Félix Revello de Toro expone en su museo su obra más temprana
La nueva muestra reúne once obras realizadas entre 1935 y 1949 por el pintor malagueño
El Museo Revello de Toro de Málaga, ubicado en la casa-taller de Pedro de Mena, inauguró ayer su nueva exposición temporal, Primeras Obras (1935-1949), que profundiza en los años de infancia y de juventud del pintor malagueño. Se trata de "un noble reencuentro entre la pintura de mis comienzos y la de hoy", en palabras del propio autor. La muestra está compuesta por once pinturas, muchas desconocidas por el gran público, que permiten al visitante acercarse a la etapa de formación del artista malagueño como dibujante y como pintor. "Se trata de retratos que, lejos de difuminarse, recobran hoy nuevos contrastes", manifestó Félix Revello de Toro durante la presentación de la muestra, reconociendo que todos ellos tienen "una carga emocional" que pervive en la actualidad.
Los fondos proceden del Ayuntamiento de Málaga, la Diputación Provincial y colecciones particulares, y la muestra se podrá visitar hasta el 12 de enero.
La exposición comienza con la obra más temprana, realizada por el pintor con sólo 9 años. Según el director de la pinacoteca y director de la muestra, Elías de Mateo, "con el trasfondo del final de la Segunda República, la Guerra Civil y la posguerra, aquel Revello niño se va convirtiendo primero en un adolescente y luego en un joven que manifiesta unas dotes y unas cualidades excepcionales para las artes plásticas". En 1935, dibuja así en el despacho de su padre el Cristo de Mena en lo que él considera su primera obra, donde muestra una precocidad inaudita, apuntó De Mateo, añadiendo que "los años siguientes vienen marcados por la adversidad: la temprana muerte de su padre, la guerra y las estrecheces económicas de la familia". Pero pronto, sus cualidades y dotes excepcionales llaman la atención en el mundo cultural de la ciudad de Málaga.
También se muestran dos obras de su época escolar en los Maristas y los Jesuitas cuando realizó el dibujo del Jesús del Gran Poder, de 1938, y óleos como el pequeño bodegón Rosas, de 1940, con el que ganó, con solo 13 años, el premio Nogales, convocado por la Diputación. En él aparecen ya unas dotes extraordinarias para las naturalezas muertas con una utilización muy madura de la luz, de los brillos plateados y una pincelada suelta y certera.
La pintura religiosa está presente también en su etapa juvenil como creador, y de esta temática se puede contemplar en la muestra La Verónica enjuga el rostro de Jesús, una obra de 1948 realizada para la Hermandad de Viñeros, que resuelve casi como si fuese un boceto. Los siguientes años vienen marcados por su marcha a Madrid para estudiar Bellas Artes en la Academia de San Fernando tras ganar una beca convocada por el Ayuntamiento de Málaga. Como contraprestación, envió dos obras al Consistorio que permanecen en la colección municipal. De ellas se expone El niño del pájaro, de 1945, con la que "pone de relieve el inicio de una línea pictórica que mantendrá hasta la actualidad como pintor de niños, con un tratamiento amable, luminoso y risueño de la figura", destacó De Mateo. La luz es también protagonista de Jugueteo, de 1949, también propiedad del Ayuntamiento de Málaga.
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