“Lo que les falta a nuestros políticos es un poco más de humanidad”
El Kanka | Cantautor
El malagueño ha llenado durante el verano teatros en muchas ciudades de Latinoamérica
El 12 de octubre regresa a Málaga con su nueva gira ‘Donde caben dos caben tres’
Málaga/Llega a la redacción con guitarra en mano, camiseta y pantalones negros. Se le ve acalorado, pide un vaso de agua mientras recuerda que “el tiempo que hace aquí no tiene nada que ver con el de allí”. Con allí se refiere al otro lado del Atlántico, a Latinoamérica, donde ha llenado este verano teatros y auditorios. Juan Gómez Canca (Málaga, 1982) más conocido como El Kanka está de vuelta en su tierra, en su Málaga, con la que “espera estar a la altura” en su concierto del 12 de octubre.
–De salas con 50 personas a grandes espacios como el Wizink Center de Madrid. ¿Cómo es ese salto?
–Más que un salto ha sido un escalón. Si miro hacia atrás me parece una locura, pero ha sido algo que hemos hecho muy poco a poco. No ha sido de repente tocar en una sala de 50 personas, sacamos disco, es un éxito y ya estamos haciendo bolos para 3.000 personas. No ha sido así. Cuando llenamos una sala de 50, pasamos a una de 100 y así sucesivamente. Ahora, esta gira es la apuesta más gorda que he hecho en toda mi carrera. La idea de ampliar los aforos ha sido porque en la gira pasada en salas medianas agotamos entradas en el 70% de los conciertos y hemos decidido arriesgarnos doblando y triplicando los aforos. No deja de ser una apuesta y un riesgo por el que vamos a luchar como los jabalíes que somos (ríe).
–Por eso mismo la gira Donde caben 2 caben 3.
–Exacto. Para un artista es increíble colgar el cartel de “No hay entradas”, en mi caso imagínate al ser un artista alternativo. Cuando anunciábamos que se acababan las entradas veíamos como muchos se quedaban sin poder vernos, gente incluso de otras ciudades y eso me daba lástima. En esta gira como son aforos tan grandes, pensamos en el nombre como una fiesta en la que si vienen más no pasa ná, aquí hay platos para todos.
–Fue estudiante de Filosofía. ¿Cómo recuerda esa etapa?
–Yo empecé con la guitarra muy tarde, con 18 años. Entonces, empecé a estudiar Económicas, se me daban bien los números y además mi padre es economista. La verdad que me vi perdido con Económicas y decidí dejarla. Con la guitarra vi que se me daba bien y decidí estudiar además una carrera diferente a Económicas. La Filosofía siempre me había interesado y me metí con la idea de tener una licenciatura por si lo de la música no me iba bien. El salto de Económicas a Filosofía fue más bien positivo. Recuerdo muchos ratos con la guitarra en el césped de la Facultad de Filosofía, saltándonos muchas clases.
–¿Piensa retomarla algún día o es una etapa que ya cerró?
–No lo descarto. Es una carrera que me resultaba muy interesante. Conocer a los grandes pensadores de la historia y ver cómo le habían dado la vuelta a los pensamientos me gustaba. Además, conocí a un montón de personajes bastante curiosos, gente muy variopinta e inquieta. Fue una etapa que me abrió mucho la mente. Me encantó la carrera, dejé de estudiarla porque ya estaba tan metido en lo de la música que no me daba tiempo a todo. Me gustaría retomarla algún día, pero ahora estoy tan volcado en lo mío que no encuentro hueco. Nunca se sabe.
–Este verano ha sido movido. ¿Cómo ha ido ese paso por Latinoamérica?
–Lo que está pasando allí es una locura. Cómo te decía antes sobre ampliar los aforos de los conciertos, no es un salto, sino un escalón que hemos ido subiendo poco a poco. En Colombia, que es donde más entradas estoy vendiendo, la primera vez que fui habría unas 200 o 300 personas y ahora estamos llenando teatros de 1.500, pero es que he ido ya seis veces a Colombia. Me he hinchado a hacer promo y me lo he ganado después de tanto curro. Es algo increíble, hemos hecho 16 conciertos en seis países y un dato que me gusta mucho: he cogido 19 aviones en junio. Es increíble, hemos visitado por primera vez países como Ecuador, donde ya había un aforito bastante guay; pero en Argentina, Colombia o Chile han sido aforos de más de 1.000 personas y se llenan. Y no te creas que es gente que va a ver lo que pasa, no no, se saben las letras de arriba a abajo. Es muy loco, pero muy loco no por la cara, sino porque nos lo hemos currado.
–¿Cómo es el público de allí?
–Están loquísimos. Son latinos y apasionados. Los compararía con los andaluces, muy abiertos, dicharacheros, con el corazón abierto. Lo noto así en el trato con ellos del día a día y luego en los conciertos se nota así. Además, veo que les gusta muchísimo la música y les interesa la que se está haciendo en España, pero no Alejandro Sanz, sino el underground y lo alternativo, son más curiosos. Además, creo que son muy agradecidos cuando ven que vienes de tan lejos para tocar ante 300 personas, muchas veces palmando pasta, eso lo valoran mucho. Es un público muy cariñoso y eso se lo lleva uno.
–Ya que menciona el estilo alternativo, parece que hay un resurgir de la música de cantautor, aunque siempre ha estado ahí, pero tiene más presencia en la juventud, como es su caso. ¿Cómo lo percibe?
–Creo que son ciclos. Los cantautores siempre han estado ahí, pero hay veces que el panorama se pone delante en el imaginario cultural y otras veces que está un poquito más atrás. Aquí en España hubo una corriente fuerte con Sabina, Serrat, Aute y compañía y luego otra con Ismael Serrano, Rosana, Javier Álvarez y esa generación que siguen ahí. Es cierto que el término cantautor se asociaba con la monotonía, la calma y se identificaba como algo antiguo. Creo que ahora por fin se está entendiendo algo que es cierto y es que hay muchos tipos de cantautor, muchos que no se definen así como es el caso de Robe Iniesta, que al final es un tío que canta sus canciones con letras muy poéticas. El caso es que ahora existe una propuesta nueva de cantautor que pega en un festival, por ejemplo. Creo que he sido parte de esa punta de lanza que ha abierto el mundo del cantautor en los festivales.
–Tiene mucha presencia en redes sociales y comparte los famosos kankacovers. ¿Qué piensa de esos seguidores que además versionan sus temas?
–Me hace muchísima ilusión. Yo empecé cantando canciones de otros artistas. Aunque aprendí mucha técnica en el Conservatorio, mi rollo lo desarrollé versionando a los que me gustaban. Entonces, ser yo ahora uno de los artistas a los que versiona la peña es increíble, como que se ha girado la rueda. Ver a esa gente tocar, haciendo versiones muy personales que a veces hasta me da vergüenza y pienso: “pues si lo hace mejor que yo”. Aprendo de esas versiones personales y las vueltas que le dan a las canciones.
–¿Qué opina del fenómeno de plataformas de ventas como Viagogo?
–Por lo pronto hemos conseguido quitarlos del puesto número uno de búsquedas en Google. No es nada fácil luchar contra eso porque hay un vacío legal y entiendo que es difícil echarles el guante. Es una cosa que no le interesa a nadie, solo a ellos. A mí me están jodiendo, porque ponen entradas más caras y yo de eso no me llevo nada y a la gente le están cobrando el doble y el triple. Aprovechan esos huecos que no están regulados para timar; internet es una cosa relativamente nueva. Seguiremos informando a la gente de esa estafa y esperemos que al final les sea tan poco rentable que cierren el portal y se vayan al carajo.
–Publicó un libro con letras de canciones, algunas de ellas inéditas. ¿Cómo es su faceta de escritor?
–Siempre he sido un lector empedernido y ya escribía cositas antes de coger una guitarra, pero nunca he tenido intención de dedicarme a eso. Cuando escribía lo hacía para desahogarme, para entretenerme. Lo que sí he conseguido hacer oficio es escribir letras de canciones. Al principio, como todo el mundo cuando aprende, era basura, pero ahora sí considero que lo hago bien. No me pasa lo mismo con la escritura, el libro a mí me lo propusieron de la editorial y me daba pudor. Me pareció una experiencia curiosa, rechacé hacer un libro de poemas porque me da mucho pudor. Muchos de mis compañeros sí que lo hacen, pero son artistas que lo han desarrollado mucho más. No descarto profundizar dentro de algún tiempo en la literatura, pero ahora prefiero tenerlo como algo secundario, un hobby.
–¿Cómo tiene que ser la banda del Kanka y sus músicos?
–Está guay que sepan tocar y hayan estudiado, es un detalle (ríe). A mí me gusta y creo que en mi proyecto es obligado hacer piña. En nuestros conciertos hacemos un montón de pamplinas y nos lo pasamos muy bien en el escenario. Al final somos colegas, sin eso, el proyecto del Kanka como proyecto perdería mucho. Nuestro fuerte son los directos, nos lo dice mucha gente. Yo no cojo en cada disco y me armo una banda con los mejores músicos de España , no me gusta ir reciclando, aunque me parece genial que lo hagan otros artistas. En mi caso prefiero que seamos siempre los mismos, que hagamos piña y crezcamos juntos con cada disco para que se genere esa energía tan guay que se genera en el escenario. Sin eso me sentiría bastante desnudo. De hecho, entre mis músicos está el Mani, que es percusionista conmigo desde hace 15 años. Armamos el espectáculo entre los dos, es un tío que lleva toda la vida conmigo y la energía emocional que hay entre él y yo es muy fuerte y eso creo que se nota. Pienso que es importante que haya un rollo más personal que musical, aunque claro, es importante que sepan tocar.
–La misma banda de estudio y directo.
–Eso es. Con Mani llevo siempre, pero sí que he cambiado más de batería y bajista porque antes no hacíamos tantos bolos con banda y al final iban rotando. Ahora sí que llevamos dos años los mismos y estoy super contento con ellos, la banda suena mucho más compacta porque nos hemos hinchado a tocar juntos y eso está muy guay.
–Y el público del Kanka, ¿cómo se puede definir?
–Pues... un público inteligente (ríe). Es un público muy normalito y sano, hay gente muy variopinta. Aunque la edad media del grueso del público suele rondar entre los 20 y treinta y pocos, yo flipo porque en todos los conciertos te puedes encontrar a gente de 80 y también niños, en los que les dejan entrar; a ver si empiezan a dejarles entrar a todos.
–¿Influencias malagueñas?
–Sin duda Tabletom, que es ejemplo de la locura malagueña y me encanta, no hay una banda más surrealista que ellos. Encima, Perico, el guitarrista, fue mi profesor en el Conservatorio de aquí y tengo muy buen rollo con él.
–Las canciones del Kanka están cargadas de buenrollismo. En estos días parece que hay muchos que necesitan algo más de ello. ¿Nuestros políticos?
–Creo que los políticos lo que necesitan es un poco de humanidad. Me parece que están tan alejados de la gente que no entienden nada de nosotros ni nosotros de ellos. Mucha gente como yo estamos perdiendo el interés por la política porque no nos creemos a ninguno ya. Están haciendo que una cosa tan humana como debería ser la política se convierta en un quebradero de cabeza y en convocar elecciones sin parar.
–¿Qué viene después de esta gira?
–Pues tenemos el año entero cerrado con un montón de fechas que iremos anunciando. Después de la gira seguiremos tocando y en breve estamos pensando ya en grabar un disquito.
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