Nieves Rosales: “El hombre siempre le ha tenido mucho miedo a la mujer poderosa”

La directora de la compañía Silencio Danza estrena en el Festival Danza Málaga 2021 su nuevo montaje, ‘Las Furias’

Tras su paso por el Echegaray, lo llevará a Sevilla y Cádiz a partir de enero

Un momento de 'Las Furias', este jueves en el Teatro Echegaray. / Daniel Pérez / Teatro Cervantes

La pandemia trajo un parón para la bailarina y coreógrafa Nieves Rosales, como para todos sus compañeros de profesión. Sin embargo, la agenda se recompuso y este verano ha sido inusitado. Muchas citas con una respuestas excelente por parte del público la han dejado a la directora de Silencio Danza con menos espacio para la creación. A pesar de ello, sacó tiempo y fuerzas para montar Las Furias e insuflarle aliento sobre las tablas del Teatro Echegaray, en su ciudad natal.

–¿Cómo ha hilado los espectáculos programados con la creación de Las Furias?

–Ha sido un proceso difícil. Normalmente en verano paro y tengo tiempo para hacer la producción nueva, pero este año no ha sido así. Las Furias llevaban un tiempo sonándome en la cabeza, me puse a trabajarlas, pero compaginar las funciones, los ensayos y el proceso creativo me ha llevado a momentos de bloqueo. Una vez que visualicé el principio del espectáculo, cómo iban a ser estas furias y hacia dónde se iban a mover me resultó más fácil. El momento de bloqueo a nivel creativo y coreográfico del principio se debió al cansancio por acumulación de trabajo.

–¿Cómo surgió esa primera chispa que dio forma al espectáculo?

–En los últimos tiempos estoy trabajando mucho sobre el universo femenino. Contadora de garbanzos y No amanece en Génova son montajes que tienen a la mujer como protagonista a lo largo de la historia. Las furias me llamaban mucho la atención porque para mí eran tres personajes que se han ido manteniendo a lo largo del tiempo aunque hayan cambiado de forma. Están las moiras, Medusa, las brujas y quería ver lo que tienen en común.

–¿Qué une a estos personajes femeninos?

–Son figuras que el hombre ha creado dándoles una forma terrorífica. Esa visión tan terrible que tenemos de ellas nos vienen dadas por una visión muy masculina. Me interesaba traer el concepto mitológico de las furias al siglo XXI y que ellas se replanteasen si de verdad son así o si, por el contrario, les ha venido impuesta esa identidad tan terrorífica.

–¿Y cómo lo ha trabajado?

–Empezamos José Carlos Cuevas, de Jóvenes Clásicos, y yo a trabajar sobre la dramaturgia. Me interesaba profundizar en el paso de esos personajes tan monstruosos, en su evolución hacia una mujer actual que defiende sus derechos, que no quiere verse a través de los ojos del hombre y profundizar en esa idea, si realmente son monstruos o les ha venido impuesto, como en muchas ocasiones a lo largo de la historia.

–¿Por qué se ha impuesto este relato?

–Yo creo que el hombre siempre le ha tenido mucho miedo a la mujer poderosa.

–¿Cómo lleva estas ideas a la danza?

–Si me abriesen la cabeza y viesen mi manera de pensar, sería siempre bailando. Es mi forma de comunicarme. No me resulta fácil, porque el trabajo que me plantea siempre es muy pensado, desde la razón, pero es mi lenguaje. Trabajo con el texto, tiene mucha presencia y hay un trabajo interpretativo en mis obras. Pero cuando me planteo la idea es bailando. En la manera de pasar el texto al cuerpo lo fundamental es que las ideas claves estén. En este caso era importante que se viese el carácter de las tres, la relación entre ellas y que cada una, a nivel coreográfico, tuviera su propia entidad. Lo más importante para mí es que el público se quede con el mensaje principal y que luego haga su propia dramaturgia.

–¿Cuánto empezó a gestar Las Furias?

–Al inicio de la pandemia empecé a trabajar con el concepto de las furias por curiosidad intelectual. Leí mucho en esos momentos. En octubre vino Amarga, pero Las Furias seguían dando vuelta. Llevo documentándome alrededor de un año. Con el texto nos pusimos en abril y los ensayos empezaron hace dos meses.

–Le acompaña Andrea Prieto y Carmen Romero.

–Ya trabajaron conmigo en No amanece en Génova. Las conozco y sé el gran compromiso que establecen hacia la compañía y hacia mi trabajo como directora. Son muy talentosas y es un gusto compartir escenario con ellas. La que no es fácil en el escenario soy yo. Soy muy crítica con mi trabajo, nunca está todo donde me gustaría que estuviera, estoy con un ojo dentro y otro fuera, soy muy controladora. Al menos lo reconozco.

–¿Se vacía completamente en el escenario?

–Esa es la sensación que tengo. Cuando era más joven tenía tanta hambre de escenario que terminaba una función y ya pensaba en la siguiente. Ahora la concentración, la entrega y la pasión con el oficio se han multiplicado y cuando me bajo siento un vacío brutal porque lo he dado todo.

–¿Le gusta estrenar en casa?

–Sí, claro. El Festival de Danza se ha convertido en el lugar de estreno para mí, desde 2018 estrenamos producciones aquí. Creo que se me tiene en cuenta en el panorama cultural de la ciudad. Que te den el sitio en tu casa no siempre ocurre y me siento agradecida por eso. Pero, igualmente, en otras ciudades de fuera me siento muy arropada.

–¿Qué recorrido tiene la obra a partir de ahora?

–Sigo con toda la parte de repertorio porque tenía muchas funciones cerradas hasta diciembre. Las Furias hacen una pausa obligada y las retomamos en enero, que vamos a Sevilla y luego a Cádiz.

–¿Cree que era necesario un espectáculo como este?

–Para mí sí, tremendamente. Aunque estoy trabajando y estudiando mucho sobre la figura de la mujer, sigo teniendo mucho conflicto, sigo dejándome llevar por los modelos sociales que me pesan como mujer y tengo una pelea dentro que es brutal. A mi me frena, me para, me hace tomar conciencia. Aunque me gustaría que no fuera necesario, la verdad. A nivel social, aunque es innegable el avance, todavía nos queda mucho por hacer. Aún veo comportamientos sorprendentes entre las más jóvenes. Que sigan ocurriendo en este momento hacen que, por desgracia, sea necesario.

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