Hubertus von Hohenlohe y sus '15 minutos de fama' en Málaga, la mirada del artista que busca su lugar
El Centro Cultural Fundación Unicaja de Málaga, en el Palacio Episcopal, exhibe hasta el 3 de diciembre una completa muestra con medio centenar de piezas del carismático fotógrafo
La exposición '15 minutos de fama', de Hubertus von Hohenlohe
Málaga/Más allá de lo esperado, las trampas visuales, los efectos de la luz, los reflejos y capas, la perspectiva del autor y su inmersión dentro de la obra, el color y su fuerza componen verdaderos cuadros en cada una de las fotografías de Hubertus von Hohenlohe. El carismático artista, el que fuera también esquiador alpino, cantante pop y empresario, el hijo del príncipe Alfonso deHohenlohe-Langenburg, presenta por primera vez en Málaga una selección de casi medio centenar de piezas de los últimos veinte años.
Las obras se reúnen en el Centro Cultural Fundación Unicaja, en el Palacio Episcopal, hasta el 3 de diciembre bajo el título 15 minutos de fama. No se trata de un recorrido cronológico ni una retrospectiva al uso, como explica la comisaria Isolina Arbulu. Aún así, la propuesta expositiva sumerge al espectador en un viaje al interior del artista, a su interpretación de la ciudad, a su visión del mundo y con ella, su relación privilegiada con la élite social y cultural de cada momento.
Escaparates, carteles, espejos, cristales o superficies metálicas sirven a Hubertus von Hohenlohe para retratarse, como un narrador omnisciente y fantasmal, en escenarios poco habituales de París, Belgrado, Reikiavik, Marsella, Roma, Múnich, Londres, Viena, Sevilla o la mismísima Málaga. También se ve reflejado en las caras de Diego El Cigala, Carmen Laffón, Niki Lauda, Morante de la Puebla, Zidane, Gunilla von Bismarck o Lenny Kravitz, dentro de su especial serie de retratos. Y se vale de la publicidad y del cine para conseguir imágenes de colores rabiosos y mucha potencia visual.
En la muestra no falta su particular homenaje a España, con un repostero en el que imágenes en tela crean el mapa del país con los recuerdos de sus años de juventud y sus viajes posteriores a lugares como Marbella, Madrid y Barcelona. También con fotografías de toreros y un azulejo que invita a que la felicidad sea contagiosa.
"Hubertus Von Hohenlohe es un artista caleidoscópico, multidisciplinar, dueño de un discurso original, rabiosamente contemporáneo y que ofrece un hilo creativo que conecta e incluso precede a muchas de las contradicciones que invaden la vida del hombre contemporáneo", explica Emilia Garrido, responsable de Artes Plásticas y Espacios Museísticos de Fundación Unicaja.
También comenta Garrido que el título de la exposición "tiene una referencia clara a Andy Warhol y supone un prolongado recorrido por la trayectoria de un hombre cuyo apellido está íntimamente ligado a esta tierra. Sin dejar de ser fiel a sí mismo, aplica a su trabajo esa visión cosmopolita que llevó a su padre a transformar para siempre la historia del turismo en nuestra región".
Gracias a la Fundación Unicaja, es la primera vez que se trae a Málaga "una cuidadísima selección de trabajos de un artista internacional" cuyas obras, agrega la responsable de Artes Plásticas de la entidad, "están en sintonía con los postulados del arte contemporáneo, ya que hace coexistir en la misma obra lo formal y lo estético con la crítica y la reflexión".
Y esta mirada crítica no solo se vuelca sobre la fama, "sino también con un amplio espectro de cuestiones que abarca desde el exhibicionismo personal y autoconsciente a las nuevas tecnologías y al temperamento de la época actual", agrega Garrido. Considera, además, que "la transformación que ha sufrido la cultura de las últimas décadas se condensa en la mirada de Hubertus, nutrida en multitud de disciplinas y tamizada por el contraste entre el mundo exterior y el contacto privilegiado con las figuras con las que se ha ido encontrando a lo largo de su vida".
Subraya la comisaria de la exposición, Isolina Arbulu, que la obra de Hubertus "sorprende, tiene muchísima fuerza, es muy contemporánea y está muy unida a la persona en el sentido en que es su visión del mundo gracias a esa vida tan peculiar". También incide en que "no es una retrospectiva, aunque hay 22 años de fotografía". La primera imagen se tomó en 2000 y la última es de 2022.
Para Arbulu, en la muestra "se puede ver el estilo contundente que tiene su obra, la textura, los colores, el mensaje, que habla de esos 15 minutos de gloria que todos nos sentimos con derecho a tener y que, de alguna forma, muestra con cierto cinismo e ironía, se ríe un poco de este mundo".
El artista considera que con esta exposición ser realiza uno de sus sueños. "Yo nací y viví mucho en España cuando era pequeño, mis ojos se formaron en la Marbella de los años 60 y 70 que era muy elegante, maravillosa y simple, tuve la suerte de conocer a mucha gente con muy buen gusto, con una forma de vida muy especial, delicada", explica von Hohenlohe.
El fotógrafo asegura que ha tenido "la suerte de llevar una vida muy ecléctica e interesante. Empecé a buscarme a mí mismo a través de la fotografía y poco a poco he encontrando mi sitio". Centro de los objetivos de los paparazzi cuando era pequeño, su paso al otro lado del visor llegó años después. Con una instantánea de su madre y su peluquero, con él metido en el encuadre a través del espejo y sacando a la luz un momento tan íntimo, comenzó esta particular obsesión.
"Para mí, las fotos son como pequeños documentales de mi vida", dice y asegura que cada instantánea habla mucho de sí mismo. "Quizás también sea por egocentrismo por lo que siempre me retrato, hago mi particular Hitchcock", agrega. Cuando retrata a otros, intenta usar las primeras imágenes, las más espontáneas y menos posadas. "Las mejores fotos son las que he sacado rápido cuando he visto algo. Casi siempre la primera foto es la mejor, porque hay más espontaneidad", apunta.
La comisaria señala que "Hubertus tiene la habilidad de entender a la gente, la capacidad de observar la escena completa y sacar lo que muchos no vemos". El fotógrafo añade que captar el momento y el lugar consigo mismo en él obedece "a ese afán de protagonismo que tenemos todos". Sin lugar a dudas, para von Hohenlohe la fotografía es el medio para crear una historia y convertirla en arte.
En las salas, el recorrido comienza con una especie de presentación a modo "de mural de restaurante italiano", como explica la comisaria, en la que se ven imágenes de su infancia y su familia, algunas tan cercanas como su padre comprando en un supermercado de Marbella. También se ve con Warhol, cuando el norteamericano quiso fotografiarlo en su etapa de esquiador alpino.
Su cámara siempre le acompaña. Si no se la encuentra al cuello, cree que la ha perdido. Una máquina compacta, sin artificios y muy "honesta" le sirve para captar aquello que le llama la atención, esos ángulos que va encontrando de forma más o menos intencionada.
"Con esta exposición he vuelto al sitio que toca mi corazón, que es Andalucía y estoy muy contento de poder compartir con la gente todos esos personajes, todas esas escenas que son como una película pequeña de mi vida", recalca Hohenlohe. Para el artista, el Palacio Episcopal ofrece un "maravilloso contrate" con su obra y le da aún más fuerza.
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