Lo que habrá en el Auditorio de Málaga
Equipamientos
Mientras Málaga sigue a la espera del acuerdo institucional que permita la construcción del Auditorio, la Orquesta Filarmónica ha diseñado una previsión de las actividades que podrán llevarse a cabo en el edificio proyectado
Málaga/En el devenir reciente del debate sobre la construcción del Auditorio de Málaga, plataformas ciudadanas y reproches electoralistas incluidos, faltaba un argumento no precisamente menor: la misma definición del Auditorio como proyecto cultural, depositario de futuras actividades relacionadas con la música y la lírica de las que, hasta ahora, apenas se había dicho esta boca es mía. Si por razones evidentes resulta absurdo plantear ahora una programación más o menos formal, lo que sí hacía falta, al menos para concretar los términos del debate, es lo que los malagueños y visitantes pueden esperar del Auditorio. En este sentido, aunque el espacio proyectado podrá ofrecer tanto en sus dos salas para conciertos (la mayor, reservada para representaciones de ópera y grandes conciertos sinfónicos, con una disposición versátil del aforo para acoger entre 1.550 y 1.900 espectadores; y la de cámara, que contará con 400 butacas) como en el espacio exterior al aire libre actuaciones de cualquier género musical que se precie, cabe recordar que será la Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM), que tendrá su sede oficial en el Auditorio (además de una sala de ensayos, entre otras dependencias) la principal inquilina del equipamiento. Pues bien, por si acaso, y por más que el apretado calendario electoral inmediato invita a ser poco optimistas respecto a un acuerdo cercano entre el Ayuntamiento de Málaga, la Junta de Andalucía y el Ministerio de Cultura que desbloquee el proyecto, la OFM ya ha hecho sus deberes y ha diseñado un amplio plan de actividades que podrán celebrarse en el edificio una vez construido y al que ha tenido acceso Málaga Hoy. Se trata, eso sí, de una planificación pensada para el proyecto en vigor, el diseñado por los arquitectos Agustín Benedicto y Federico Soriano, con las características antes reseñadas; es decir, el modelo de actuación contempla el uso de los espacios consignados en este diseño, así como la posibilidad de emplearlos de manera simultánea. Cualquier “redimensión” como la que plantea el ministro de Cultura, José Guirao, en términos de reducción, invalidaría una propuesta que, sobre el papel, no sólo es apetecible: también factible.
Una vez instalada en el Auditorio, con su sede oficial, su sala de ensayo, sus aulas didácticas y su estudio de grabación, la OFM plantearía su actividad en tres líneas bien definidas: la continuidad de sus programas actuales, la recuperación de algunos que se perdieron por el camino y la puesta en marcha de otros nuevos. De entrada, la orquesta trasladaría al Auditorio (como es natural) su temporada sinfónica de abono, alojada desde siempre en el Teatro Cervantes, y el ciclo La Filarmónica frente al Mar celebrado actualmente en el Auditorio Edgar Neville. También tendría su casa en el Auditorio proyectado en el Muelle de San Andrés la Joven Orquesta Barroca de Andalucía, agrupación de carácter formativo creada por la OFM que renueva sus filas al completo cada dos años, así como los conciertos didácticos y familiares que la Filarmónica celebra en el Conservatorio Gonzalo Martín Tenllado. La orquesta añadiría además un tercer gran proyecto de carácter didáctico, la Academia de la Filarmónica, que pondría a los maestros de la OFM en contacto directo con jóvenes intérpretes para su preparación con vistas a futuras audiciones. De todas estas actividades emanarían tanto estudios especializados y de postgrado como un mercado laboral de potencial más que interesante, además de grabaciones y participaciones en conciertos extraordinarios y programas singulares.
Respecto a la temporada lírica, sus contenidos pasarían de los tres títulos de ópera programados cada curso en el Teatro Cervantes a cinco títulos de ópera y uno de zarzuela. Para ello, la Filarmónica se reserva uno de los ases más interesantes de este plan de acción: la creación del Coro de la Filarmónica, así como de la Escolanía. El primero contaría con un elenco estable, seleccionado mediante audiciones, además de un director propio, y podría generar también un mercado laboral particular en la medida en que sus voces principales pudiesen actuar también en las representaciones de ópera y zarzuela como partiquinos, al igual que en buena parte de los auditorios europeos que cuentan con coros propios. La Escolanía, por su parte, también tendría su director y formaría parte de un proyecto pedagógico materializado en una escuela de canto. La intención es además convertirla en una iniciativa de carácter inclusivo, que integre a niños de diversos barrios de Málaga y que permita atraer al Auditorio a familias de una extracción social diversa.
Una vez conformado todo este material, el plan de actuación no es menos ambicioso. El Auditorio acogería durante todo el año, por una parte, un abanico de ciclos estables: el de música de cámara que actualmente se celebra en el Museo Picasso y el programa dominical del Museo de Málaga se incorporarían al Auditorio, y además se recuperarían el Festival de Música Antigua y el Ciclo de Música Contemporánea, que quedaron interrumpidos por falta tanto de espacios como de apoyos. Además, el proyecto contempla la puesta en marcha de un ciclo de música vocal, en el que participarían coros invitados además del propio Coro y la Escolanía de la Filarmónica, y un ciclo de danza. Desde la Filarmónica insisten en que, dada la disponibilidad de espacios que ofrece el proyecto arquitectónico vigente, podrían convivir perfectamente algunos de estos ciclos de forma simultánea, a la vez que actividades formativas o de otra índole. Por otra parte, el Auditorio acogería lo que la OFM llama “eventos singulares”, como la programación del Julio Musical que hoy día se celebra en espacios patrimoniales como el Castillo de Gibralfaro, conciertos extraordinarios, conferencias, el curso de dirección de orquesta, el concurso de jóvenes intérpretes (que también podría recuperar la OFM) e incluso la contratación de compositores de pudieran trabajar en el Auditorio a través de residencias artísticas, así como diversas actividades enfocadas a incentivar la participación ciudadana.
Dentro de estos eventos singulares, la OFM subraya la posibilidad de acoger a orquestas nacionales e internacionales en gira. Sólo en el último año, la Filarmónica ha recibido propuestas de orquestas de todo el mundo dispuestas a venir a actuar a Málaga en el marco de sus giras por España que han tenido que ser rechazadas por no disponer la ciudad de un espacio idóneo, ya que el Teatro Cervantes presenta problemas tanto de agenda como de hechuras para recibir a agrupaciones de ciertas dimensiones (una de las últimas propuestas rechazadas por esta cuestión llegó nada menos que de la Orquesta Sinfónica de Boston). Fuentes de la Filarmónica destacan que la mayoría de estas orquestas ya traen sus giras sufragadas de antemano, por lo que su llegada a Málaga no supondría coste alguno para la ciudad (a cambio, sí que dejaría presumiblemente una recaudación notable en taquilla). El Auditorio que aprobó en su momento el consorcio formado por el Ayuntamiento, la Junta y el Gobierno brindaría espacios y oportunidades suficientes para que todo esto fuese posible. Y cabe apuntar que la mayor parte de los resortes necesarios ya existen.
Presentado así el menú, la pregunta consecuente es relativa al coste al que tendría hacerse frente para que este plan de actividades pudiese hacerse realidad. Y el gerente de la Filarmónica, Juan Carlos Ramírez, apunta que los retornos, tanto a cuenta del personal laboral contratado como los que se derivarían de un aforo mínimo de 1.550 butacas para los grandes conciertos sinfónicos y las representaciones de ópera, cubrirían ya de entrada buena parte de las inversiones necesarias. En todo caso, la OFM, sostenida económicamente por un consorcio compartido al 50% por el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía (a priori: en los últimos años, el Gobierno andaluz ha reducido sus partidas, aunque el Consistorio ha cubierto el desfase incrementando las suyas), cuenta a día de hoy con un presupuesto anual de 5,2 millones de euros y reclama a las instituciones el regreso a las cuentas de 2012, cuando la OFM disponía de un presupuesto de 6,2 millones. Con esta aportación, sostiene Ramírez, bastaría para poner en marcha este plan de actuación para el Auditorio, al menos en una primera fase. En todo caso, ya hay aquí materia para que este palacio de la música sea un templo vivo nada más abrir sus puertas.
Argumentos a favor de una respuesta ciudadana en positivo
Además del coste presupuestado en su momento de cien millones de euros, buena parte de las objeciones puestas al proyecto del Auditorio tiene que ver con las dudas sobre si Málaga aportará al centro suficiente público para sus actividades y sus aforos. En este sentido, el gerente de la Orquesta Filarmónica de Málaga, Juan Carlos Ramírez, recuerda que la misma OFM cuenta actualmente con cerca de 900 abonados, mientas que la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, por ejemplo, tiene algo más de 700. Es decir, la demanda es mucho mayor de lo que en un principio cabría pensar, tal y como demuestran los llenos de la temporada lírica. Además, el Auditorio sería susceptible de recibir a aficionados no sólo de la capital, sino de toda la Costa del Sol.
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