Escaparates para ganar lo invisible

Como respuesta al fracaso de la candidatura a la Capitalidad Cultural, Málaga ha buscado por su cuenta los efectos sin terminar de contar con los creadores que sostienen el tejido local

Los premiados de la pasada edición del Festival de Cine Español de Málaga, en la gala de clausura.
Los premiados de la pasada edición del Festival de Cine Español de Málaga, en la gala de clausura.
Pablo Bujalance Málaga

09 de marzo 2015 - 05:00

En lo que a cultura se refiere, la provincia de Málaga atraviesa una situación necesariamente vinculada al paisaje nacional pero dependiente, también, de algunas particularidades. Los creadores malagueños comparten las mismas cargas tributarias que los del resto de España (con un IVA que, con excepción del sector editorial, alcanza el 21%) y, por tanto, las mismas dificultades no sólo para alumbrar un producto, también para conducirlo a sus consumidores potenciales. Pero sí es cierto que las singularidades se han hecho poderosamente llamativas en los últimos años, especialmente desde su contribución a la forja de lo que se ha venido a llamar la marca Málaga. Desde que el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, hablara de un "efecto Guggenheim" y de su intención de construir un "Museo de Museos", la mayor parte de los esfuerzos derivados de la política cultural se han invertido para materializar estos propósitos. El fracaso de la candidatura a la Capitalidad Cultural de Europa en 2016 no mermó esta determinación; más bien al contrario, sirvió de acicate y estímulo, como si la ciudad quisiese demostrarse a sí misma que podía convertir la cultura en un factor de desarrollo por su cuenta. Este mismo mes se inaugurarán el Centro Pompidou y el Museo de Arte Ruso, con una financiación conjunta para ambos equipamientos cercana a los diez millones de euros sólo en lo que queda de año. El efecto, a modo de contagio, ha sido fulminante en toda la provincia: no han faltado municipios que han puesto recientemente en marcha museos y centros de arte contemporáneo, como los de Mijas y Vélez-Málaga, al calor del éxito alcanzado por otros centros de la capital como el Museo Picasso y el CAC; y la Diputación también abrirá este mes su propio museo en Antequera. Con la vista puesta en la futura inauguración del Museo de Málaga en el Palacio de la Aduana, prevista para finales de este mes, cabe admitir que los nuevos equipamientos han cumplido ya su objetivo con creces, a la hora de poner a Málaga en el mapa y de presentarla como urbe de poderosa raigambre cultural de puertas afuera. Los beneficios a nivel turístico están más que cantados, y en este sentido cabe asumir el carácter de franquicia como sinónimo de garantía.

De puertas adentro, sin embargo, el comportamiento del sector cultural es convulso e imprevisible. En el último año, los museos han presentado registros de visitantes dispares, con récord en el Museo Picasso y pérdidas en el Carmen Thyssen. El Festival de Cine Español mejoró su recaudación el año pasado, en su última edición, en un 23%, con 34.493 entradas vendidas (unas 6.000 más que en 2013) y un total de 110.000 espectadores en todas las actividades. El Festival de Teatro, sin embargo, perdió en su última edición, celebrada en los dos últimos meses, cerca de 8.000 espectadores respecto a la de 2014 (hasta quedarse en un registro de 17.534, lo que se traduce en una pérdida abultada), muy a pesar del esfuerzo invertido en la ampliación de la programación. El número de abonos de la Orquesta Filarmónica de Málaga aumentó el año pasado, tras la llegada de Manuel Hernández Silva como director titular, un 12% hasta los 871, y además la OFM ha ampliado de manera notable sus actividades en otros espacios distintos al Teatro Cervantes como La Térmica; y sin embargo, en los últimos años, la misma OFM ha dejado de celebrar su Festival de Música Antigua y el Ciclo de Música Contemporánea por falta de apoyos financieros.

En un ambiente tan inestable, los nuevos museos deben contribuir a la consolidación y promoción del tejido cultural malagueño, sostenido por sus creadores. Porque ésta será la única garantía de estabilidad para un sector que aún debe hacerse visible.

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