Goya para Adelfa Calvo por su verdad interpretativa en 'El autor'
Los vaticinios se cumplieron y la actriz malagueña se llevó el premio a la mejor actriz de reparto
Antonio de la Torre volvió a irse de vacío
Málaga/Hubo una premonición malagueña en el hecho de que Belén Cuesta, nacida en Sevilla, muy vinculada a Fuengirola y formada en Málaga, fuese la primera en pisar la alfombra roja. Cuesta aspiraba ayer al Goya a la mejor actriz de reparto por su trabajo en La llamada y competía en la misma categoría con Adelfa Calvo, nominada por la fabulosa portera que ha compuesto para Manuel Martín Cuenca en El autor. Y además, claro, las aspiraciones malagueñas pasaban por Antonio de la Torre con su, como ya es costumbre, doble candidatura: al mejor actor protagonista por Abracadabra y al de reparto por El autor. Finalmente, Adelfa Calvo completó el recorrido ya iniciado con los premios Feroz y Asecan y se llevó el Goya a la mejor actriz de reparto, en correspondencia con lo que desde las quinielas y corrillos se venía vaticinando dada la calidad de su verdad interpretativa. Calvo dedicó el premio, entre otros, a Martín Cuenca y, sin ocultar la emoción (su vestido le jugó una mala pasada a la hora de subir a recibir el premio), culminó su intervención dejando clarito que se llevaba su Goya a Málaga. En cuanto a Antonio de la Torre, como seguramente en otras ocasiones, su doble candidatura volvió a jugar en su contra: Javier Gutiérrez le arrebató el Goya al mejor actor principal por El autor y David Verdaguer hizo lo propio con el Goya al mejor actor de reparto por Verano 1993. Una mera cuestión de justicia bastaría para lamentar que la Academia se lo está pensando demasiado con De la Torre.
Por lo demás, la gala de los 32 Premios Goya celebrada ayer en Madrid dio, hasta el cierre de esta edición, buena parte de cuanto había prometido. Ritmo ágil y conducción aliviada gracias a la complicidad de los presentadores, Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla, y una reivindicación a favor de una mayor presencia de las mujeres en el séptimo arte en boca de prácticamente todos los comparecientes, plagada de lugares comunes, feminismo de salón, excesiva complacencia y abanicos rojos. Entre el público, la presencia de Javier Bardem y Penélope Cruz daba lustre al aquelarre (significativas fueron las reclamaciones de ambos en pro de la igualdad como reivindicación esencial para las mujeres; pero no menos lo fue la que lanzó Javier Bardem, sin consecución por parte de Cruz, al pedir que se respetara la "presunción de inocencia" de Woody Allen), pero entre los momentos de mayor altura destacó la recepción del Goya de Honor por parte de Marisa Paredes, quien hizo gala con humor de su condición primeriza respecto a lo que el Goya se refiere, recordó su vinculación con la Academia del Cine Español desde los inicios y recordó algunos lemas "polémicos" esgrimidos por algunos en anteriores galas, "como el de No a la guerra, que yo sigo defendiendo actualmente". Sencilla y directa fue la dedicatoria de Carla Simón a sus padres biológicos del Goya a la mejor dirección novel por Verano 1993 (Biznaga de Oro en la pasada edición del Festival de Málaga) y su tributo a las personas que lidian y han lidiado con el VIH. Conforme avanzaba la gala, Handia iba acumulando cabezones (al mejor actor revelación, Eneko Sagardoy; al mejor sonido, a la mejor dirección de producción, a la mejor dirección artística, mejor fotografía, al mejor diseño de vestuario, al mejor maquillaje y la peluquería, a los mejores efectos especiales, al mejor guion original, a la mejor música original). Nora Navas y Mariano Barroso, vicepresidentes de la Academia, ocuparon el lugar que correspondía a la muy recordada Yvonne Blake y cumplieron en su función de reivindicadores del cine español como fruto de la misma sociedad al que va dirigido, con nuevas llamadas a la paridad y no pocos dardos candentes como el lanzado al ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, al recordarle que el IVA aplicado al cine sigue intacto al 21% "cuando el Gobierno ha prometido una reducción en numerosas ocasiones". Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Alberto Garzón, por cierto, ampliaron el color político en las gradas e insistieron antes de entrar en la gala en adscribirse a la causa feminista de la jornada. También ellos alzaron sus abanicos rojos cuando los discursos desde el púlpito lo merecían. Bien larga fue la ovación que reclamó Jorge Sanz para el maestro español de los efectos especiales en el cine, Reyes Abades, fallecido hace sólo unos días. Bruna Cusí ganó el Goya a la mejor actriz revelación por Verano 1993, e Isabel Coixet se llevó el premio al mejor guion adaptado por La librería. Cuando David Verdaguer arrebató a Antonio de la Torre el Goya al mejor actor de reparto por su trabajo en Verano 1993 se prestó a dar besos para todos. Y sí, de eso fue más o menos la noche, en una gala en la que Handia triunfó en cuanto a número de estatuillas. Más cine, por favor.
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