“Málaga perdió el tren en los 70 porque todos tocábamos en hoteles”
José Fernández 'Lito' | Músico
El guitarrista malagueño celebra este año medio siglo de oficio sobre las tablas y tres décadas al frente de la Lito Blues Band, motivo para hacer balance y apuntar nuevos proyectos
Málaga/Decir a estas alturas que Lito Fernández (Málaga, 1953) es uno de los más respetados y reclamados guitarristas del blues español significa incurrir en lo obvio. Pero pasa el tiempo, y resulta que el músico celebra en este 2019 un doble aniversario: cincuenta años como músico profesional y treinta al frente de su proyecto más querido y duradero, la Lito Blues Band. Con este motivo, la Terraza Gourmet de El Corte Inglés acoge un ciclo de conciertos (el primero tuvo lugar ayer mismo, con la propia Lito Blues Band) a modo de homenaje, y el próximo 30 de noviembre, según los planes previstos, La Cochera Cabaret servirá de sede para una actuación especial con la que dar cuenta del medio siglo de oficio y magisterio de este genio de las seis cuerdas. Su resistencia brinda hoy una representación vida de la memoria musical de Málaga: Lito pasó por las filas de Tabletom, Gran Pamela, Malaka y La Zarzamora (junto a Manolo Galván de Los Gritos), entre otros grupos, antes de fundar en 1989 la Lito Blues Band, con la que ha ejercido junto a algunos referentes nacionales e internacionales del género. La deuda que no pocos músicos de amplio reconocimiento tienen con Lito no es pequeña en muchos casos. Pero no todo es nostalgia, ni mucho menos: Lito apunta nuevos proyectos y su decidida intención a seguir creciendo como músico.
-¿Podemos decir que valió la pena montar la Lito Blues Band?
-Sí, sí. Económicamente no mucho, pero al final eso da igual, siempre hacemos otras cosas. A la hora de disfrutar lo hemos pasado bien, sí. He tocado con mucha gente, han pasado muchos músicos que ahora son muy importantes en el panorama internacional como el bajista Jesús Bachiller Bachi o el guitarrista José Marín, que toca ahora con Pablo Alborán. El antiguo batería de Danza Invisible, Ricardo Teixidó, también estuvo conmigo una época. Guitarristas han pasado unos cuantos, pero sobre todo lo han hecho bajistas y baterías, ya que durante algunos años, sobre todo al principio, la Lito Blues Band funcionó como trío. Al final, me cansé de este sonido y empecé a trabajar con teclistas. Y luego está la cantante Suzette Moncrief, por supuesto, que estuvo un tiempo, se marchó y después volvió. Ahora tenemos a Gus Herrera, que es armonicista y también canta muy bien.
-Tengo entendido que Gus Herrera llegó al grupo por casualidad.
-Sí, resultó que una noche Suzette tenía doblete, un concierto con nosotros y luego otro con otro grupo en otra parte, así que sólo podía estar con nosotros en la primera parte de la actuación. Y se le olvidó avisarnos. Así que, de pronto, nos vimos sin cantante para la segunda parte. Gus estaba por allí con la armónica, le dije que subiera al escenario con nosotros, lo hizo y ya entonces se convirtió en miembro estable del grupo. Ahora estamos con un repertorio nuevo, a ver si grabamos algo.
-¿Por qué se prodiga tan poco discográficamente hablando?
-Con tantos bolos todo el día no he tenido mucho tiempo para grabar. De todas formas, antes no se grababa tanto. Ahora sí, todo el mundo llega con un disco grabado en su casa. Pero es que yo con la tecnología no me llevo muy bien. Soy incapaz de grabar un disco por mi cuenta, en mi salón. Y si me meto en un estudio nunca estoy cómodo. Tengo que volver a grabarlo todo mil veces, nunca estoy contento. Qué le vamos a hacer, soy un músico hecho para el directo. Aunque digo yo que habrá que grabar otra cosa antes de que me muera.
-Montar un grupo de blues no era lo más prometedor en 1989, al menos comercialmente.
-Sí, lo que más se escuchaba entonces era el techno. Pero en Málaga había un público para el blues, de hecho mucha gente respondió. Piensa que Antonio Blanco ya había hecho mucho por el blues en Antequera, y siguió haciéndolo después. No teníamos garantías de nada, pero hicimos lo que nos apeteció. Y salió bien.
-De todas formas, ¿habría sido más fácil montar la Lito Blues Band en otra parte?
-Sí. Yo creé el grupo sin expectativa alguna, pero de la noche a la mañana comenzaron a llenarse los conciertos y tocábamos cinco noches a la semana. Así estuvimos durante años. Siempre hay altibajos, claro, pero nunca dejamos de tocar. Sin embargo, lo más difícil fue recuperar la actividad después de mi trasplante, porque si te quitas de en medio un año o dos la gente te olvida enseguida. Y eso pasa porque no hay espacios, no hay salas, es difícil que el público adquiera y mantenga la costumbre de ir a escuchar aquí música en directo. Yo lo entiendo, claro: a ver quién se gasta doscientos mil euros para insonorizar un local en el centro y que sea rentable. Muchas veces nos llaman a tocar en formato dúo, sólo con voz y guitarra, para no molestar a los vecinos. Pero tampoco es justo para los músicos.
-¿Y cree que es posible revertir esa tendencia en Málaga?
-Sí, claro que se puede. Mira lo que está pasando con el jazz, ahora hay jazz por todas partes, durante todo el año. [El promotor] Sergio García está haciendo un gran trabajo con eso, está creando afición, la gente va ahora a los conciertos de jazz sabiendo qué músicos son los que valen la pena. Y, bueno, Sergio ha abierto una puerta al blues para que pase yo también. Ahora bien, resulta que un club de jazz como el Clarence, con una programación estupenda llena de figuras de gran nivel, se ve obligado a cerrar en Málaga y poco después reabre en Torremolinos. ¿Por qué no puede haber más salas de conciertos en Málaga, cuando hay gente dispuesta a montarlas y, como se ha demostrado, público para llenarlas? Habría que poner remedio a eso.
-¿Qué momento de la historia de la Lito Blues Band recuerda con más cariño?
-Cuando compartí escenario con Mick Taylor, el antiguo guitarrista de The Rolling Stones, en el Festival de Blues de Getxo. Fue un placer tocar con él. Es un músico y un ser humano extraordinario. Al principio me preocupaba un poco porque yo no hablaba inglés y él no hablaba español, aunque Suzette estaba también con nosotros; pero en cuanto cayó la primera botella de Rioja nos entendíamos estupendamente. Aquello significó para mí una gran oportunidad para aprender, y no la desaproveché. Desde luego, Taylor es mucho mejor músico que los demás Rolling Stones. De los que hablaba sin reparos, por cierto.
-¿Le confirmó que había dejado The Rolling Stones porque se aburría, o por los celos que despertó en Keith Richards?
-Por las dos cosas. Y porque, como también dijo en su momento, de haber seguido no habría salido vivo. Por eso se fue él antes de que lo expulsaran.
-¿Alguien más a quien recuerde especialmente?
-Sí, Big Jack Johnson. Inolvidable. Con Richard Ray Farrell he tocado por media Europa. Y con todos los grandes guitarristas de blues de España. Antonio Blanco organizó en Antequera aquello de Cambayá Reunión y nos llevaba de gira por todo el país. Por ahí han pasado todos.
-¿Cómo se lleva hoy día con la guitarra?
-Regular. La guitarra pide muchas horas. Nada más levantarte te tienes que poner a tocar, luego paras para comer y a seguir tocando. Pero yo no soy tan trabajador. Ensayo mis buenas horas, que conste. Aunque ahora no tanto.
-¿A quiénes considera sus primeros maestros?
-El primero que lo revolucionó todo fue Jimi Hendrix. A finales de los 60 y principios de los 70 aquí escuchábamos sobre todo a The Beatles y a The Rolling Stones, pero nada de blues. No había manera de hacerte con un disco de blues clásico, ni se escuchaba en la radio Tenías que ir a Londres si querías conseguir un disco. El primero en abrir camino y en traer a Europa la música de Muddy Waters y B. B. King fue Eric Clapton, hasta entonces no se escuchaba blues. Y gracias a él comprendimos que cuando todos aquellos grandes grupos británicos empezaron a tocar en los 70, en realidad ya lo tenían todo hecho. Sólo tenían que tomar nota del blues que habían tocado los negros en EEUU. Eso sí, al blues le pasa como al flamenco, no se puede imitar. Hay que tenerlo dentro. Si no lo tienes, mejor dedícate a otra cosa.
-¿Hay algo de lo que se arrepienta todavía?
-Sí. Precisamente, de no haberme formado más, de no haber seguido estudiando, sobre todo armonía. Ahí metí la pata mucho, me dediqué a tocar sin preocuparme demasiado de aprender. Estuve seis años en el Conservatorio, pero allí seguían métodos muy retrógrados y me aburrí. Aunque lo que pasó también es que me ofrecieron trabajar dos años en Madrid y me fui, claro. Pero pienso que si me hubiera formado más, que si hubiera alcanzado una técnica mejor, a lo mejor habría sido todo más fácil. Hoy ves a guitarristas jóvenes que tocan aquí en Málaga con una técnica tremenda y cuando los veo tocar pienso que debí formarme como ellos. De hecho, he vuelto a estudiar música, quiero oxidarme lo menos posible, evolucionar todo lo que pueda.
-Lo paradójico es que usted ha sido, y es, un maestro para muchos músicos malagueños.
-Sí, así es. Por la Lito Blues Band han pasado músicos muy jóvenes que después han crecido mucho. Por ejemplo, el primer teclista que tuve fue Jesús Durán, que empezó conmigo cuando era un chaval y ahora es productor y compone música para teatro. También di algunas clases a El Trío del Saco, los apoyé al principio, y hoy son un grupo extraordinario, unos músicos geniales que además tocan con otros grupos muy importantes.
-¿Cómo vivió en el seno de Tabletom el estallido musical que se vivió en Sevilla en los 70? ¿Por qué cree que en Málaga no llegó a darse una revolución semejante?
-Sobre todo, porque en Málaga los músicos nos dedicábamos a tocar en los hoteles, en orquestas de baile. No es que se ganara ahí mucho dinero, pero era trabajo al fin y al cabo. Y cuando te dedicas a trabajar en hoteles, inevitablemente dejas de dedicarle tiempo a otras cosas. Todo esto tiene que ver con el desarrollo del turismo, que en Málaga, con Torremolinos y la Costa del Sol, fue espectacular. Sevilla tenía otras cosas, pero los hoteles y los guiris estaban aquí. Luego, cuando salíamos de los hoteles y nos juntábamos, nos poníamos a tocar cosas de Pink Floyd y de Eric Clapton, pero más como una forma de pasar el tiempo. Estábamos más dedicados a nuestras orquestas. De todas formas, yo viví muy de cerca toda aquella movida sevillana. En el año 81 la Junta organizó la primera gira de grupos andaluces y ahí estuvimos Tabletom, María Jiménez, Silvio, Pata Negra y algunos más. Tuve muy buena relación con todos ellos, con Raimundo Amador, con Gualberto también, por supuesto. Y con Smash. Sí, en Sevilla había un poco más de interés por tocar otras cosas. Nosotros teníamos los hoteles. Y perdimos ese tren.
-¿Habrá un público para el blues dentro de otros cincuenta años?
-Sí. La gente no es tonta. No a todo el mundo le gusta el reguetón.
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