Gran estreno en el festival de la Barroca de Sevilla
In Modo Antiquo. Sala María Cristina. 4 de julio de 2012 Músicos: Juan Antonio López (flauta de pico y traverso), José Antonio Gonzaga y Pedro Cusac, (oboes), Antonio Lozano, (fagot), Ángel Campos, (clave), Jorge Múñoz, (violone) Anibal Soriano, (tiorba y guitarra). Director: Enrico Onofri. Repertorio: obras de M. Blavet, A. Dornel, J. S. Bach, G. P. Telemann, A. Vivaldi y J. Boismortier. Aforo: tres cuartas partes.
La Orquesta Barroca de Sevilla (OBS) se estrenaba el miércoles en el Festival de Música Antigua de Málaga precedida de una justa fama, que la sitúa entre las de mayor nivel en la interpretación de música antigua con criterios historicistas (entre otros reconocimientos, ha sido galardonada con el Premio Nacional de Música 2011). Y no defraudó: bajo la dirección de Enrico Onofri, la formación sevillana ofreció un concierto que encandiló al público del María Cristina.
El programa, muy bien concebido, estaba dedicado a la escuela veneciana, con obras representativas de Castello, Legrenzi, Albinoni, Vivaldi y Geminiani. Es la Edad de Oro de la música italiana para cuerdas; y también la de los grandes constructores cremoneses: los Amati, Guarnieri y Stradivari. Igualmente reseñable resultó la dimensión pedagógica del programa, que recorría las formas musicales características del barroco tardío -la sonata, el concierto solista y el concerto grosso- que anticipan los esquemas del clasicismo. El trabajo de la OBS es de una seriedad indiscutible y la musicalidad del conjunto exquisita. Sin desdoro del resto, la sobresaliente interpretación de Mercedes Ruiz en las sonatas de Castello y Legrenzi, y, sobre todo, en el Concerto de Geminiani merece una mención expresa.
Por otro lado, la presencia en la escena de Enrico Onofri tenía una enorme fuerza evocadora, que resaltaba la concepción dramática que el solista adquiere en los conciertos de Vivaldi. Con un simple fular blanco anudado al violín, su figura enjuta y estilizada se transformaba en un auténtico personaje de la Contrarreforma, un defensor de la ortodoxia, al tiempo que se diferenciaba de la orquesta. Y en plena correspondencia con este juego simbólico, Onofri se muestra en las ornamentaciones de los movimientos centrales como un verdadero virtuoso del instrumento.
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