y el arte español, si bien el protagonismo del asunto ahora abordado en todo su esplendor era únicamente tangencial). En cualquier caso, esta revisión de un siglo de arte español, debidamente contextualizada con la entrada en juego de otros maestros del París delas vanguardias, constituye, por su ambición y su calidad reveladora, un hito en la historia expositiva de Málaga.
La nueva colección, con la que el Centro Pompidou Málaga celebra ahora su quinto aniversario, tuvo su presentación este jueves con la presencia del alcalde, Francisco de la Torre; el embajador de Francia en España, Jean-Michel Casa; el presidente del Centre Pompidou, Serge Lasvignes; la concejal de Cultura, Noelia Losada; y los citados José María Luna y Brigitte Leal, además de varios responsables de Caixabank y de la artista La Ribot, cuya pieza de vídeo Traveling Olga /Traveling Gilles (2003) abre la colección a modo de invitación cargada de intenciones (y quien, por cierto, presenta su performance Pièce distinguée en la inauguración de este jueves). La colección se distribuye en seis áreas temáticas ordenadas a su vez con un criterio cronológico: La década de 1920, El surrealismo, Los años 1930, Artistas españoles en la Escuela de París, Pintura Matérica y La generación de la posguerra y a lo largo de este trazado el visitante encontrará obras de referentes incuestionables como Pablo Picasso, Salvador Dalí, Juan Gris, Julio González, Joan Miró, Pablo Gargallo, Antoni Tàpies, Antonio Saura, Eduardo Chillida, Miguel Berrocal, Antoni Clavé, José María Sicilia, Juan Uslé, Xavier Valls y Miquel Barceló, entre otros imprescindibles.
Cabe llamar la atención sobre la escasa presencia de mujeres artistas en el paisaje general de la exposición, inclinada sin reservas al criterio masculino, lo que puede obedecer a razones históricas (aunque igual la cuestión merecería una profundización más consciente al respecto): en los cinco primeros segmentos del recorrido únicamente figuran María Blanchard y Roberta González, si bien el apartado dedicado a La generación de la posguerra presenta un canon más equilibrado (aunque tampoco en exceso) con creadoras contemporáneas como la citada La Ribot y Cristina Iglesias, cuyo imponente Corredor suspendido (2006) realizado en alambre de hierro trenzado ocupa el área central del Cubo del Pompidou. De cualquier forma, Leal explicó en la presentación que el objetivo de esta muestra "no es sólo reunir a grandes figuras del arte español, también la de presentar a éstos en relación con otros artistas contemporáneos, como La Ribot, especialmente interesados en derribar los arquetipos". Leal apuntó así la existencia de diversos nexos que abren la puerta a lecturas y relaciones más allá de la ordenación cronológica ya desde los extremos que dan título a la colección: "Barceló y Miró comparten una relación telúrica con lo terrestre, con lo vernáculo, lo que ambos expresan a nivel no sólo intelectual, también en lo matérico. A partir de aquí, todos los artistas presentes en la muestra comparten lazos que generan un discurso común".
Así, tras la bienvenida de La Ribot, la sección dedicada a La década de 1920 se abre con la Naturaleza muerta con guitarra (1921) de Picasso y con un asombroso triduo de Juan Gris: Pierrot con racimo de uvas (1919), Vista de la bahía (1921) y La alfombra azul (1925), además de otras obras de María Blanchard y Pablo Gargallo, cuya presencia anticipa ya la trascendencia de la escultura en la muestra: tal y como explicó Leal, "las obras aquí reunidas de Gargallo, Julio González, Berrocal y Chillida quieren rendir homenaje a la poderosa influencia de la escultura española en el siglo XX". El apartado consagrado al surrealismo incluye a Salvador Dalí con dos obras harto representativas -Alucinación parcial. Seis apariciones de Lenin sobre un piano y Objeto surrealista de funcionamiento simbólico(El zapato de Gala), ambas de 1931-, la proyección de Un perro andaluz (1929) y La edad de oro (1930) de Buñuel,Luis Fernández y Joan Miró, junto a artistas invitados con afán contextualizador como Ernst, Magritte, Giacometti (con su espectacular Mesa de 1933) y Man Ray, en una acertada encrucijada de influencias. Los años 30 dedica la mayor parte de su despliegue a la fértil relación que mantuvieron Pablo Picasso y Julio González y al proceso creativo del Guernica, mientras que Pintura matérica, uno de los episodios más interesantes de este relato, presenta obras de los grandes creadores españoles de los años 50: Tàpies, Saura, Millares y Chillida, con miradas bien acertadas a la producción de esta generación (especialmente bien parado sale Antonio Saura) y los guiños al grupo El Paso. Artistas españoles en la Escuela de París abre sus puertas a la comunidad de artistas españoles que quedó ya consolidada después de la Segunda Guerra Mundial, como Xavier Valls, José Fin, Palazuelo, Sempere, y el escultor malagueño Miguel Berrocal, en un abanico de tendencias diversas atravesada por el exilio español como matriz determinante. Con una selección breve pero incontestable de sus pinturas de gran formato, Eduardo Arroyo abre el tránsito a La generación de la posguerra, marcada a fuego por influencias como la del expresionismo abstracto y conformadora de un caudal al que a partir de 1960 se incorporarán Miguel Barceló, Juan Muñoz, José María Sicilia, Cristina Iglesias y Juan Uslé.
A lo largo de este casi centenar de obras, el Centro Pompidou Málaga, cuya continuidad a partir de 2025 es ya objeto de negociación con vistas a otra prórroga por otros cinco años y con las mismas condiciones, tal y como señaló el alcalde, ofrece, ciertamente, una historia del arte español, y de la propia España, servida desde fuera, en la conquista de un territorio al principio ajeno y finalmente consignado como propio. En esta historia, España se reconstruye y se identifica a sí misma bajo una contaminación irremediable pero de consecuencias determinantes. La modernidad, al cabo, estaba en otra parte; la deuda de quienes lo hicieron posible se mantiene, todavía, intacta.
Serge Lasvignes: "El Centro Pompidou Málaga es un modelo de cooperación cultural"
No escatimó en entusiasmo el presidente del Centre Pompidou, Serge Lasvignes, al hacer su particular balance de los cinco años de vida del Centro Pompidou Málaga: "Salvo los guardias de seguridad, prácticamente todo el personal de París ha trabajado ya con Málaga. Hemos expuesto aquí un total de 1.075 obras de nuestras colecciones. No hay muchos ejemplos de cooperación que hayan logrado mantenerse con tanto éxito durante cinco años", lo que convierte a la filial malagueña en "un modelo a nivel mundial: entre la mundialización que lo iguala todo y el repliegue local, hay otras vías. Y eso lo hemos demostrado aquí". Lasvignes recordó que en 2019 el Centro Pompidou Málaga recibió "prácticamente tantos visitantes como en el año de su apertura, lo que constituye un caso único", y no dudó en afirmar que el museo parisino "ha ganado mucho con su apuesta por Málaga, donde tenemos tantos visitantes de la región como extranjeros". En este sentido, el presidente se refirió a la nueva colección del Centro Pompidou Málaga como una representación de esta colaboración, sin obviar la clave política: "En estos tiempos turbios, donde afloran fantasmas del pasado, la cooperación cultural se nos ofrece como un modo eficaz para seguir adelante. La cultura ha mostrado tradicionalmente una resiliencia especial para espantar a los fantasmas. Y en esta exposición, donde mostramos la obra de artistas españoles que trabajaron en Francia, encontramos a personas que supieron crear más allá de su identidad particular. A mí la identidad no me da miedo. Prefiero la identidad abierta y ofrecida de la cultura a cualquier otra"
Temas relacionados
No hay comentarios