"Ganar un concurso sólo te garantiza cinco minutos de gloria"
Nieves Álvarez es una mujer todoterreno. A las 8 de la mañana va camino del gimnasio para mantenerse en forma y, además, es capaz de cuidar de sus tres retoños sin descuidar sus compromisos profesionales con Astor y Montblanc. De vez en cuando se escapa a las capitales de la moda, pero lo primero son Brando, Bianca y Adriano. Ha bajado el ritmo, pero sigue siendo una de las mejores modelos que ha dado España en los últimos tiempos.
-Hace poco la vimos en Cibeles como espectadora del desfile de su amigo Roberto Torretta. ¿Qué sintió al volver y contemplar los desfiles desde la grada?
-Aunque parezca mentira, no siento nostalgia. Nunca olvidaré lo que me dijo Yolanda Gil: "Nieves, tal y como empieza, se acaba". Desde aquel momento tuve claro que a mí no me echarían y por eso me retiré. Ahora sigo con campañas publicitarias y puedo dedicarle más tiempo a mis hijos. Si algún día me pica el gusanillo, no descarto volver a desfilar eventualmente.
-También fue en la pasarela madrileña donde conoció a su marido, el fotógrafo Marco Severini. ¿Cómo sacó adelante su relación entre tanto viaje?
-No era tan caótico como parece. Al dedicarnos los dos a la moda, viajábamos juntos a París, a Milán, a Nueva York... Recuerdo que cuando terminaba el desfile y salíamos a saludar, yo buscaba la aprobación de Marco con la mirada. Lo complicado era cuando se terminaban las pasarelas y yo era la única que tenía compromisos fuera. Pero si se quiere, se puede y nosotros nos prometimos que jamás pasaríamos más de 15 días sin vernos.
-La moda también le ha regalado grandes amigas. ¿Quiénes son sus "incondicionales"?
-Laura Cisneros es como mi hermana. Nos conocimos en París y las dos nos casamos con italianos. Ella se fue a Milán, y yo, hasta el nacimiento de mi primer hijo, estuve entre Madrid y Roma. Fui la madrina de su hijo Nicolás y Bianca será su ahijada en cuanto celebre el bautizo. También quiero mucho a Almudena Roca, la directora de Comunicación de Yves Saint-Laurent en Europa y a Laura Ponte. Cada una vivimos en un sitio, pero la próxima semana voy a París y allí nos encontremos.
-Tu trampolín al mundo de la moda fue el concurso Look of the year de la agencia Elite. ¿Cómo cambió aquello su vida?
-Cuando gané el certamen ya había hecho algún editorial para Telva y Vogue, así que tampoco fue una varita mágica. Ganar un concurso de belleza sólo te garantiza cinco minutos de fama. Después tienes que currártelo tú de casting en casting.
-Una vez comentaste que la belleza te había perjudicado en tu carrera. ¿A qué te referías?
-Llegó un momento que se puso de moda un tipo de modelo más andrógina, como Kate Moss y parecía que mi rostro ya no servía. Así que me aparté de la belleza clásica y me rape. Quería demostrar que era capaz de adaptarme a todo tipo de trabajos.
-¿Qué opina de los nuevos modelos de cuerpos femeninos que ha propuesto Sanidad?
-El otro día leí en una revista que yo era el canon de mujer cilindro y no me siento identificada. Cada cuál tiene su constitución y no merece la pena obsesionarse con los estándares. Si según el tallaje italiano o francés no entras en una 38, ¡prueba con una 40!.
-Cuentan que Armani decidió quitarle un vestido porque le sentaba tan bien, que pensó que el público se fijaría más en usted que en el modelo. ¿Eso es verdad?
-Sí, pero yo lo comprendo. Giorgio era un maestro y sabía bien lo que hacía. Los diseñadores se juegan 6 meses de trabajo en 20 minutos de desfile y hay que respetar sus decisiones. Aquello fue un piropo y me dio otro traje precioso.
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