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Literatura | Ignacio Gómez de Liaño
Málaga/Que a la hora de nombrar los principales referentes de la vida intelectual española en el presente a algún despistado se le olvide el nombre de Ignacio Gómez de Liaño (Madrid, 1946) se debe, principalmente, al empeño del autor en defender su independencia por encima de modas, reconocimientos, criterios y corrientes. En cuanto al pensamiento, este decidido rechazo a la galería le ha permitido afinar su diagnóstico del mundo contemporáneo mucho más allá del habitual caldo de cultivo, complaciente y cortoplacista, en obras de amplio alcance como La mentira social (1989), El círculo de la Sabiduría (1998), Extravíos (2007), El Reino de las Luces (2015) o Democracia, islam, nacionalismo (2018). Al mismo tiempo, ha alumbrado Gómez de Liaño todo lo relativo a la imaginación y la ficción en títulos como El idioma de la imaginación (1983), verdadero libro de culto por el que ya quedó consolidada la lectura de su obra como una pasión tan creativa como la misma escritura. Pocos pensadores y escritores encajan en el perfil del hombre sabio con la autoridad de Gómez de Liaño, pero precisamente la querencia híbrida de su trayectoria, muy a pesar de su exhaustivo rigor académico (nuestro autor es doctor en Filosofía y Letras y ha ejercido la docencia en varias universidades de China, Japón y otros países además de España), ha sido interpretada por buena parte de la crítica como una suerte de extravagancia. Ha defendido siempre Gómez de Liaño la común territorialidad de pensamiento e imaginación, una raíz más amplia para el fenómeno de lo humano ya se expresen sus frutos a través de cuentos, novelas o ensayos, lo que no siempre ha sido precisamente bien recibido a pesar del magisterio directo de precedentes como María Zambrano. No obstante, lejos de cejar en su empeño, Gómez de Liaño insiste en diluir géneros y fronteras: ahora lo hace en un libro de título tan explícito y cargado de intenciones como Filosofía y Ficción, su última creación, que justo estos días pone en circulación la editorial malagueña EDA Libros a modo de ideal regreso a la actividad y culminación de la desescalada.
Además de híbrido, el carácter de Filosofía y Ficción tiene mucho de misceláneo: tal y como explicaron desde EDA, el volumen incluye textos filosóficos con otros abiertamente narrativos; los primeros “se publican ahora por primera vez y proceden de los cuadernos de notas que Gómez de Liaño ha ido escribiendo a lo largo de los años”, mientras que los segundos “se fueron publicando en lugares diversos a la vez que el autor continuaba su indagación filosófica en estas notas”. De este modo, Filosofía y Ficción permite al lector asistir a la creación paralela de piezas ensayísticas y breves relatos, así como advertir los nexos, cauces compartidos y senderos mutuos por los que todos los escritos quedan vinculados independientemente de su naturaleza. Ya sea desde la ficción o desde lo filosófico, Gómez de Liaño aborda aquí cuestiones como el viaje, el arte, la creación artística, la política y la economía: los mismos, al cabo, que han nutrido toda su obra.
Afirma el propio Gómez de Liaño sobre Filosofía y Ficción: “La composición de todos mis libros me ha hecho ver con claridad que los límites de lo narrativo y lo filosófico son borrosos y sus fronteras permeables. Aunque la narración aparece a menudo como elemento común a las dos series, hay una diferencia esencial: en la serie filosófica el relato venía impuesto porque en algunas de esas obras se hace historia de las ideas y, obviamente, hacer historia es hacer una forma de relato; en la novelística, la imposición venía dada por el hecho de que en esas obras se cuentan los viajes y las reflexiones que hacen los protagonistas de las novelas”. Subrayan a su vez los editores que Filosofía y Ficción “hace que el lector se vea transportado de un fantástico Museo de Historia Invisible a una clase de Geografía en la que el espacio se recrea a sí mismo, de una Escuela de Autoconocimiento a la fatalidad que solo se cura con una terapia de detalles, de la pesadilla de los anacoretas a la eternidad del último segundo de la vida”. La libertad de creación y pensamiento se hace así compromiso esencial.
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