“Mi obra se ha hecho ahora más íntima, más de puertas adentro, como la vida”
José Luis Puche | Artista
El estado de alerta coincidió con el montaje en Sídney de una exposición del artista malagueño, que mantiene diversos proyectos internacionales para cuando acabe la epidemia
Málaga/Apenas un día antes de que se decretara el estado de alarma, José Luis Puche se dirigió a su estudio e hizo acopio de todo el material necesario para seguir trabajando en casa: “El estudio se echa de menos, desde luego. Es difícil trabajar en casa, a pocos metros del sofá. La primera semana, con todo lo que estaba pasando y el continuo goteo de víctimas, me resultaba imposible concentrarme. Pero, dado que había compromisos con los que cumplir, no había más remedio que sobreponerse. Y ahora agradezco enormemente que se hayan mantenido esos compromisos. Lo malo es que entonces no contaba con estar encerrado más de quince días y ya llevamos un mes, así que hay que estirar los recursos más allá de lo posible”, cuenta Puche a Málaga Hoy desde su estricto confinamiento doméstico. Apenas un par de días antes de aquella última visita a su estudio salía in extremis un avión con destino a Sídney en el que viajaban las obras de Puche que formaban parte de la exposición Collection of contemporary works from around the world, cuya inauguración en la Nanda \ Hobbs Gallery de la ciudad australiana estaba prevista para poco después; pero, claro, la pandemia obligó a cambiar de planes: “Las obras llegaron a la casa de la comisaria de la exposición, Kate Smith, que es también mi representante en Australia. Dado que el confinamiento es allí algo más laxo que en Europa, Smith pudo llevar las obras a la galería y montar la exposición, pero no abrirla al público. De modo que optaron por aprovechar el montaje y hacer una muestra virtual que puede verse actualmente en la página web de la galería, lo que significó una salida interesante de cara a los coleccionistas”. El pintor malagueño José Luis Puche es uno de los artistas españoles de mayor proyección internacional y la epidemia se ha cernido justo en un momento de esplendor respecto a esta proyección. Pero Puche responde desde su casa de Málaga con la respuesta más favorable a la adversidad: el trabajo.
Aunque no siempre es fácil mantener el ánimo bien álgido. Justo este mes de abril, Puche tenía previsto reunirse en EEUU con galeristas, coleccionistas y representantes de fundaciones de Nueva York y Los Ángeles en lo que debía suponer un paso de gigante en su particular conquista del territorio norteamericano. El encuentro ha sido aplazado a la espera de que la situación en EEUU, especialmente difícil, mejore. Con vistas al otoño, Puche espera poder protagonizar otra exposición en Sídney en noviembre y otra más en uno de los centros de arte contemporáneo más importantes de Seúl, “pero aún no se sabe lo que va a pasar. Todo el mundo se atiene a comprobar el curso de los acontecimientos para decidir qué se levanta y qué sigue adelante. Y también son importantes los calendarios de cada sitio. En Sídney, por ejemplo, la temporada de exposiciones empieza justo ahora, ya que allí acaba de terminar el verano. De modo que es probable que la muestra que estaba prevista para noviembre se retrase hasta marzo de 2021, pero todo es complicado porque las galerías suelen cerrar sus programas con mucha antelación”. Confía Puche, no obstante, en que el paisaje pueda enmendarse a su tiempo: “Con todo, he tenido suerte porque mis obras pudieron llegar a Sídney para la exposición comprometida que ha podido montarse, aunque sea para verla virtualmente. Y todos los proyectos siguen en marcha, aunque se aplacen”.
Mientras tanto, aunque la tragedia sacuda bien cerca (Puche perdió hace unos días a un familiar cercano fallecido con coronavirus) y la inspiración represente a veces una región remota entre noticias funestas, el artista sigue creando y alentando nuevas iniciativas. Dada su calidad de autor del cartel de la pasada Semana Santa de Málaga, organizó un concurso virtual de carteles al que concurrieron más de medio centenar de artistas (“Estuvimos recibiendo carteles fuera de plazo hasta la noche del pasado domingo, ha sido una experiencia preciosa poder calibrar de primera mano la generosidad de la gente”) y realizó una donación de sus obras a beneficio de la Cruz Roja, lo que, más allá de la oportunidad brindada para colaborar en la lucha contra la epidemia, le sirvió como particular terapia: “Por más que el trabajo del artista sea una cuestión tan solitaria, ante una coyuntura como ésta sientes, antes que cualquier otra cosa, deseos de contribuir, de formar parte de la solución. Hace unos días me pidieron más obras desde una fundación benéfica de Los Ángeles que desarrolla un proyecto, La vida is beautiful, del que se benefician varias asociaciones. Lo bueno de esta iniciativa es que la fundación reserva un porcentaje de la venta de obras para los artistas, así que podré donar los beneficios que me correspondan a otras organizaciones que trabajan en Málaga. Agradezco las invitaciones de este tipo porque de alguna forma me hacen sentir útil, que no soy un artista metido en su mundo, sino que mi mundo es éste y puedo contribuir a recuperarlo”. Respecto a la Semana Santa de Málaga, acepta Puche con proverbial estoicismo su condición de autor del cartel de la primera edición desde la Guerra Civil en que no salió a la calle ni una sola procesión: “Lejos de considerarla perdida, para mí es una Semana Santa invertida. Esta situación nos obliga a reinventarnos también en este sentido, y la impresión es que ahora está todo por hacer”. Curiosamente, Puche reivindicaba en su cartel la memoria personal de cada malagueño como sustancia esencial de la Semana Santa justo en un año en que la memoria lo ha sido prácticamente todo, el último clavo ardiendo, “pero aquí también tenemos una oportunidad para crecer”, apunta, antes de recordar que “por más que haya sido tremendo ver la soledad de las hermandades y de las imágenes en las iglesias, existía un motivo para que así fuese. Un motivo que apelaba a la responsabilidad de todos. Precisamente, si aceptamos el confinamiento, si damos por buena la solución de no celebrar las procesiones, es por esa responsabilidad, la misma que nos mantiene centrados en momentos tan excepcionales y difíciles”.
Preguntado por la posible influencia de la epidemia del coronavirus en su obra, así como el grado de permeabilidad o resistencia del artista ante los sucesos de su entorno, especialmente cuando los sucesos son determinantes, José Luis Puche responde: “No me había parado a pensar en este asunto hasta que hace unos días eché un vistazo al trabajo que llevo hecho desde que empezó la cuarentena y advertí un tono bastante intimista. Aunque sea en correspondencia con las circunstancias, lo que hago ahora parece pintado más de puertas adentro que el resto de mi obra. Pero es que la permeabilidad es inevitable. Si la vida cambia, nuestro trabajo cambia. No puede ser de otra manera. Estoy convencido de que esta crisis marcará un antes y un después como lo hizo el 11-S. Hemos sido puestos a prueba y nos esperan todavía pruebas y confinamientos incluso más complejos en un mundo hiperglobalizado”. A la espera de que el público pueda volver a admirar su mural en el Teatro del Soho, Puche sigue lidiando con las musas. Ellas, tan insobornables.
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