El Museo del Vidrio ve la luz tras siete años de litigio burocrático
El centro, ubicado en la Posada de San Felipe Neri, donde abrirá al público en septiembre, reúne unas 600 piezas de la colección de Gonzalo Fernández-Prieto
Mientras el Ayuntamiento impulsa su ambicioso plan museístico, el proyecto del Museo del Vidrio y el Cristal ha estado ligado en los últimos siete años al nombre del historiador madrileño Gonzalo Fernández-Prieto, quien, tras enamorarse del entorno de calle Gaona, decidió adquirir la antigua Posada de San Felipe Neri y construir en ella un museo con su colección de vidrios y cristales, con más de 3.000 piezas. Durante todo este tiempo, Fernández-Prieto ha lidiado en solitario con el aparato burocrático para llevar su empresa a buen puerto, sin subvenciones públicas y con la única ayuda de Cajasol para la rehabilitación del inmueble del siglo XVIII. Ayer, toda esta tormenta presentó un horizonte definitivo con la primera visita oficial a cargo del alcalde, Francisco de la Torre, quien anunció que el museo abrirá sus puertas al público finalmente en septiembre. Fernández-Prieto, que esperaba haber visto el centro ya inaugurado en el otoño de 2008, verá así resuelto un empeño personal sostenido durante demasiados años.
El Museo del Vidrio y el Cristal recoge unas seiscientas piezas datadas desde el siglo V antes de Cristo hasta el pasado siglo XX. Aunque la colección de Fernández-Prieto asciende a 3.000 piezas de vidrio y cientos de obras decorativas como mobiliario y retratos artesanos, el mismo mentor explicó ayer que "por falta de espacio" no se pueden exhibir todas, aunque, previsiblemente, podrán ser vistas en el futuro mediante las sucesivas reordenaciones del espacio expositivo.
Hasta septiembre el museo estará abierto para estudiosos, ya que aún hace falta "un poco más de tiempo para tenerlo todo preparado para que el público en general pueda visitarlo", afirmó ayer el propio Fernández-Prieto. El inmueble recién reformado, que cuenta con 900 metros cuadrados destinados a exposición (aunque el coleccionista espera ampliar esta superficie próximanente), está dividido en ocho salas en las que se pueden ver desde las piezas más antiguas como el vidrio romano, musulmán y medieval hasta las vidrieras, espejos y retratos cortesanos representativos de cada época. Entre los vidrios que se exhiben destacan una bandeja romana verde datada en los siglos I y II, un oinoche del mediterráneo oriental del siglo V antes de Cristo y una copa de cristal de Lieja, tallado a la madera de Venecia, del siglo XVII.
Un aparador de George III, una butaca flamenca y una cómoda francesa de marquetería son algunos de los muebles del siglo XVI, XVII y XVIII que también se pueden contemplar por las salas del centro. Además, el Museo del Vidrio y el Cristal acoge diversas vidrieras como una inglesa de Melpomene (1880), firmada por Athur-Louis Moore (1849-1939).
Tras el recorrido por los siglos XIX y XX, la visita concluye con varias producciones actuales de camafeo y vidrieras. Esta panorámica expositiva respeta al máximo los elementos originales de la casa, ya que se han conservado los techos de madera, las columnas, los cristales de las ventanas, la pila que presidía el patio y las tejas de la época.
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