El parqué
Álvaro Romero
Tono alcista
El 8 de abril de 2022, cuando ya se estaba saliendo de la pandemia, el bailaor malagueño José Losada, más conocido como Carrete, cumplió uno de sus sueños de la infancia. Quizás el más grande, aunque no el último. Ese niño de posguerra que taconeaba a cambio de un gorda chica, ropa usada o un bocadillo, logró a sus 81 años cruzar el Atlántico para actuar en el Skirball Center de Nueva York acompañando a Miguel Poveda. Como su admirado Fred Astaire, al que veía en los cines en los que se refugiaba del frío, bailó en un gran teatro neoyorkino y hasta allí le acompañó la cámara del cineasta Jorge Peña, director del documental Quijote en Nueva York. La cinta, que se estrenó en el pasado Festival de Málaga y participó en el Alcances de Cádiz, llega ahora a las salas del Cine Albéniz.
Este martes se ha celebrado un pase gratuito con el patrocinio de la Fundación Málaga y la Cátedra de la Flamencología de la Universidad de Málaga, colaboradoras en el proyecto. Tras la proyección, un coloquio con el director y su protagonista, Carrete. A partir del miércoles y durante una semana estará en cartel en el cine malagueño. "Este estreno en salas es el inicio para otras donde se va a ir proyectando, en Madrid, Barcelona, Sevilla, y en Tenerife con mucha probabilidad, y esperando que vengan más festivales, nominaciones para los premios Carmen, más opciones para la película", explica Jorge Peña.
"El documental se inicia desde el deseo y la voluntad de Carrete de cumplir uno de sus sueños de pequeño, actuar en un teatro de Nueva York como Fred Astaire", comenta el cineasta. "Carrete pensó en aquel momento que el actor bailaba por bulerías, no supo que era claqué hasta mucho después", agrega Peña y subraya que la introducción de estos pasos en su baile flamenco ha hecho del estilo del bailaor malagueño algo tan singular.
"Desde esta anécdota la película cuenta cómo ese sueño se llega a alcanzar", indica el director. Y detalla que "es un documental que habla de los sueños y de esos momentos concretos de la vida en la que uno revisa su pasado, no nos quedamos en el anecdotario de Carrete, lo que hacemos es explorar el alma del personaje", dice. También, destaca, se reflexiona sobre qué es el éxito, que para Carrete puede ser bailar en Nueva York y para el público que haya sido capaz de sobrevivir a una posguerra en sus circunstancias.
Jorge Peña llegó a Carrete porque su conexión con el bailaor se forjó mucho antes de que naciera. El cineasta cuenta que le bailaba a su abuela a cambio de comida o lo que fuese. A veces, unos pantalones de su padre porque compartían la misma edad. "Esto siguió en la memoria familiar y en las bodas de oro de mis padres lo invitaron a bailar, la actuación que hizo fue súper emocionante, parecía poseído gritando el nombre de mi abuela", relata. Así conoció al bailaor y comenzó a entablar una relación muy bonita que lo llevó a este proyecto cinematográfico.
"Es una película que yo creo que cautiva a la gente, la verdad. En la proyección que se hizo durante el Festival de Málaga, en el Teatro del Soho, la gente se ponía de pie a aplaudir como si hubiese estado actuando ahí mismo", asegura Peña y recuerda que la aventura comenzó en 2018 cuando se le hizo un homenaje en Málaga y se retomó tras la pandemia.
"De alguna manera la película recrea pasajes del Quijote en forma de metáfora y Carrete es un Quijote flamenco, un soñador empedernido que, a sus 83 años, sigue inventando sus gigantes, y esos gigantes que él vislumbra es la gran metáfora de la película, la necesidad de grandeza y de ir a por algo más", destaca el director.
Siempre ideando y generando nuevos proyectos, Carrete tiene un "alma quijotesca" que le empuja constantemente a buscar la próxima aventura. Y con más de ocho décadas en lo alto, todavía es capaz de lograrlo porque se mueve con maestría y fuerza sobre las tablas del escenario. "También la sonoridad del documental tiene mucho de Poeta en Nueva York de Lorca y Lorca tiene mucho de jondo. Nos parecía que era muy redondo con lo que se quería contar y el personaje a retratar", agrega Peña.
El director malagueño explica que Quijote en Nueva York muestra "el alma de Carrete", no solo datos biográficos o el anecdotario, sino ese espíritu de niño que no ha crecido todavía, que sigue anhelando lo que viene con esperanza. "La gente va a ver a un apasionado por la vida, por el arte y es lo que me fascina de él, más allá de que sea un maestro del baile, ese querer siempre estar vivo, ardiente, por lo que le gusta y apasiona", concluye.
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