Juventud en dualidad para un programa de aires rusos

Fernando Anaya Gámez

06 de marzo 2010 - 05:00

10º Programa de abono de la Temporada 2009-10. Fecha: 5 de marzo de 2010. Programa: 'Marcha polovtsiana' de 'El príncipe Igor' de A. P. Borodin, 'Concierto nº 1 para violín y orquesta, op. 77' de D. Shostakovich y 'La consagración de la primavera' de I. Stravinsky. Intérpretes: Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM). Solista: Julian Rachlin (violín). Director: Rubén Gimeno. Aforo: Tres cuartas partes.

En la décima cita con los conciertos de abono, se hizo realidad esta tríada de autores musicales rusos en sus distintas perspectivas y distintivas personalidades. Una dirección que se estableció con tintes de éxito y con el sabor de aproximarnos a las peculiaridades del no tan conocido concierto para violín y orquesta de Shostakovich .

Comenzó la primera parte con uno de los tramos musicales más sonados (en todos los sentidos posibles) de la inconclusa ópera (fue terminada posteriormente) El príncipe Igor de Borodin. Una traducción de esta Marcha polovtsianaen tempo certero y que se presentó en la constante búsqueda del equilibrio sonoro entre los efectivos orquestales, destacando una cuerda definida y compacta.

El momento central lo protagonizó el joven Julian Rachlin en calidad de violinista. Su Guarnerius del Gesù de 1741, pieza de tímbrica distribuida entre graves consolidados y agudos muy brillantes, se mostró imprecisa en un primer momento. Sin embargo, el solista lituano recondució el devenir de la partitura en las notables dificultades del Nocturno inicial para mostrarse en técnica más que eficiente y con una permanente comunicación con la orquesta, a pesar de presentar un final con armónico limpio pero entrecortado. Igualmente, tuvo atención para desempeñar con soltura la complejidad de los numerosos pasajes en varias cuerdas simultáneas, prodigándose en espléndida afinación y exacta concepción rítmica para el Scherzo. Por otro lado, su cadenza del tercero, más impactante por su fluidez y delicadeza en un primer momento, invitó a una sobresaliente Burlesque de resuelta rítmica junto a un exquisito y elegante bis.

Finalmente, La consagración de la primavera cerró la velada en donde primó el buen entendimiento de la primera parte en la batuta del joven Rubén Gimeno, fielmente seguida por los maestros de la OFM.

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