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Temporada Lírica | 'Otello'
Málaga/Sentado en su camerino frente al espejo, entregado al oficio de la maquilladora, Carlos Álvarez anuncia una caracterización discreta: “Hay otras veces en que casi hasta cuesta reconocerme cuando salgo a escena, pero en esta ocasión no hay mucha parafernalia. Me dejo caer el flequillo hacia adelante y ya está”. Bien: ya en escena, el prominente flequillo que oculta la mitad del rostro al barítono malagueño funciona ciertamente como un signo identificativo del pérfido Iago; pero observado de cerca aún en los pasillos del Cervantes, apenas concluida la sesión de maquillaje, su transformación es también a este nivel una auténtica obra de arte, con sombras, apuntes y detalles de color sobre el rostro barbudo que suscitan con muy poco la expresión de una humanidad torcida. Álvarez participó este lunes en el ensayo general abierto al público de Otello, el montaje de la ópera de Verdi que se representará con tres funciones programadas para los próximos días 1, 3 y 5 de mayo; y el respetable que pudo hacerse con las invitaciones distribuidas en las mismas taquillas del Cervantes a primera hora de la mañana (y que volaron, como correspondía, en apenas un rato) pudo comprobar hasta qué punto la transformación, casi transfiguración, del cantante en el genial personaje de Shakespeare es digna de la categoría monumental. Maquillaje incluido.
La ocasión revestía cauces de acontecimiento. En la última década, el aficionado malagueño a la lírica ha podido disfrutar a Carlos Álvarez en su ciudad natal a través de recitales, versiones de ópera en concierto, actuaciones de carácter benéfico y reivindicativo y otras formas consoladoras pero no precisamente absolutas. Faltaba una ópera, por derecho. En medio han acontecido enfermedades, retiros, descansos, agendas apretadas, exigencias de diversa índole. Al final, la compensación ha llegado a través de Otello, lo que sirve en bandeja la posibilidad de disfrutar a Álvarez en el papel de Iago, que seguramente el mismo Verdi compuso para él. El ensayo general bastó para sucumbir ante el hechizo que despliega el barítono para construir al insidioso villano, en una creación artística que pone a la altura la interpretación musical y la dramática y que se percibe desde el patio de butacas como una adicción. Eso sí, en esta coproducción del Teatro Cervantes y el Teatro Principal de Palma, Álvarez comparece junto al tenor Jorge de León, que brinda un Otello portentoso y pleno; así como la soprano Rocío Ignacio, cautivadora en su despliegue de matices ya sólo en el contexto de un ensayo. Luis Pacetti, Marifé Nogales, Francis Tójar, Manuel de Diego e Isaac Galán completan el equilibrado elenco de voces solistas, en un espectáculo deslumbrante en el que Alfonso Romero firma la dirección escénica, Marco Guidarini dirige a la Orquesta Filarmónica de Málaga y Salvador Vázquez dirige al Coro de Ópera de Málaga.
Se mostraba Álvarez expectante antes del ensayo general abierto al público, pero, como suele, pedía más ambición: “Al final, un ensayo general es una función más. Es muy raro que pase algo imprevisto. Estaría bien incorporar al público mucho antes, desde la misma concepción y desarrollo del espectáculo, que los aficionados participen de alguna forma de ese proceso. Hay muchas maneras de acercarse a la ópera y conviene explorarlas todas”. Mientras, su Iago ensayado hace bueno el patrimonio musical verdiano. Tremendo.
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