Jorge Pardo: "Las puertas de los flamencos han estado abiertas para mí"
El músico madrileño Jorge Pardo actúa este domingo en el Teatro Cervantes dentro del Festival Internacional de Jazz de Málaga
Paolo Fresu, Hiromi, Avishai Cohen y Jorge Pardo abren el Festival Internacional de Jazz de Málaga
El músico madrileño Jorge Pardo, que ha hecho del flamenco jazz una de las grandes señas de identidad de sus más de cincuenta años de carrera, asegura que nunca ha sentido la "animadversión" de los puristas del flamenco, sino "casi todo lo contrario".
"Las puertas de las casas de los flamencos han estado abiertas para mí", afirma en una entrevista Jorge Pardo, que este domingo ofrece en el Festival de Jazz de Málaga un concierto que conmemora el cincuenta aniversario de su debut en grandes festivales, desde que se subió al escenario en el de San Sebastián de 1972.
Añade que "es verdad que hay un cierto sector de las peñas flamencas, más acostumbradas a otro tipo de flamenco, a formas ortodoxas, que defienden eso", y le parece "muy bien que ese flamenco se defienda y se conserve", porque en su música también "bebe" de él.
"El flamenco es una música grande, cada vez más grande si cabe, porque hay muchas diferentes opiniones y tendencias, y, como en toda casa de vecinos, unos se llevan mejor con unos y otros, con otros".
Cuando se le pregunta si se trata de una cuestión de respeto, replica que "el respeto está muy bien, es de buena educación, pero con el respeto tampoco vamos a ningún sitio".
"El flamenco es arte, y como arte está vivo y tiene que ser transgresor, tener unas gotas transgresoras que meneen las conciencias y añadan nuevos escenarios y nuevos sonidos a lo que ya ha venido siendo tradicional. El respeto está bien, pero como a tu padre: le respetas, pero haces lo que pensabas hacer".
Recuerdos de Paco de Lucía y de Camarón
Una de las figuras con las que ha trabajado de forma estrecha es Paco de Lucía, de quien destaca que "una de sus grandezas era su tamaño como ser humano y ser una persona fantástica y cotidiana".
"Es verdad que tenía el peso de lo que él estaba dejando con su guitarra, y que se sentía responsable de todo eso y tenía que apretar en ese sentido, pero como persona intentaba escaparse del 'show business' y de la popularidad, y era un tipo sencillo con el que he compartido muchas historias musicales y a nivel personal".
Algo parecido puede decir de Camarón de la Isla, "un tipo sencillo también", al que Jorge Pardo conoció siendo "muy jovencito" sin ser consciente de la grandeza que alcanzaría.
"Eran colegas que me daban trabajo de vez en cuando, un trabajo de puta madre, con el que iba a ganar unas pesetillas y a pasarlo bien. De repente, Camarón se ha convertido en un icono, y yo no he disfrutado del icono, he disfrutado de la persona, una persona sencilla".
Para Jorge Pardo, la "mejor lección" que ha aprendido al trabajar con Paco de Lucía, Camarón o el estadounidense Chick Corea es "su sencillez como personas y su grandeza como artistas, en el sentido de la vehemencia y el tesón para no conformarse con lo que se hizo ayer, sino estar mirando nuevos horizontes continuamente".
El debut con 16 años
Admite que no guarda demasiados recuerdos de su debut con solo 16 años en el Festival de Jazz de San Sebastián, porque "en ese momento se viven las cosas con otra intensidad".
"Cuando uno vive esas cosas en esa edad, no piensa que va a ser nada que se va a proyectar en el tiempo. Lo vives con la intensidad y la alegría necesarias para no darte cuenta de nada más. Es como una especie de trance, no hay una consciencia, la consciencia la hay ahora, un tiempo más tarde".
Aquel debut vivido "como un barullo de situaciones que se dieron en poco tiempo" llegó sin una formación académica previa, porque califica de "anecdótico" su paso solo un año por el Conservatorio en Madrid que, eso sí, le sirvió para aprender a escribir música, que es lo que ha quedado de esa formación, "y poco más".
Los premios, un "bomboncito"
Su carrera ha sido reconocida con el Premio Nacional de las Músicas Actuales, que le otorgó el Ministerio de Educación y Cultura en 2015, o el Premio al Mejor Músico Europeo de Jazz que le entregó en 2013 la Academia Francesa de Jazz, galardones por los que se muestra "agradecido siempre".
"Un premio es como un bomboncito que te dan, y que deleitas con el paladar, pero no deja de ser una mención que puede llegar o no llegar en la carrera de un artista. De puertas para afuera, es una piedra angular en un currículum, pero en tu interior asimilas que los premios te los han dado a ti como se los podrían haber dado a otros diez o veinte igual de capacitados o mencionables que tú".
Afronta el concierto de este domingo en el Teatro Cervantes de Málaga, titulado El legado, como "una celebración" en la que estará acompañado en el escenario de colegas y amigos como Carles Benavent, Rubem Dantas, Dani Casares, Antonio Serrano, Tino di Geraldo, Juan José Suárez Paquete y Francis Pose.
"No me gustan mucho las efemérides de no sé cuántos años de carrera, pero lo de El legado me hizo más gracia, porque no puedo escapar de que muchos músicos de generaciones posteriores se han fijado en el trabajo de músicos de mi generación para continuar ese tipo de trabajos".
"Lo asumo perfectamente y me enorgullece. Toda esta gente involucrada en este concierto es un flipe para mí y una oportunidad fantástica para poner en el escenario un montón de música de diferentes generaciones".
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