Francis Mármol indaga en la huella malagueña de Camarón
El periodista malagueño presentó ayer su nuevo libro, 'Boquerón de la Isla', que revela los muchos vínculos que el cantaor mantuvo con la Costa del Sol desde sus inicios
Un libro explora la intensa relación que el cantaor José Monge, Camarón de la Isla, mantuvo con Málaga, una tierra en la que fue descubierto en sus orígenes y pudo cumplir uno de sus sueños desde la infancia, ser torero, porque un día llegó a compartir cartel con Curro Romero. "Camarón quiso ser torero antes que flamenco, y en San Pedro Alcántara toreó y quizás fuera la única vez que se vistiera de corto", afirmó el periodista Francis Mármol, autor de Boquerón de la Isla, que presentó ayer el fórum de la Fnac. Finalmente, Curro Romero no pudo participar en el festejo y al cantaor "le tenían reservado un toro pequeño, pero se equivocaron y le sacaron uno más grande. Camarón toreó lo que pudo, el toro le revolcó varias veces y fue su debut y despedida", relató Mármol, que reproduce en el libro el cartel de esa corrida.
El libro revela cómo Camarón fue descubierto por el tonadillero malagueño Miguel de los Reyes, y Fosforito -cordobés de nacimiento y malagueño de adopción- junto al padre de Paco de Lucía fueron sus primeros mentores y artífices de sus primeros discos. También fue en Málaga donde conoció a Tomatito, "su compañero inseparable después de Paco de Lucía", y participó en numerosas ediciones del festival flamenco Torre del Cante. Los años 70 y 80 fueron una época "de gran prosperidad turística" en la Costa del Sol, y tablaos como la Gran Taberna Gitana o El Jaleo "ofrecían a Camarón contratos de dos o tres semanas consecutivas actuando todos los días". Por su parte, la banda malagueña Tabletom hizo un homenaje a Camarón con su principal éxito, Me estoy quitando, que fue compuesto por su cantante, el fallecido Rockberto, después de leer una entrevista en prensa en la que Monge aseguraba que "se estaba quitando". Uno de sus grandes conciertos lo ofreció en 1990 en la plaza de toros de La Malagueta, y con su muerte en 1992 se convertiría "de alguna manera en su despedida de esta tierra a la que tanto quiso y que fue su patio de recreo favorito".
Mármol subrayó que el libro está hecho "con el mayor de los respetos a la intimidad de Camarón" y ha evitado "incluir testimonios que pudieran herir a sus familiares, porque se ha hablado demasiado de muchas cosas que no tienen nada que ver con el artista". También destacó que, después de un año de trabajo en el que ha escudriñado treinta años de prensa local y ha mantenido cuarenta entrevistas con personas que trataron al cantaor, no ha encontrado "a nadie que diga que Camarón hablaba mal de alguien, a pesar de que el flamenco a veces es cainita". Con el título del libro no pretendía tampoco alterar el nombre "eterno" de Camarón de la Isla, y modificarlo por Boquerón es sólo "un guiño y una licencia literaria para reforzar la importancia que tuvieron Málaga y los malagueños en su vida".
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