Sobrevivir al grupo de wasap
Festival de Teatro de Málaga
Caramala celebra el próximo día 4 en el Echegaray el estreno absoluto de su nueva obra, ‘La plaga’, una mirada agridulce a la escuela y sus márgenes
Málaga/Desde el estreno de la última obra (digamos, como tal) de la compañía malagueña Caramala, Caramelo, hace ahora ocho años, han pasado muchas cosas: sus componentes, Carmen Baquero, Virginia Muñoz y Noemí Ruiz han emprendido por separado todo tipo de proyectos, han gustado el éxito profesional (a veces masivo), se han enfrentado a enfermedades graves, han conocido la popularidad, han soportado el peso de la distancia, han apostado, han ganado y han perdido. También han compartido otros proyectos como Caramala, como aquel Barrio de la Paz con mucha música que las unió a Javier Ojeda. “Ya no somos las mismas, hemos crecido, hemos cambiado. Lo bueno es que lo hemos hecho pendientes unas de otras, aunque no siempre estuviésemos juntas”, explica Virginia Muñoz. En cualquier caso, había muchos motivos para esperar un nuevo montaje de Caramala, que en sus diez años de vida, y con sólo dos montajes (La hora feliz y Caramelo, ambos escritos y dirigidos por Sergio Rubio), han logrado abrir ventanas inusitadas a la escena nacional para la entrada de viento fresco a base de exigencia, amor al teatro y una querencia por la comedia más entrañable y honesta, la que más se resuelve en pequeños matices y, tal vez lo más importante, la que mejor satisface la sed de un público que no tiene demasiadas ocasiones de encontrar esta forma de crear escena a base de oficio y corazón. Ahora, finalmente, lo nuevo de Caramala ya está aquí: el Teatro Echegaray acogerá los próximos 4 y 5 de febrero, dentro del Festival de Teatro, el estreno absoluto de La plaga, obra nacida a partir de una versión primeriza del propio Sergio Rubio pero que ha tomado forma desde el pasado verano en Madrid, donde residen ya habitualmente Virginia Muñoz y Noemí Ruiz por sus compromisos profesionales, bajo la dirección del también malagueño Chiqui Carabante, cineasta y hombre de teatro que de la mano de la compañía Club Caníbal ha conformado uno de los fenómenos escénicos más notorios en España en los últimos años.
En La plaga, Caramala centra su atención en una cuestión determinante: la educación. Y lo hace recreando los fenómenos que suceden en una escuela cualquiera cuando se declara una plaga de piojos, desde el ejercicio de la autoridad de los padres hasta la relación de alumnos y profesores pasando por ese trozo de infierno en la Tierra que son los grupos de wasap: “A las tres nos ha interesado mucho el mundo de la educación desde siempre. Aunque no seamos madres, cada una de nosotras se ha hecho preguntas por la vida en la escuela, por la relación que establecen padres, profesores y alumnos y por cómo a veces los niños parecen actuar con más madurez que los adultos, sobre todo cuando hay problemas. En un momento dado, tomamos todas estas preguntas y se las planteamos a Sergio Rubio primero y a Chiqui Carabante después para ver si podíamos armar un espectáculo a partir de ahí, siempre con la premisa de que queríamos referirnos a la escuela como un micromundo desde el que hablar de otras cuestiones que nos atañen a todos hoy día, como los ataques a la libertad de expresión y el miedo a quienes piensan de forma distinta”, explica Muñoz. Carmen Baquero, por su parte, da cuenta del proceso de creación de La plaga a partir de este punto de partida: “Con esta idea y con el texto original que había escrito Sergio Rubio empezamos a trabajar en procesos de improvisación con Chiqui Carabante. Grabábamos todas las sesiones y después las transcribíamos, palabra por palabra. Mientras estuvimos haciendo las improvisaciones, modificábamos continuamente los textos. Ya no recordamos la cantidad de versiones que hemos manejado. Ha sido un proyecto de creación colectiva muy lento, muy laborioso, pero el resultado ha merecido la pena. Ahora le corresponde valorarlo al público”.
Respecto a La hora feliz y Caramelo, Virginia Muñoz apunta que La plaga “tiene un tono más oscuro”. Preguntadas sobre si la consideran después de todo una comedia, Carmen Baquero responde enseguida: “Sí, tiene mucho humor, eso no ha cambiado”. Aunque Muñoz matiza: “Es verdad, pero es un humor más ácido. Creo que deja un sabor agridulce”. Añade Baquero en este sentido, dándole la razón a su compañera, que, sea como sea, La plaga “supone para nosotras un salto como compañía. Ya no somos la mismas Caramala que estrenaron Caramelo. Hemos madurado, somos mujeres conscientes del mundo que habitamos, y eso tiene que percibirse en lo que hacemos. Ahora presentamos La plaga muy orgullosas, porque lo hemos tenido todo en contra. Para empezar, las distancias: yo misma he tenido que desplazarme desde Málaga a Madrid con mucha frecuencia para los ensayos. Después, nos negaron todas y cada una de las ayudas que pedimos, así que nos hemos convertido en productoras. Hemos creído en este proyecto por encima de las adversidades. Y aquí está”. Vayan a verla. Y cuiden su cabeza.
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