Pilar Cernuda
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Málaga/El artista Miquel Navarro, que asegura asumir "toda la historia del arte, desde las cavernas hasta las vanguardias de principios del siglo XX", y beber "de esas fuentes", muestra casi cuarenta años de carrera en la exposición retrospectiva que inaugura este viernes en Málaga.
"En mi obra hay una ligera crítica, pero tiene más un toque poético, lírico, metafísico, simbólico y metafórico", ha afirmado Navarro en la presentación de la muestra en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Málaga.
Añade al respecto que nunca ha "creído en el arte político", pese a que muchos compañeros artistas "han llegado al hecho panfletario".
"No creo que eso no sea un valor, pero yo no soy de esa línea, yo soy más lírico. En mi obra hay cierta analítica", precisa el artista valenciano, Premio Nacional de Artes Plásticas en 1986.
En sus creaciones hay elementos recurrentes como el cactus, que para él tiene "el simbolismo de la pena y el dolor, porque hiere, te pincha y duele, y también de una metamorfosis, de la naturaleza".
"Recuerdo, cuando era pequeño, que veía películas de ciencia ficción como El experimento del doctor Quatermass, que viajaba al espacio, volvía con un virus, primero el brazo se le convertía en un cactus y al final se convertía en un pulpo gigante".
Otro motivo habitual son los guerreros, que según Navarro aluden "al batallar cotidiano", porque "todos tenemos una guerra emprendida con alguien o un enemigo que te salta de manera gratuita y al que hay que presentarle batalla o ignorarlo".
Pero sus obras más características son quizás las ciudades, instalaciones con arcilla, zinc, hierro o aluminio y elementos dispuestos en el suelo de la sala expositiva que representan edificios, plazas, torres, fábricas o murallas, para reflexionar sobre la transformación de esas urbes.
Navarro sigue viviendo y trabajando en el municipio valenciano de Mislata, en el mismo barrio donde nació en 1945, "un barrio árabe, en el que lo que queda es el trazado urbano, unas calles estrechas como si estuvieras en Marrakech".
"Mi casa está hecha todavía con ladrillos de barro y con piedra, y usaron el barro como masa para unir. No hay agobios ni un gran tránsito, aunque tiene ya 50.000 habitantes. Se vive muy a gusto. ¿Cómo voy a cambiar eso por Chicago?", se pregunta.
Miquel Navarro aprovecha cada viaje a Málaga para visitar la Palera, su escultura gigante con veintiséis metros de altura y más de treinta toneladas de hierro que está instalada en el paseo marítimo Antonio Machado de la capital malagueña desde 2003, cuando generó cierta polémica vecinal por lo atrevido de su propuesta.
"Parece una palmera más. A veces, cuando paso por allí en taxi, le pregunto al taxista: ¿Sabe usted quién hizo eso? Y yo mismo respondo: ¡Menudo mamarracho! Me gusta provocar", confiesa entre risas Navarro, que tiene otras esculturas públicas instaladas en Bruselas, Valencia, Madrid, Bilbao, Vitoria o Barcelona.
Su escultura gigante dialoga allí con las chimeneas, de una altura similar, que jalonan ese paseo marítimo y que son el único vestigio que queda de las industrias que existieron en la zona.
"Cuando vi las chimeneas en el paseo marítimo, que eran la verdadera escultura, me pregunté: ¿Yo qué hago aquí? Tengo en mis obras muchas chimeneas, que son una constante, porque la población de la que soy estaba llena de chimeneas, y me persiguen. Además, son un elemento fálico, y si echan humo es que se están corriendo".
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