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Museo Picasso Málaga
Málaga/Hay, de alguna forma, un ejercicio de justicia poética en la presentación del nuevo recorrido de la colección permanente del Museo Picasso Málaga sólo unos días después de la reapertura del centro tras el cierre obligado por la crisis sanitaria del coronavirus. Y es que, para bien o para mal, el ADN de este museo está vinculado a su colección ya desde medio siglo antes de su inauguración: cuando en 1953 Pablo Picasso y Juan Temboury pusieron sobre la mesa la posibilidad de crear un museo consagrado al artista en su ciudad natal, las directrices de aquel proyecto malogrado asentaron ya las líneas esenciales de esta genética presente desde 2003 y enriquecida de manera notable desde entonces. La puesta de largo de este nuevo recorrido debió darse en marzo, pero la epidemia obligó a su aplazamiento y es ahora, recién recuperado el Museo Picasso de su infausto letargo, cuando la colección reivindica el protagonismo que le es propio como eje central y articulador no sólo del museo más visitado de Andalucía, sino de la que tal vez ha sido experiencia cultural más ambiciosa y fundacional que ha vivido Málaga en su historia. Este nuevo recorrido, comisariado por el profesor de Historia del Arte de la ciudad de Nueva York Pepe Karmel, quedará a disposición del público este lunes y, tal y como indica su título, Diálogos con Picasso. Colección 2020-2023, ejercerá de principal carta de presentación del museo durante los próximos tres años. Lo que no es precisamente una broma.
No se trata de una nueva colección, pero casi. En todo caso, lo que sí ofrece el museo es una nueva mirada a la misma, con obras que reconocerán quienes hayan visitado las anteriores versiones de la colección permanente ofrecidas desde 2003 y algunas que, decididamente, resultarán mucho menos familiares. Se trata de la sexta modificación que el Museo Picasso hace de su principal legado y la segunda que se lleva a cabo desde la incorporación, en 2017, de las 166 obras donadas por la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte (FABA), que se unieron a la colección ya conformada por Christine y Bernard Ruiz-Picasso y la Junta de Andalucía hasta constituir el fondo de 233 obras con que cuenta la pinacoteca actualmente. Así, Diálogos con Picasso. Colección 2020-2023 toma el relevo de lo que ha sido hasta ahora la Nueva colección. 2017-2020, con similar número de obras en exposición (unas 120) como extracción y representación de la totalidad del legado. De nuevo, la colección brindará durante los próximos tres años un ilustrativo recorrido cronológico por la totalidad del corpus picassiano, desde su más primerizo periodo de formación hasta sus últimas creaciones, con una intención y un relato ahora distintos que conceden especial énfasis a determinados elementos. El resultado, eso sí, vuelve a servir en bandeja una introducción al abismal mundo de Pablo Picasso de difícil parangón.
Según explicaron fuentes del Museo Picasso a este periódico, el criterio principal a la hora de establecer el nuevo recorrido ha sido la diversidad. El visitante encontrará así un abanico de registros, formatos e inquietudes considerablemente más amplio de lo que se podía ver hasta ahora. Eso sí, la exposición presta especial atención a episodios concretos que permiten entrever el sello personal de Pepe Karmel, una de las autoridades en la obra picassiana más respetadas en EEUU y muy vinculado al MoMA neoyorquino, lo que se traduce en, por ejemplo, una mayor presencia de obra cubista en la colección (en correspondencia, por cierto, con un criterio bien definido por el MoMA a la hora de abordar a Picasso), así como más obras correspondientes a los años de formación del genio y al periodo previo a su definitivo traslado a París. También encontrará el público una especial selección de obras realizadas entre 1930 y 1936, con un discurso bastante claro y de largo alcance respecto a la evolución de Picasso en estos años a partir, precisamente, de su adscripción cubista. Pero si el cubismo se caracteriza, esencialmente, por su voluntad continua de metamorfosis, la nueva colección aspira a explicar que éste es justamente el rasgo principal de Picasso: tal y como señalaron desde el museo, "su resistencia a repetirse". Erguido en un contexto de casi un siglo de creación, el nuevo recorrido de la colección demuestra hasta qué punto Picasso quiso abarcarlo todo, probarlo todo, serlo todo, en una transformación continua y proteica a la que nada resulta ajeno. En sus manos, todo es nuevo, lo que hace un singular honor al pensamiento acuñado en la Antigüedad por Heráclito: Picasso, y seguramente sólo Picasso, hace buena la aspiración por la que nadie puede ver una misma obra de arte dos veces, porque la segunda vez ni la obra ni el observador son los mismos. Todo fluye podría ser, por tanto, un buen lema para esta revisión de la colección permanente del Museo Picasso, concebido como un escaparate del modo en que el malagueño concebía el arte como un magma continuo del que, casi fortuitamente (eso sí, a base de mucho trabajo), se extrae la concreción de la obra. Puede decirse que, después de alumbrar el cubismo, la opción más honesta era la de no repetirse nunca. Por cierto, la colección vuelve a rendir especial homenaje al retrato, lo que obedece a otra particularidad: en Picasso, este magma se da, ante todo, en lo humano como elemento indistinto de la naturaleza.
Respecto al título de la nueva organización de la colección, desde el Museo Picasso explicaron que la apelación a los Diálogos hace referencia a la certeza de que ninguno de los hallazgos ni de las tentativas de Picasso se dieron de forma aislada, sino en plena conjunción significativa: el malagueño hace una continua arqueología de sí mismo e incorpora lo nuevo, siempre, a partir de lo ya aprendido, de ahí que su obra (y, en gran medida, su figura) constituya una fabulosa red de influencias que abarca desde la representación del mundo antiguo hasta todo lo que se cuece más allá de las vanguardias, donde Picasso continúa representando, a estas alturas, la piedra de toque de la cuestión. Así que el visitante encontrará en el recorrido un especial empeño, ejemplar en el ejercicio del comisariado como pedagogía, en demostrar las uniones, cauces y vasos comunicantes que comparten todas las fuentes de las que Picasso bebió y que llegó a abrir por su cuenta. Pero la referencia al diálogo tiene que ver también con la decisión del museo de implicar a los visitantes de una manera activa, lo que tiene que ver con una mayor presencia de las herramientas digitales. Así, desde el mismo Museo Picasso confirmaron que el nuevo recorrido de la colección quedará ampliado en los próximos meses a través de la misma página web del museo, en la que el interesado podrá profundizar en los elementos del legado que considere oportunos, descubrir otras obras fuera de exposición y adquirir instrumentos para su particular revisión crítica. Ya en la presentación en plena clausura de la exposición digital Arlequín (todavía vigente en la misma web de Picasso), el director del museo, José Lebrero, manifestó su intención de seguir ofreciendo contenidos digitales independientemente de que el centro volviera a abrir sus puertas. Una intención que tendrá continuidad, previsiblemente, y con todo el sentido, en la colección permanente.
Mientras tanto, el Museo Picasso despide este domingo su exposición temporal Genealogías del arte, o la historia del arte como arte visual, que, a pesar de haber sido inaugurada el 27 de febrero, únicamente ha podido disfrutarse apenas tres semanas a consecuencia de la epidemia y el cierre de los museos. Próximamente, el centro presentará su programación veraniega, que se desarrollará hasta la inauguración en octubre de la siguiente temporal, dedicada a la surrealista suiza Meret Oppenheim. Mientras tanto, los Diálogos de la colección permanente (junto a la que conviene no olvidar el fondo fotográfico de Roberto Otero) se presentan como una alternativa idónea para la desescalada. Sea cual sea su meta.
Tras la incorporación en 2017 de las obras legadas a la colección permanente por la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte (FABA), el Museo Picasso Málaga acordó conceder un plazo de tres años a cada una de las versiones de la exposición. El reto pasaba, entonces, por seleccionar unas 120 obras para las doce salas que albergan la colección de entre las 233 disponibles, en atención a una exigencia tan fundamental como la limitación del espacio. Cabe recordar que en el mismo 2017, ante la llegada de un fondo que ampliaba de manera abultada la colección permanente, el director del museo, José Lebrero, puso sobre la mesa la ampliación del centro como medida que habría que asumir más pronto que tarde, no sólo por el crecimiento de la colección sino por la multiplicación de actividades y la general buena acogida de las mismas. La última palabra correspondía a la Junta de Andalucía, que de entrada respondió con una negativa si bien más tarde se inclinó a recoger el órdago a medio plazo. Tras el último cambio de Gobierno en la Junta, la cuestión sigue guardada en el cajón sin referencias a la misma. Ciertamente, las opciones con que cuenta el Museo Picasso para crecer no son muchas. Lo que no quiere decir, claro, que la ampliación sea imposible.
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