El maestro Juan Martínez que estaba allí
Juan Martínez existió
El poeta malagueño Alfonso Canales murió ayer en su domicilio de la capital a los 87 años, según informaron fuentes de la Academia de San Telmo, de la que fue presidente, después de que la página web de Parcemasa anunciara informara ya a las 22:30 que el entierro se celebrará hoy a las 17:30. Canales, uno de los escritores de mayor proyección de la ciudad del pasado siglo, arrastraba una larga enfermedad que en los últimos años había reducido radicalmente sus comparecencias públicas, aunque los homenajes y actos en su honor no han dejado de celebrarse. Precisamente, mientras Canales fallecía se presentaba ayer en el Ayuntamiento la que puede considerarse su última obra: el libro Historia del transporte en Málaga, una publicación a cargo del historiador y académico Manuel Olmedo Checa en la que Canales colaboraba con varios artículos. El mismo Olmedo Checa tenía previsto visitar hoy al poeta en su domicilio del Muelle Heredia para agradecerle personalmente esta participación y hacerle entrega de un ejemplar.
Con Canales, nacido en 1923, Málaga pierde una de sus figuras más significativas e imprescindibles. Testigo de los horrores del siglo (aprendió a leer a los simbolistas franceses en Málaga durante la Guerra Civil, mientras se producían los bombardeos), ejerció también de eficaz notario para algunas de las mentes más ilustres de las Generaciones poéticas del 27 y el 50. Su famosa biblioteca, en la que llegó a albergar más de 20.000 volúmenes (el autor aseguraba que en su juventud se quitó más de una vez un trozo de pan de la boca para poder comprar un libro), acogió también durante los años 50 y 60 tertulias en las que participaban con asiduidad, entre otros, Gerardo Diego, Camilo José Cela (a quien dio a conocer el caso de El cipote de Archidona, que luego el Premio Nobel inmortalizó en un relato), Julio Caro Baroja, Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre, a quien le unió una proverbial amistad. Canales contribuyó además a fundar en aquellos años algunas revistas de importancia trascendental, como Papel azul junto a José Antonio Muñoz Rojas, A quien conmigo va y, muy especialmente, Caracola, que creó junto a Bernabé Fernández Canivell y que sirvió de trampolín decisivo a la incipiente Generación del 50.
Con respecto a su propia obra, destacan sus poemarios Sonetos para pocos (1950), El candado (1956), Port Royal (1956), Cuenta y razón (1962) y Tres oraciones fúnebres (1983). Además del Premio Nacional de 1965, ganó el Premio de la Crítica en 1973 y el Premio Internacional Ciudad de Melilla en 1955. La Universidad de Málaga (de la que fue doctor honoris causa) publicó en 2005 una antología fundamental, Lo dicho, y la Fundación Lara publicó en 2006 otra selección de textos poéticos, Ocasión de vida, al cuidado de Francisco Ruiz Noguera. Su verso delicado, profundo y de orientación mística, queda servido a la posteridad. No obstante, el propio Ruiz Noguera lamentó ayer que la figura de Canales, que gozó de un notable prestigio literario en los años 70, haya perdido parte del mismo en la actualidad. Como afirmó al respecto Manuel Olmedo Checa, "su influencia todavía está por hacer".
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